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jueves, 31 de diciembre de 2015

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



EN GRANADA


       “Cuando llega uno a España sediento de sol, de danza y de canto, nada tan lúgubre como la sala de un cinematógrafo en el que la lluvia nos obliga a refugiarnos. Cantos y danzas, en vano los hemos buscado hasta Murcia. En Sevilla sin duda se encuentran aún; en Granada… Sí, me acuerdo de que en el Albaicín , hace unos veinte años (nada desde entonces, ni siquiera los cantos de Egipto, ha sabido tocar un lugar más secreto de mi corazón): era, de noche, en una amplia sala de mesón, un chico gitano que cantaba; un coro, a media voz, de hombres y mujeres, luego súbitas pausas, cortaban ese canto jadeante, excesivo, doloroso, del chico, en el que se sentía su alma, cada vez que se quedaba sin aliento, expirar. Hubiérase dicho un primer esbozo de la última balada de Chopin; pero era algo que quedaba como al margen de la música; no español, sino gitano, irreductiblemente… Para volver a oír ese canto, ¡ah!, habría cruzado tres Españas. Pero huiré de Granada por temor de no oírlo.”

André Gide. Diarios.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

OBITER DICTUM






«La mendicidad no es tan agresiva como en el sur, donde la insistencia del vagabundo al menos implica un dejo de vitalidad. Aquí constituyen una corporación de moribundos. Las esquinas, especialmente aquellas en las cuales los extranjeros hacen sus negocios, están atestadas de harapos que funcionan de cama para los mendigos y hacen de Moscú una guardia de enfermería al aire libre. La limosna se organiza de otro modo cuando se trata de tranvías. Ciertas líneas circulares tienen largas detenciones durante el trayecto. En esos momentos los mendigos se suben al tranvía, o bien un niño se sitúa en un rincón del coche y empieza a cantar. Luego colecta kopeks. Es muy raro que la gente les dé algo. La mendicidad perdió su base más sólida: la conciencia colectiv

Walter Benjamin.

martes, 29 de diciembre de 2015

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





DECIR, HACER


                                          A Roman Jakobson

Entre lo que veo y digo,
Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño,
Entre lo que sueño y olvido
La poesía.
Se desliza entre el sí y el no:
dice
lo que callo,
calla
lo que digo,
sueña
lo que olvido.
No es un decir:
es un hacer.
Es un hacer
que es un decir.
La poesía
se dice y se oye:
es real.
Y apenas digo
es real,
se disipa.
¿Así es más real?
Idea palpable,
palabra
impalpable:
la poesía
va y viene
entre lo que es
y lo que no es.
Teje reflejos
y los desteje.
La poesía
siembra ojos en las páginas
siembra palabras en los ojos.
Los ojos hablan
las palabras miran,
las miradas piensan.
Oír
los pensamientos,
ver
lo que decimos
tocar
el cuerpo
de la idea.
Los ojos
se cierran
Las palabras se abren.


                      Octavio Paz

sábado, 26 de diciembre de 2015

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA















[…]

Todo se acabó
El mar antropófago golpea la puerta de las rocas despiadadas
Los perros ladran a las horas que se mueren
Y el cielo escucha el paso de las estrellas que se alejan.
Estás solo
Y vas a la muerte derecho como un iceberg que se desprende
del polo
Cae la noche buscando su corazón en el océano
La mirada se agranda como los torrentes
Y en tanto que las olas se dan vuelta
La luna niño de luz se escapa de alta mar
Mira este cielo lleno
Más rico que los arroyos de las minas
Cielo lleno de estrellas que esperan el bautismo
Todas esas estrellas salpicaduras de un astro de piedra lanzado
en las aguas eternas
No saben lo que quieren ni si hay redes ocultas más allá
Ni qué mano lleva las riendas
Ni qué pecho sopla el viento sobre ellas
Ni saben si no hay mano y no hay pecho.
Las montañas de pesca
Tienen la altura de mis deseos
Y yo arrojo fuera de la noche mis últimas angustias
Que los pájaros cantando dispersan por el mundo.

[…]


Vicente Huidobro

viernes, 25 de diciembre de 2015

OBITER DICTUM





“¿Qué tiene de extraño que esos oscuros trabajadores (pedir limosna es género de trabajo, y también es arte, y es a veces, en la estación de invierno, ruda y peligrosa faena) rellenen su hucha y su peto y su alcancía, en el temor de una forzosa suspensión de su labor, de un período de enfermedad y reclusión, o meramente por desquitarse, a solas, en la fría y oscura cárcel de su chiribitil, mirando a la luz de una candileja ahumada los bonitos alfonsos brillantes, cuyo reflejo convierte momentáneamente la mísera covacha en mágico palacio por la fuerza de la imaginación?”


Emilia Pardo Bazán.

lunes, 21 de diciembre de 2015

OBITER DICTUM





“Libre de las perversiones que acechan a los viejos impotentes, recuerdo con serenidad y sin nostalgia a las putas madrileñas, los burdeles parisienses y las taxis girls de Nueva York. Dejando aparte algunos cuadros plásticos, de París, creo que no he visto en toda mi vida más que una sola película pornográfica, deliciosamente titulada Soeur Vaseline. Salía una monjita en el jardín del convento que se tiraba al jardinero, el cual, a su vez, era sodomizado por un fraile y acababan los tres formando una figura de conjunto.”


Luis Buñuel.

jueves, 17 de diciembre de 2015

OBITER DICTUM





El lobishome –incluso el predestinado—puede a veces volver a sus cabales. Hay varios procedimientos. Uno estriba en cazar al poseído y sangrarlo mientras se musitan jaculatorias. En las Azores también se deshace así el imbunche, pero cabe evitarlo en salud dándole al niño (o cachorro) el nombre de Bento. En casos de fada o ligadura, ésta suele durar cierto tiempo y luego resolverse por sí sola o porque alguien, voluntaria o involuntariamente, la quiebra. Exorcistas más drásticos aconsejan quemar la piel (a menudo imaginaria) en que el energúmeno se envuelve o, simplemente, sorprenderlo cuando ululando se revuelca por el polvo, tembloroso ya de mutaciones y afilándose para la fechoría.


Fernando Sánchez Dragó

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA



Algunos poetas muertos nos plagian...


Algunos poetas muertos nos plagian.
Su negro abrazo nos ciñe.
Afincan, abren las fauces.
Recobran el don que perdieron.
Mis minutisas poseen.
Poseen mis saetas el calicó y la gualdrapa.
Se apropian de mi padre el sastre.
Marcan con jaboncillo (rojo) la casa del judío.
A mi madre bordando junto a un brocal usurpan.
De su útero extirpan mi voz la destejen.
Sus letras negras exudo la carcoma de sus palabras.
De sus plagios, yo. De su continuidad, mi muerte.
Ante la puerta de bronce con el guardián de caftán.
Sombrero de castor (rapada, cabeza) otra puerta de bronce.
Entre paréntesis me plagian los poetas muertos.
Entre paréntesis revuelven mis estertores.
De mis cenizas, resplandecen.
Sus negros versos (témpanos, de carbón).
Escoria este baile de máscaras los cubos de mis ideogramas (desbordados).


José Kozer.

martes, 15 de diciembre de 2015

OBITER DICTUM





La Sevilla clásica, la que Bizet y Albéniz llevaron al pentágrama, se ha extinguido suavemente en la dulzura, del recuerdo, tal que un aroma que se fue poco a poco. La Sevilla actual madruga, trabaja, habla de operaciones bursátiles y pide un puesto en la batalla mercantil del mundo. En la famosa calle de las Sierpes la gente ya no se detiene, como antes, sino que camina; los sevillanos de hoy no necesitan, como los sevillanos de ayer, detenerse para hablar. Los toros se van, y con ellos declinan los mantones filipinos, y la majeza de los hombres, y el alborozo de los bailes andaluces, y la ruidosa alegría de las tartanas...

La capa ha desaparecido.


Eduardo Zamacois

sábado, 12 de diciembre de 2015

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




             GARÚA


¡Qué noche llena de hastío y de frío!
El viento trae un extraño lamento.
¡Parece un pozo de sombras la noche
y yo en la sombra camino muy lento.!
Mientras tanto la garúa
se acentúa
con sus púas
en mi corazón...

En esta noche tan fría y tan mía
pensando siempre en lo mismo me abismo
y aunque quiera arrancarla,
desecharla
y olvidarla
la recuerdo más.

¡Garúa!
Solo y triste por la acera
va este corazón transido
con tristeza de tapera.
Sintiendo tu hielo,
porque aquella, con su olvido,
hoy le ha abierto una gotera.
¡Perdido!
Como un duende que en la sombra
más la busca y más la nombra...
Garúa... tristeza...
¡Hasta el cielo se ha puesto a llorar!

¡Qué noche llena de hastío y de frío!
No se ve a nadie cruzar por la esquina.
Sobre la calle, la hilera de focos
lustra el asfalto con luz mortecina.
Y yo voy, como un descarte,
siempre solo,
siempre aparte,
recordándote.

Las gotas caen en el charco de mi alma
hasta los huesos calados y helados
y humillando este tormento
todavía pasa el viento
empujándome.


Enríque Cadícamo

miércoles, 9 de diciembre de 2015

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





EL ALQUIMISTA

         “En definitiva, el alquimista occidental en su laboratorio, lo mismo que sus colegas chinos o indios, operaba sobre sí mismo, sobre su vida fisio-psicológica tanto como sobre su experiencia moral y espiritual. Los textos están de acuerdo en ensalzar las virtudes y cualidades del alquimista: deber ser sano, humilde, paciente, casto; debe tener el espíritu libre y en armonía con la obra; debe ser inteligente y sabio; debe al mismo tiempo obrar, meditar, orar, etc. Vemos por todo ello que no se trata aquí únicamente de operaciones de laboratorio. El alquimista se compromete por entero en su obra. Pero estas cualidades y virtudes no pueden entenderse en una acepción puramente moral. Ejercen la misma función en el alquimista que la paciencia, la inteligencia, la ecuanimidad, etc., en el sadhana tántrico o en el noviciado que precedía a la iniciación en los Misterios. Es decir, que ninguna virtud ni ninguna erudición podían dispensar de la experiencia de iniciación, que era la única capaz de operar la ruptura de nivel implicada en la «transmutación».”


Mircea Eliade. 
Herreros y alquimistas. 
Alianza Editorial.

domingo, 6 de diciembre de 2015

OBITER DICTUM






«Yo, en mi calidad de secretario de la delegación chilena, había sido invitado para llenar un hueco en la mesa, como se acostumbra en la diplomacia con los secretarios de embajada, cuyas variadas funciones pueden ser de jurista, de redactor de discursos o sesudos informes, de traductor, de cicerone, de comensal número catorce cuando una excusa intempestiva deja una mesa con fatídicos trece asientos, de correveidile, de alcahuete, de chófer y de mozo de cuerda…»

Jorge Edwards.

viernes, 4 de diciembre de 2015

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






AL FINAL


«Tuve catorce meses la pierna escayolada. Pilar pasaba sus angustias porque conocía, y me las ocultaba, las que tenía el médico que me atendía, quien ante el casi nulo progreso de encallamiento de la fractura, temía que llegase el momento de tener que amputar la pierna. Afortunadamente, en el último trimestre se formó suficiente callo en las fracturas, permitiendo quitarme, esta vez para siempre, el largo enyesado, apareciéndome una pierna como una estaca de igual grosor desde el comienzo al final.
Después vino el período de rehabilitación, muy largo también, con ejercicios, corrientes eléctricas, hidroterapia y ensayos con andaderas de ruedas. Las muletas las deseché enseguida, por peligrosas y producir grandes dolores en el nervio axilar. Y yo empeñando en que tenía que andar muy erecto; como si nada hubiera ocurrido. Creo que lo logre finalmente. Pero hube de dejar el trabajo de representante de ICI de México y acogerme, a los sesenta y ocho años de edad, al subsidio de vejez que concedía el Seguro Social.
Todo lo que tenía de bueno el Seguro Social en atenciones médicas para los derechohabientes que se encontraban en el trance que pasé, lo tenía casi de nula eficacia en lo que se refería a las pensiones para los jubilados. El costo de la vida subía constantemente y las pensiones aparecían inamovibles. En treinta y ocho años, el Seguro Social introdujo dos modificaciones a la tabla de pensiones a pagar al derechohabiente: una del 34% y otra del 2%. En ese lapso de tiempo, un pollo que costaba un peso pasó a costar 20, y el alquiler del departamento, de 70 pesos había subido a 1.400 pesos mensuales.
Pilar acudió al quite, como dicen en su Madrid de origen, y se dedicó a dar clases de tejido de punto, tricot y crochet, para lo que parecía estar magníficamente dotada, con lo que algo ganaba para sumarlo a las escasas reservas de que disponíamos, cada día más mermadas por la inflación.
En adelante, deberé contemplar el paso de los días, en la estricta soledad y el nada hacer de quien, apartado del trabajo creador, ha de dedicarse a contar el tiempo, el segundo empujando al minuto y el minuto a la hora. Y así hasta la muerte.»


Juan García Oliver. El eco de los pasos.

martes, 1 de diciembre de 2015

OBITER DICTUM





Yo, que últimamente me he recogido en mi casa decidido en cuanto de mi voluntad dependa a pasar en reposo y solo la poca vida que me queda, pareciome no poder prestar beneficio mayor a mi espíritu que dejarlo en plena libertad, abandonado a sus propias fuerzas, que se detuviese donde tuviera por conveniente, con lo cual esperaba que pudiera en lo sucesivo adquirir mayor madurez mas yo creo que, como

Variam semper dant otia mentem...

ocurre precisamente lo contrario. Cuando el caballo escapa solo, toma cien veces más carrera que cuando el jinete lo —conduce; mi espíritu ocioso engendra tantas quimeras, tantos monstruos fantásticos, sin darse tregua ni reposo, sin orden ni concierto, que para poder contemplar a mi gusto la ineptitud y singularidad de los mismos, he comenzado a poneros por escrito, esperando con el tiempo que se avergüence al contemplar imaginaciones tales.


Michel de Montaigne

lunes, 30 de noviembre de 2015

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






FANTASÍA ICONOGRÁFICA


             La calva prematura
brilla sobre la frente amplia y severa;
bajo la piel de pálida tersura
se trasluce la fina calavera.
             Mentón agudo y pómulos marcados
por trazos de un punzón adamantino;
y de insólita púrpura manchados
los labios que soñara un florentino.
             Mientras la boca sonreír parece,
los ojos perspicaces
que un ceño pensativo empequeñece,
miran y ven, profundos y tenaces.
             Tiene sobre la mesa un libro viejo
donde posa la mano distraída.
al fondo de la cuadra, en el espejo,
una tarde dorada está dormida.
             Montañas de violeta
y grisientos breñales,
la tierra que ama el santo y el poeta,
los buitres y las águilas caudales.
             Del abierto balcón al blanco muro
va una franja de sol anaranjada
que inflama el aire, en el ambiente oscuro
que envuelve la armadura arrinconada.

Antonio Machado.


domingo, 29 de noviembre de 2015

ALLÁ EN LAS INDIAS






EL NOMBRE DE PERÚ


«Pues hemos de tratar  del Perú, será bien digamos  aquí como se dedujo este nombre, no lo teniendo los indios en su lenguaje; para lo cual es de saber que, habiendo descubierto  la Mar  del Sur Vasco  Núñez  de Balboa, caballero natural de Jerez de Badajoz, año de mil y quinientos y trece, que fue el primer español que la descubrió y vio, y habiéndole dado los Reyes Católicos título de Adelantado de aquella mar con la conquista y gobierno de los reinos que por ella descubriese,  en los pocos  años  que después  de esta merced vivió (hasta que su propio suegro, el gobernador Pedro  Arias de Ávila, en lugar de muchas mercedes  que había merecido y se le debían por sus hazañas, le cortó la cabeza), tuvo este caballero cuidado de descubrir y saber qué tierra era y cómo se llamaba la que corre de Panamá adelante hacia el sur. Para este efecto hizo tres o cuatro navíos, los cuales, mientras él aderezaba las cosas necesarias para su descubrimiento y conquista, enviaba cada uno de por sí en diversos tiempos del año a descubrir aquella costa. Los navíos, habiendo hecho las diligencias que podían, volvían con la relación de muchas tierras que hay por aquella ribera.
Un navío de éstos subió más que los otros y pasó la línea equinoccial a la parte del sur, y cerca de ella, navegando costa a costa, como se navegaba entonces por aquel viaje, vio en indio que a la boca de un río, de muchos que por toda aquella tierra entran en la mar, estaba pescando. Los españoles del navío, con todo el recato posible, echaron en tierra, lejos de donde el indio estaba, cuatro españoles, grandes corredores y  nadadores, para que no se les fuese por tierra ni por agua. Hecha esta diligencia, pasaron con el navío por delante del indio, para que pusiese ojos en él y se descuidase de la celada que le dejaban armada. El indio, viendo en  la mar una cosa tan extraña, nunca jamás vista en aquella costa, como era navegar un navío a todas velas, se admiró grandemente y quedó pasmado y abobado, imaginando qué pudiese ser aquello que en la mar veía delante de sí. Y tanto se embebeció y enajenó en este pensamiento, que primero lo tuvieron abrazado los que le iban a prender que él los sintiese llegar, y así lo llevaron al navío con mucha fiesta y regocijo de todos ellos.
Los españoles, habiéndole acariciado porque perdiese el miedo que de verlos con barbas y en diferente traje que el suyo había cobrado, le preguntaron por señas y por palabras qué tierra era aquélla y cómo se llamaba. El indio, por los ademanes y meneos que con manos y rostro le hacían (como a un mudo) , entendía que le preguntaban mas no entendía lo que le preguntaban y a lo que entendió qué era el preguntarle, respondió a prisa (antes que le hiciesen algún mal) y nombre su propio nombre, diciendo Berú, y añadió otro y dijo Pelú. Quiso decir: "Si me preguntáis cómo me llamo, yo me digo Berú, y si me preguntáis dónde estaba, digo que estaba en el río". Porque es de saber que el nombre Pelú en el lenguaje de aquella provincia es nombre apelativo y significa río en común, como luego veremos en un autor grave.»

Inca Garcilaso de la Vega. 
Comentarios Reales.


miércoles, 25 de noviembre de 2015

OBITER DICTUM






“Así fue como hallamos alrededor de media docena de cuevas cubiertas de pinturas encima de Ain Dua, aproximadamente a la altura a la que debió de estar anteriormente el nivel del agua del lago. Algunas figuras se encontraban en un estado excelente; no obstante, pudimos comprobar enseguida que eran antiquísimas. Las figuras humanas están pintadas con pigmento marrón oscuro, y los cabellos son de color amarillo rojizo. En la mano llevan un arco corto, uno de cuyos extremos tiene un gancho; sobre el hombro portan una aljaba sujeta a una correa blanca. Están adornadas con cinturones blancos y lazos iguales en brazos y piernas y llevan en el pelo plumas blancas. Los animales son exclusivamente bóvidos con cuatro formas distintas de cuernos. Sólo en una gruta había una cebra o un onagro, y las figuras de dos bóvidos raros de aquella raza ancestral, el Bos africanus, casi extinguida ya en el Egipto de los faraones.”


Ladislaus Almasy.