El lobishome –incluso el predestinado—puede
a veces volver a sus cabales. Hay varios procedimientos. Uno estriba en cazar
al poseído y sangrarlo mientras se musitan jaculatorias. En las Azores también
se deshace así el imbunche, pero cabe evitarlo en salud dándole al niño (o
cachorro) el nombre de Bento. En casos de fada o ligadura, ésta suele durar
cierto tiempo y luego resolverse por sí sola o porque alguien, voluntaria o
involuntariamente, la quiebra. Exorcistas más drásticos aconsejan quemar la
piel (a menudo imaginaria) en que el energúmeno se envuelve o, simplemente,
sorprenderlo cuando ululando se revuelca por el polvo, tembloroso ya de
mutaciones y afilándose para la fechoría.
Fernando Sánchez Dragó