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martes, 2 de mayo de 2023

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE

 






EN UN BORODINO DISTINTO


«A bordo del Borodino solo viajaba el equipo de la película y la tripulación. Supe por el capitán que era insólito que el gobierno danés nos hubiese dado permiso para ir a Groenlandia. Ni siquiera los daneses obtenían la autorización, porque había que proteger a los esquimales. Después de tres días revelé mi secreto y les conté a mis amigos mi encuentro con Hitler. Como en Alemania, también aquí las opiniones estaban divididas; unos eran entusiastas, otros escépticos y la mayoría indiferentes. Hubo una gran emoción en cubierta en cuanto se avistaron las primeras ballenas. Sus aletas emergían en la popa del barco; pero más fuerte fue la impresión que nos causó el primer iceberg que desde el horizonte parecía dirigirse hacia nosotros. Este encuentro era más que una imagen insólita, ya que sentíamos que allí flotaba nuestra película. Entretanto, las noches se hacían cada vez más cortas y al final veíamos el sol tanto de día como de noche.»


Leni Riefenstahl.

Memorias.

Editorial Lumen.


sábado, 25 de junio de 2022

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


 




LAS FOTOS Y EL VINO


«Alquilé una habitación en la posada y me quedé unos días. La molestia valió la pena, pues pronto comprobé que las miradas ya no eran tan esquivas. Cuando al domingo siguiente, después de salir de la iglesia, algunos campesinos se hallaban en la posada bebiendo vino, me acerqué y les mostré las fotos que les había tomado. Primero no ocurrió nada; luego uno de ellos cogió una de las fotos, la contempló y empezó a reír. De pronto todos miraban las fotografías y se iniciaba un animado y confuso parloteo. Pedí unas jarras de vino tinto y el hielo pareció romperse. Las fotos y el vino hicieron milagros. Yo tenía pánico al pensar en las difíciles escenas previstas en el guión; por ejemplo, una persecución en las callejuelas de la aldea, una fiesta bulliciosa y determinadas escenas dramáticas. También me preocupaba que los campesinos no tuvieran tiempo libre, pues estarían ocupados con el heno y la cosecha hasta septiembre. Pero por fin el ambiente se había distendido. Me prometieron que harían un hueco cuando yo regresara en otoño.»


Leni Riefenstahl.

Memorias.

Editorial Lumen.


martes, 1 de junio de 2021

OBITER DICTUM

 





«El siguiente gran estreno fue en París. Pocos días antes de mi partida, hubo en la Tobis una agitación que casi impidió mi viaje. Me comunicaron que se había ejercido una fuerte presión sobre el distribuidor francés para que la película no se proyectase en Francia, o por lo menos no sin determinados cortes. Habría que suprimir varias tomas de Hitler y de algunos vencedores alemanes. No había suprimido las escenas con Jesse Owens y otros atletas negros, como Goebbels había exigido, por lo tanto también me negué a cortar las imágenes de Hitler. La situación era tensa. La Tobis me aconsejó que no fuese a París, pero yo estaba convencida de poder solventar tales reparos mediante conversaciones personales con la distribuidora. Todavía no sospechaba el boicot que se empezaba a fraguar contra el régimen de Hitler; más bien recordaba el apasionado entusiasmo de los franceses por El triunfo de la voluntad del año anterior y las tres medallas de oro de la Exposición Internacional.»


Leni Riefenstahl.


jueves, 24 de septiembre de 2015

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






LE LLAMABAN ADOLF O FÜHRER

«Por fin, después de que una orquesta de instrumentos de viento hubiera tocado una marcha tras otra apareció Hitler. La gente se levantó de un salto de sus asientos, y gritó como si todos estuvieran fuera de sí: «¡Heil, Heil, Heil!» durante unos minutos. Yo estaba sentada demasiado lejos para poder ver la cara de Hitler. Cuando cesaron las aclamaciones, Hitler habló: «Compañeros alemanes…», empezó diciendo.
En aquel instante tuve una visión casi apocalíptica que jamás pude olvidar. Para mí fue como si la superficie de la tierra se extendiese ante mí en una semiesfera, que de pronto se escindió por la mitad y arrojó un gigantesco chorro de agua, tan enorme que tocó el cielo y sacudió la tierra. Yo estaba paralizada; aunque no entendía gran cosa del discurso, me sentía fascinada. Un ruido de tambor atronaba los tímpanos de los oyentes y noté que estos sucumbían al magnetismo de aquel hombre.

Leni Riefenstahl.
Memorias.
Editorial Lumen. »

martes, 22 de abril de 2014

OBITER DICTUM






«—¿Y Marlene? —le pregunté.
—Aún no está decidida. Los directivos de la UFA son tan necios que todavía no creen en el éxito de mi película y tampoco en el de ella; ni siquiera se han aprovechado de la opción que tenían en favor de la Dietrich.
Le conté a Von Sternberg que ya me había sucedido algo parecido con Greta Garbo. Cuando en 1925 fui a ver en Berlín la película Bajo la máscara del placer con Asta Nielsen, Werner Krauss y Greta Garbo, quedé tan fascinada por esta mujer, que llevé al cine a Fanck y a Sokal para que la vieran. Estaba entusiasmada con su exquisita belleza y convencida de que llegaría a ser famosa en todo el mundo, pero ni Fanck ni Sokal le vieron nada especial. »

Leni Riefenstahl.