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martes, 8 de febrero de 2022

ALLÁ EN LAS INDIAS






EL PADRECITO LEÍA A CIEZA DE LEÓN?


«Mitimaes llaman a los que son traspuestos de una tierra en otra. Y la primera manera o suerte de mitimaes mandada poner por los Ingas era que, después que por ellos había sido conquistada alguna provincia o atraída nuevamente a su servicio, tuvieron tal orden para tenerla segura y para que con brevedad los naturales y vecinos de ella supiesen cómo la habían de servir y de tener y para [que] desde luego entendiesen los demás qué entendían y sabían sus vasallos de muchos tiempos, y para que estuviesen pacíficos y quietos y no todas veces tuviesen aparejo de se rebelar y si por caso se tratase de ello que hubiese quien lo estorbase, trasmutaban de las tales provincias la cantidad de gente que de ella parecía convenir que saliese; a los cuales mandaban pasar a poblar a otra tierra del temple y manera de donde salían, si fría, si caliente, en donde les daban tierras y campos y casas tanto y más como dejaron. Y de las tierras y provincias que de tiempo largo tenían pacíficas y amigables y que habían conocido voluntad para su servicio, mandaban salir otros tantos o más y entremeterlos en las tierras nuevamente ganadas y entre los indios que acababan de sojuzgar, para que deprendiesen [aprendiesen] de ellos las cosas arriba dichas y los impusiesen en su buena orden y policía y para que, mediante este salir de unos y entrar de otros, estuviese todo seguro con los gobernadores y delegados que se ponían, según y como dijimos en los capítulos de atrás. Y conociendo los Ingas cuánto se siente por todas las naciones dejar sus patrias y naturalezas propias, porque con buen ánimo tomasen aquel desierto, es averiguado que honraban a estos tales que se mudaban y que a muchos dieron brazaletes de oro y plata y ropas de lana y de pluma, y mujeres, y eran privilegiados en otras cosas muchas; y así, entre ellos había espías que siempre andaban escuchando lo que los naturales hablaban o intentaban, de lo cual daban aviso a los delegados e con priesa grande iban al Cuzco a informar de ello al Inga. Con esto todo estaba seguro, y los mitimaes temían a los naturales y los naturales a los mitimaes, y todos entendían en obedecer y servir llanamente. Y si en los unos o en los otros había motines o tramas o juntas, hacíanse grandes castigos porque los Ingas, algunos de ellos, fueron vengativos y castigaban sin templanza y con gran crueldad. Para este efecto estaban puestos los unos mitimaes, de los cuales sacaban muchos para ovejeros y rabadanes de los ganados de los Ingas y del Sol y otros para roperos y otros para plateros y otros para canteros y para labradores y para dibujar y esculpir y hacer bultos, en fin, para lo que más los mandaban y de ellos se querían servir. Y también mandaban que de los pueblos fuesen a ser mitimaes a la montaña de los Andes a sembrar maíz y criar la coca y beneficiar los árboles de fruta y proveer con lo que faltaba en los pueblos donde con los fríos y con las nieves no se pueden dar ni sembrar estas cosas.»

Pedro de Cieza de León.
Crónica del Perú.

lunes, 31 de enero de 2022

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




LOS CANÍBALES DEL KREMLIN


“Entre tanto, en el seno del partido, iba avecinándose una nueva crisis. El consabido “trío”, que se había enfrentado contra mí como un solo hombre en la primera época, distaba mucho de formar una compacta unidad. Tanto Zinovief como Kamenef estaban muy por encima de Stalin, lo mismo en capacidad teórica que en talento político. Pero los dos carecían de esa pequeñez que se llama carácter. La amplia perspectiva internacional – amplia comparada con la de Stalin –que adquirieran en la emigración bajo el magisterio de Lenin, lejos de darles mayor fuerza, debilitaba su posición. El barco navegaba rumbo a “la independencia nacional, apta para bastarse a sí misma”. Los esfuerzos de Zinovief y Kamenef por defender, aunque sólo fuese parcialmente, la orientación internacional, les convertía, a los ojos de la burocracia, en trotskistas de segundo rango. Esto movíales a atacarme con más furia, para, de este modo, hacerse acreedores a seguir disfrutando de la confianza de los burócratas. Pero estos esfuerzos fueron en vano. Los poderes burocráticos comprendían, cada vez con mayor evidencia, que Stalin era carne de su carne. Pronto Zinovief y Kamenef se encontraron enfrentados con él como enemigos, y cuando intentaron llevar en apelación ante el Comité central su pleito, hubieron de convencerse de que Stalin tenía una mayoría inatacable.
         A Kamenef se le consideraba como el caudillo oficial de Moscú. Los comunistas de Moscú, que habían presenciado cómo en el año 23 se destruyó la organización del partido en aquella capital con ayuda suya, en castigo a la mayoría que se había manifestado favorable a la oposición guardaron ahora silencio, despechados. En las primeras tentativas que hizo para resistir contra Stalin, Kamenef no encontró apoyo en nadie. En Leningrado ocurrió muy de otro modo. En el año 23, los comunistas de esta capital estaban a salvo de la oposición gracias a la tupida red burocrática que había venido tejiendo Zinovief. Pero ahora, les llegaba el turno a ellos. El rumbo que se seguía hacia los “kulaks” y el “socialismo en un solo país” tuvo la virtud de indignar a los obreros de Leningrado. La protesta de clase de los trabajadores coincidió con la fronda de los privilegiados desatada por Zinovief. De este modo, surgió una nueva oposición en la que formó en los primeros momentos Nadeida Konstantinovna Krupskaia. Con gran asombro de todos, y en primer lugar de sí mismo, Zinovief y Kamenef veíanse obligados e repetir, en parte, las críticas de la oposición, con lo cual consiguieron que se les adscribiese inmediatamente a las filas de los “trotskistas”. Nada tiene de extraño que para los nuestros tuviese que ser, cuando menos, paradójica una alianza con Zinovief y Kamenef. Eran muchos los de la oposición que se resistían a pactar esta alianza, y hasta había algunos –claro está que muy pocos – que abogaban por unirse a Stalin contra los otros dos. Uno de mis mejores amigos, Mratchkovsky, viejo revolucionario, que había sido, durante toda la guerra civil, uno de los mejores caudillos militares, se pronunció contra una y otra alianza, dando la siguiente fundamentación, que puede quedar como clásica: “Stalin faltará a su palabra, y Zinovief huirá.” Pero estas cuestiones no se deciden nunca en última instancia por motivos psicológicos, sino por razones políticas. Zinovief y Kamenef reconocieron abiertamente que los “trotskistas” habían tenido razón en la campaña seguida contra ellos en el año 23 y se hicieron cargo de los principios que formaban nuestro programa. En tales condiciones, no era posible que nos negásemos a pactar un bloque con ellos, sobre todo teniendo en cuenta que detrás de ellos estaban varios miles de obreros revolucionarios de Leningrado.
         Yo no había vuelto hablar con Kamenef, fuera de las sesiones oficiales, desde hacía tres años, es decir, desde aquella noche en que, a punto de partir para Georgia, me prometiera apoyar la política de Lenin y la mía, para luego, al saber que Lenin no tenía salvación pasarse al campo estalinista. La primera vez que volvimos a encontrarnos, Kamenef apresurose a decirme:
         --No tiene usted más que presentarse en público, en la misma tribuna con Zinovief, y el partido reconocerá inmediatamente cual se su verdadero Comité central.
         Aquel optimismo burocrático no pudo por menos de hacerme reír. Por lo visto, Kamenef no daba importancia a toda la labor de desmoralización del partido que el “trío” había venido realizando por espacio de tres años. Así se lo hice notar, sin la menor consideración.
         La depresión de nivel revolucionario, que había comenzado a fines del año 23, o sea después de la derrota de la revolución conjurada sobre Alemania, cobraba contornos internacionales. En Rusia navegaba a velas desplegadas la reacción contra el movimiento de Octubre. La burocracia del partido propendía cada vez más abiertamente a la derecha. En estas condiciones, era pueril pensar que el solo hecho de unirnos, el triunfo se nos caería en las manos como una breva madura.
         --Hay que disponerse a luchar contando con que la campaña será larga – así se lo dije docenas de veces a nuestros aliados. Éstos, en el arrebato del primer momento, no quisieron hacer caso de mis palabras. Y como aquel arrebato no podía durar mucho, su celo de oposición iba marchitándose por días y por horas. Mi amigo Mratchkovski había acertado en su apreciación de las personas: Zinovief acabó por desertar de nuestro campo. Pero no se llevó consigo, ni mucho menos, a todos sus correligionarios. La segunda conversión de Zinovief asestó una herida incurable a la leyenda del “trotskismo”.


León Trotsky.
Mi vida. 
Marxists Internet Archive.

lunes, 3 de enero de 2022

OBITER DICTUM






«Al terminar mi discurso, quisiera mencionar una condición, sin la cual la victoria de la revolución en el Occidente se vería en extremo dificultada. Me refiero a la creación de un fondo de víveres para la revolución en el Occidente. El caso es que los Estados del Occidente (Alemania, Italia y otros) dependen por completo de América, que abastece de trigo a Europa. La victoria de la revolución en esos países enfrentaría al proletariado con una crisis de subsistencias al día siguiente de la revolución, en el caso de que la América burguesa se negara a abastecerlos de trigo, cosa bien probable. Rusia no tiene grandes reservas de víveres, pero, a pesar de ello, podría reunir algunas, y, en vista de la posibilidad y la probabilidad de la perspectiva a que me he referido en cuanto a las subsistencias, deberíamos plantear ahora mismo la cuestión de crear en Rusia un fondo de víveres para nuestros camaradas del Occidente. »

Iósif Stalin.

viernes, 19 de noviembre de 2021

OBITER DICTUM






«Dolores Ibárruri ha comenzado a hablar mal de Anna Pauker. Pero no creo que obedezca a divergencias políticas. Dolores Ibárruri siempre está de acuerdo con todo lo que dicen los jefes; Anna Pauker siempre está de acuerdo con lo mismo que está Dolores Ibárruri. No, no es un motivo político… Anna Pauker es más joven que Dolores Ibárruri; Anna Pauker habla varios idiomas y Dolores Ibárruri, no; Anna Pauker es culta y Dolores Ibárruri, no, a pesar de cuanto dicen sus biógrafos y ella se cree; Anna Pauker ha estado varios años en la cárcel y se ha portado muy bien; Dolores Ibárruri sólo ha estado unas cuantas veces y por muy poco tiempo y en una de ellas se dedicó a defender a los excomulgados: Bullejos, Ademe, Vega, Trilla…»

Enrique Castro Delgado.

lunes, 4 de octubre de 2021

OTRA BALSA EN EL AQUEROTE




DE ALCOHÓLICOS, MUJERES Y ALGO DE JAZZ


«Y nosotros somos especímenes bastante normales. Nos encanta un tobillo bien torneado o incluso unas pulgadas por encima del tobillo, vestido, si es posible, con unas medias de nailon bien ajustadas. Somos aficionados a los trucos, y a las mentiras, y a las falsedades que usan las mujeres para engañar y atrapar a los inocentes y estúpidos hombres. Nos gustan mucho esas cosas: bonitos peinados, y los perfumes, y la ropa bonita, y el esmalte de uñas, y el carmín, y la sombra de ojos, y las pestañas postizas. Teníamos un ansia definitiva de ser engañados y mentidos. Nos gustan las intrincadas salsas francesas, y los vinos de cosecha, y el champán Pierre-Jouet, aproximadamente de 1934. Nos gusta que el jabón de baño huela dulce, y nos gustan las camisas blancas suaves. Nos gusta la música cíngara tocada por todo un batallón endiablado de violines. Nos gusta el son enloquecido de la trompeta de Louis Armstrong, y la risa histérica del clarinete de Pee Wee Russell. Y ahora llevábamos una vida de prístina virtud. Nos mostrábamos circunspectos a conciencia. Los ataques más comunes contra los extranjeros en la Unión Soviética se basan en la embriaguez y la lascivia. Y a pesar de que solo somos razonablemente alcohólicos, y no más lascivos que la mayoría de la gente, aunque esto es algo variable, estábamos decididos a vivir una vida de santos.»


John Steinbeck.

Diario de Rusia.

Editorial Capitan Swing.


sábado, 8 de mayo de 2021

OBITER DICTUM







Esto, que se ha hecho en siglos pasados en América, en Africa y en Oceanía, ahora se quiere hacer en Europa. Como los alemanes necesitan palabras universitarias para legitimar sus ideas de conquista, a eso han llamado la política del espacio vital. Todo ello es darle vueltas a lo mismo. Los Estados modernos quieren tener como dos técnicas: una de simulaciones, de palabras razonables, basadas en el derecho; otra de realidades, la del espacio vital, basada en la guerra. Con la una se discuten todos los puntos de un tratado con gran seriedad y gran meticulosidad; con la otra se hace cínicamente lo que conviene, sin hacer caso de lo que se ha firmado.

Pío Baroja.

sábado, 24 de abril de 2021

OBITER DICTUM






Aun cuando al concluir la guerra civil pusieran fin a las masacres indiscriminadas de 1918-19, se aseguraron de dejar intactas las leyes e instituciones que habían hecho posibles esos episodios. Una vez que Stalin se convirtió en amo indiscutido de la Rusia soviética, tenía a su alcance todos los instrumentos de que precisaba para reinstaurar el terror a una escala mucho más vasta. Este hecho por sí solo demuestra que, para los bolcheviques, el terror no era un arma defensiva, sino un instrumento de gobierno.

Richard Pipes.

martes, 13 de octubre de 2020

OBITER DICTUM







Me acuerdo de la paloma de Picasso, y de su retrato de Stalin.

Georges Perec.

lunes, 21 de septiembre de 2020

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE

 





LA CHICA DE IÓSIF


     «Probablemente estuvimos unos veinte minutos en el despacho de Stalin, aunque no fuimos conscientes del paso del tiempo. El reloj se detuvo para nosotros. Mijáilov nos presentó uno a uno y me dejó a mí para el final. Iósif Vissariónovich se limitó a decir unas pocas palabras sobre la comprometida misión del Partido y el gobierno, los Aliados y su negativa a abrir un segundo frente, y sobre el pueblo estadounidense y la necesidad de transmitirle la verdad acerca de nuestra lucha contra el nazismo.

—¿Tenéis alguna petición, camaradas? —preguntó.

Krasavchenko y Pchelintsev estaban completamente paralizados y se produjo un momento de silencio en el despacho. Yo no reaccioné como ellos y noté algo distinto, un entusiasmo sin precedentes. Quería escuchar algunas palabras del comandante en jefe supremo dirigidas especialmente a mí.

—Sí, camarada Stalin, tengo una petición —dije en voz baja—. Necesitamos encarecidamente un diccionario inglés-ruso y ruso-inglés, y un manual de gramática. Porque también es importante conocer bien a los aliados, ¡igual que a los enemigos!

—Bien dicho, camarada Pavlichenko. —El líder del proletariado mundial sonrió—. Recibiréis esos libros. Os los enviaré yo personalmente.»


Liudmila Pavlichenko.

La francotiradora de Stalin.

Editorial Crítica.


jueves, 19 de marzo de 2020

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



EN EL PATIO DEL PADRECITO


«Por donde quiera que fuéramos en Rusia —en Moscú, en Ucrania, en Stalingrado—, el nombre mágico de Georgia surgía constantemente. Gente que nunca había estado allí, y que posiblemente nunca podría ir, hablaba de Georgia con una especie de nostalgia y gran admiración. Hablaban de los georgianos como superhombres, como grandes bebedores, grandes bailarines, grandes músicos, grandes trabajadores y amantes. Y hablaban del país del Cáucaso y de las orillas del Mar Negro como una especie de segundo cielo. De hecho, empezamos a creer que la mayoría de los rusos esperan que si llevan una vida muy buena y virtuosa, cuando mueran no irán al cielo, sino a Georgia. Es un país privilegiado por el clima, de suelo muy rico, y tiene su pequeño océano. Los grandes servicios al Estado se premian con un viaje a Georgia. Es un lugar de recuperación para la gente que ha estado enferma durante mucho tiempo. E incluso en la Guerra fue un lugar privilegiado, porque los alemanes nunca llegaron allí, ni con aviones ni con tropas. Es uno de los lugares que no sufrieron ningún daño. »


John Steinbeck.

Diario de Rusia.

Editorial Capitan Swing.




miércoles, 15 de mayo de 2019

OBITER DICTUM






"La filosofía y la economía política no fueron las únicas especialidades en las que se entrometió Stalin (aquel zoquete lleno de soberbia). Hitler limitó sus injerencias culturales a los campos en los que se creía, equivocadamente, que tenía alguna competencia: la pintura y la arquitectura. Pero la vanidad de Stalin era omnívora y quería o necesitaba inundar toda una sociedad con su esencia."


Martin Amis.

sábado, 2 de marzo de 2019

OBITER DICTUM






«Quizá en este punto debamos tratar un asunto que molesta a la mayoría de los americanos. Nada en la Unión Soviética escapa a la mirada de escayola, bronce, óleo o bordado del ojo de Stalin. Su retrato no solo está expuesto en todos los museos, sino que también se exhibe en todas las salas de todos los museos. Su estatua se levanta al frente de todos los edificios públicos. Su busto está delante de todos los aeropuertos, estaciones de ferrocarril, estaciones de autobús, en todas las aulas, y a menudo su retrato está detrás de su busto. En los parques está sentado en un banco de yeso, discutiendo problemas con Lenin. Los estudiantes en los colegios bordan su retrato con aguja e hilo. Las tiendas venden millones y millones de caras suyas, y todas las casas tienen al menos un retrato. Seguramente el pintado, el modelado, el fundido, el forjado y el bordado de Stalin es una de las grandes industrias de la Unión Soviética. Está en todas partes, lo ve todo.»

John Steinbeck.

domingo, 16 de julio de 2017

OBITER DICTUM






Fidel no quiso mencionar expresamente a Stalin, pero sugirió con toda claridad, quizás para amedrentarme, y para amedrentar, por mediación mía, a mis amigos cubanos, que la política cultural de la Revolución ingresaba en un período estalinista. Conocía las críticas que esto suscitaría en Europa, precisamente entre los intelectuales que antes habían apoyado con entusiasmo a Cuba, y declaraba de antemano que ellas no alterarían su línea en un ápice. Sabía, por lo demás, que esas críticas ya habían comenzado; ahora optaba por tomar la iniciativa y precipitar él la ruptura. El gran pretexto, como siempre, era la necesidad de sentar las bases de una cultura proletaria.


Jorge Edwards

domingo, 22 de enero de 2017

OBITER DICTUM





«Consideraba muy interesante el estado de conciencia de la juventud, alimentada con la literatura de postguerra procedente de Rusia. Se daba el caso paradójico de que en familias burguesas, de abolengo monárquico, los hijos militaban, no ya en el campo republicano, sino en el socialista, y muy particularmente en el comunista. Era muy significativo observar la biblioteca de cualquier joven estudiante, llena de libros relativos a los llamados credos libertadores, a los que no llegaba, a los que no podía llegar la censura de Prensa, el arma más poderosa de que disponían los Gobiernos. Y así, saturándose de lecturas de esa índole, la intelectualidad de la nueva generación seguía su rumbo, adquiriendo un espíritu incompatible con los sistemas de gobierno que podía ofrecerle un régimen monárquico, por muy democrático que quisiera ser.»

Emilio Mola.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






ODA A STALIN


Camarada Stalin, yo estaba junto al mar en la Isla Negra,
descansando
de luchas y de viajes,
cuando la noticia de tu
muerte llegó como un golpe de océano.
Fue primero el silencio, el estupor de las cosas, y luego llegó del mar una
ola grande.
De algas, metales y hombres, piedras, espuma y lágrimas estaba hecha esta
ola.
De historia, espacio y tiempo recogió su materia
y se elevó
llorando sobre el mundo
hasta que frente
a mí vino a golpear la costa
y derribó a mis puertas su mensaje de luto
con un grito gigante
como si de repente se quebrara la tierra.
Era en 1914.
En las fábricas se acumulaban basuras y dolores.
Los ricos del nuevo siglo
se repartían a dentelladas el petróleo y las islas, el cobre y los canales.
Ni una sola bandera levantó sus colores
sin las salpicaduras de la sangre.
Desde Hong Kong a Chicago la policía
buscaba documentos y ensayaba
las ametralladoras en la
carne del pueblo.
Las marchas militares desde el alba
mandaban soldaditos a morir.
Frenético era el baile de los gringos
en las boîtes de París llenas de humo.
Se desangraba el hombre.
Una lluvia de sangre
caía del planeta,
manchaba las estrellas.
La muerte estrenó entonces armaduras de acero.
El hambre
en los caminos de Europa
fue como un viento helado aventando hojas secas y quebrantando huesos.
El otoño soplaba los harapos.
La guerra había erizado los caminos.
Olor a invierno y sangre
emanaba de Europa
como de un matadero abandonado.
Mientras tanto los dueños
del carbón,
del hierro,
del acero,
del humo,
de los bancos,
del gas,
del oro,
de la harina,
del salitre,
del diario El Mercurio
,
los dueños de burdeles,
los senadores norteamericanos,
los filibusteros
cargados
de oro y sangre
de todos los
países,
eran también los dueños
de la Historia.
Allí estaban sentados
de frac, ocupadísimos
en dispensar condecoraciones,
en regalarse
cheques a la entrada
y robárselos
a la salida,
en regalarse acciones de la carnicería
y repartirse a dentelladas
trozos de pueblo y de geografía.
Entonces con modesto
vestido y gorra obrera,
entró el viento,
entró el viento del pueblo.
Era Lenin.
Cambió la tierra, el hombre, la vida.
El aire libre
revolucionario
trastornó los papeles
manchados. Nació una patria
que no ha dejado de crecer.
Es
grande como el mundo, pero cabe
hasta en el corazón del más
pequeño
trabajador de usina o de oficina,
de agricultura o barco.
Era la Unión Soviética.
Junto a Lenin
Stalin avanzaba
y así, con blusa blanca,
con gorra gris de obrero,
Stalin,
con su paso tranquilo,
entró en la Historia acompañado
de Lenin y del viento.
Stalin desde entonces
fue construyendo. Todo
hacía falta. Lenin recibió de los zares
telarañas y harapos.
Lenin dejó una herencia
de patria libre y ancha.
Stalin la pobló
con escuelas
y harina,
imprentas y manzanas.
Stalin
desde el Volga
hasta la nieve
del Norte inaccesible
puso su mano y en su mano un hombre
comenzó a construir.
Las ciudades nacieron.
Los desiertos cantaron
por primera vez con la voz del agua.
Los minerales
acudieron,
salieron
de sus sueños oscuros,
se levantaron,
se hicieron rieles, ruedas,
locomotoras, hilos
que llevaron las sílabas eléctricas
por toda la extensión y la distancia.
Stalin
construía.
Nacieron
de sus manos
cereales,
tractores,
enseñanzas,
caminos,
y él allí,
sencillo como tú y como yo,
si tú y yo consiguiéramos
ser sencillos como él.
Pero lo aprenderemos.
Su sencillez y su sabiduría,
su estructura
de bondadoso
pan y de acero inflexible
nos ayuda a ser hombres cada día,
cada día nos ayuda a ser hombres.
¡Ser hombres! ¡Es ésta
la ley staliniana
!
Ser comunista es difícil.
Hay que aprender a serlo.
Ser hombres comunistas
es aún más difícil,
y hay que aprender de Stalin
su intensidad serena,
su claridad concreta,
su desprecio
al oropel vacío,
a la hueca abstracción editorial.
Él fue directamente
desentrañando el nudo
y mostrando la recta
claridad de la línea,
entrando en los problemas
sin las frases que ocultan
el vacío,
derecho al centro débil
que en nuestra lucha rectificaremos
podando los follajes
y mostrando
el designio de los frutos.
Stalin es el mediodía,
la madurez del hombre y de los pueblos.
En la guerra lo vieron
las ciudades
quebradas
extraer del escombro
la esperanza,
refundirla de nuevo,
hacerla acero,
y atacar con sus rayos
destruyendo
la fortificación de las
tinieblas.
Pero también ayudó a los manzanos
de Siberia
a dar sus frutas bajo la
tormenta.
Enseñó a todos
a crecer, a crecer,
a plantas y metales,
a criaturas y ríos
les enseñó a crecer,
a dar frutos y fuego.
Les enseñó la Paz
y
así detuvo
con su
pecho extendido
los lobos de la guerra.
Frente al mar de la Isla Negra, en la mañana,
icé a media asta la bandera de Chile.
Estaba solitaria la costa y una niebla de plata
se mezclaba a la espuma solemne del océano.
A mitad de su mástil, en el campo de
azul,
la estrella solitaria de mi patria
parecía una lágrima entre el cielo y la tierra.
Pasó un hombre del pueblo, saludó comprendiendo,
y se sacó el
sombrero.
Vino un muchacho y me estrechó la mano.
Más tarde el pescador de erizos, el viejo buzo
y poeta,
Gonzalito, se acercó a acompañarme bajo la bandera.
«Era más sabio que todos los hombres juntos», me dijo
mirando el mar con sus viejos ojos, con los viejos
ojos del pueblo.
Y luego por largo rato no dijimos nada.
Una ola
estremeció las piedras de la orilla.
«Pero
Malenkov ahora continuará su obra», prosiguió
levantándose el pobre pescador de chaqueta raída.
Yo lo miré sorprendido pensando: ¿Cómo, cómo lo sabe?
¿De dónde, en esta costa solitaria?
Y comprendí que
el mar se lo había enseñado.
Y allí velamos juntos, un poeta,
un pescador y el mar
al Capitán lejano que al entrar en la muerte
dejó a todos los pueblos, como herencia, su vida.

                                                      Pablo Neruda

jueves, 5 de diciembre de 2013

OBITIR DICTUM






Los obreros tienen la costumbre de sacar en carretillas a los esquiroles de las huelgas. Los campesinos tienen la costumbre de poner en la picota a los esquiroles de la causa común. No dudamos que los Soviets encontrarán el medio de condenar como se merecen a los miserables esquiroles de la revolución y de sus organizaciones.


Iósif Stalin

viernes, 10 de junio de 2011

OBITER DICTUM





“Naturalmente, a la lengua, como fenómeno social, le es propio lo común en todos los fenómenos sociales, comprendidas la base y la superestructura, a saber: está al servicio de la sociedad, como todos los demás fenómenos sociales, incluyendo la base y la superestructura. Pero aquí termina, propiamente hablando, lo común a todos los fenómenos sociales. A partir de aquí empiezan diferencias importantes entre los fenómenos sociales.
La cuestión estriba en que los fenómenos sociales, además de ese rasgo común, tienen sus particularidades específicas, que los diferencian a unos de otros y que tienen para la ciencia una importancia primordial. Las particularidades específicas de la base consisten en que ésta sirve a la sociedad desde el punto de vista económico. Las particularidades específicas de la superestructura consisten en que pone al servicio de la sociedad ideas políticas, jurídicas, estéticas y otras, crea para la sociedad las correspondientes instituciones políticas, jurídicas, etc., etc. ¿En qué consisten las particularidades específicas de la lengua, que la diferencian de los demás fenómenos sociales? Consisten en que la lengua sirve a la sociedad como medio de relación entre los hombres, como medio de intercambio de ideas en la sociedad, como medio que permite a los hombres entenderse mutuamente y organizar el trabajo conjunto en todas las esferas de la actividad humana, tanto en la esfera de la producción como en la esfera de las relaciones económicas, tanto en la esfera de la política como en la esfera de la cultura, tanto en la vida social como en la vida privada. Estas particularidades son exclusivas de la lengua, y precisamente porque son exclusivas de la lengua, ésta es objeto de estudio por una ciencia independiente: la lingüística. Si la lengua no tuviera esas particularidades, la lingüística perdería el derecho a una existencia independiente.
En pocas palabras: no puede incluirse a la lengua ni en la categoría de las bases ni en la categoría de las superestructuras.
Tampoco puede incluírsela en la categoría de los fenómenos «intermedios» entre la base y la superestructura, pues tales fenómenos «intermedios» no existen.
Pero ¿quizá puede incluirse la lengua en la categoría de las fuerzas productivas de la sociedad, por ejemplo, en la categoría de los instrumentos de producción? En efecto, entre la lengua y los instrumentos de producción hay cierta analogía: los instrumentos de producción, lo mismo que la lengua manifiestan cierta indiferencia hacia las clases y pueden servir por igual a las diversas clases de la sociedad, tanto a las viejas como a las nuevas. ¿Ofrece esta circunstancia fundamento para incluir la lengua en la categoría de los instrumentos de producción? No, no lo ofrece.
Hubo un tiempo en que N. Y. Marr, viendo que su fórmula «la lengua es una superestructura de la base» encontraba objeciones, decidió «reorientarse» y declaro que «la lengua es un instrumento de producción». ¿Tenía razón N. Y. Marr al incluir la lengua en la categoría de los instrumentos de producción? No, no tenía ninguna razón.
La cuestión estriba en que la semejanza entre la lengua y los instrumentos de producción no va más allá de la analogía que acabo de mencionar. Pero, en cambio, entre la lengua y los instrumentos de producción hay una diferencia esencial. Esa diferencia consiste en que los instrumentos de producción producen bienes materiales, mientras que la lengua no produce nada o sólo «produce» palabras. Más exactamente dicho: si poseen instrumentos de producción, los hombres pueden producir bienes materiales, pero si carecen de ellos, no pueden producir bienes materiales aunque dispongan de una lengua. No es difícil comprender que si la lengua pudiera producir bienes materiales, los charlatanes serían los hombres más ricos de la tierra.”


Iósif Stalin.