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miércoles, 31 de mayo de 2023

OBITER DICTUM


 




«Si Roosevelt no estuviese por debajo del nivel biológico en el cual el concepto del honor entra en las mentes, por debajo del nivel biológico en el cual los seres humanos conciben la existencia de algo llamado honor, el embustero debiera aparecer sobre la escalinata del Capitolio y hacerse el hara-kiri, expiando así los males que ha hecho recaer sobre el pueblo americano. He dicho que debiera suicidarse sobre la escalinata del Capitolio para expiar el mal que ha hecho al pueblo americano. Lo he dicho, lo repito y lo confirmo.


Aquí Ezra Pound, que habla desde Roma.


30 de Marzo de 1942. »



Ezra Pound.


domingo, 28 de mayo de 2023

OBITER DICTUM


 


«Yo cerraría todos los zoos y los parques. O, en última instancia, los destinaría como hogar para los genocidas, los asesinos en serie, los pederastas y los violadores. Y cobraría las visitas guiadas destinando el dinero recaudado a organizaciones humanitarias.»


Javier Reverte.

sábado, 27 de mayo de 2023

OBITER DICTUM


 



«Cuando se llega a una determinada edad sin haber logrado tener intereses directos en la comedia humana, contribuye a aligerar el peso de la vida, badulaquear por el mundo —⁠por un pequeño rincón del mundo⁠— y distraerse con las cosas más nimias. Está ya uno curado de la petulancia de creer que sabe algo de las cosas y busca en los demás lo que a uno le falta y necesita. Uno se convence sin embargo de que los demás se encuentran, más o menos, en la misma situación, lo cual es muy satisfactorio, porque todo lo que sea establecer la inanidad humana contribuye a la propia conformación y al ejercicio de la paciencia.»


Josep Pla.


miércoles, 17 de mayo de 2023

OBITER DICTUM


 


«Perseguir imposibles es locura; imposible es que los ruines dejen de hacer ruindades.»


Marco Aurelio.


domingo, 14 de mayo de 2023

ALLÁ EN LAS INDIAS




EL PERRO AUCA


«Llegando a lo alto del cementerio, en derecho del cabildo de la ciudad, donde estaba Garcilaso de la Vega, mi señor, que era Corregidor entonces, y Teniente el Licenciado Monjaraz, que fue un letrado de mucha prudencia y consejo, desechó el indio cañari la manta que llevaba en lugar de capa, y uno de los suyos se la tomó de los hombros, y él quedó en cuerpo con otra manta ceñida (como hemos dicho que se la ciñen cuando quieren pelear o hacer cualquier otra cosa de importancia); llevaba en la mano derecha una cabeza de indio contrahecha asida por los cabellos. Apenas la hubieron visto los Incas, cuando cuatro o cinco de ellos arremetieron con el cañari y lo levantaron alto del suelo para dar con él de cabeza en tierra. También se alborotaron los demás indios que había de la una parte y de la otra del tablado donde estaba el Santísimo Sacramento; de manera que obligaron al Licenciado Monjaraz a ir a ellos para ponerlos en paz. Preguntó a los Incas que por qué se habían escandalizado. El más anciano respondió diciendo: 

—Este perro auca, en lugar de solemnizar la fiesta, viene con esta cabeza a recordar cosas pasadas que estaban muy bien olvidadas.»



Inca Garcilaso de la Vega.

Historia general del Peru.


viernes, 12 de mayo de 2023

PANEGÍRICO







A NOSA MARÍA



In memoriam.



Llueve. Podría no haber llovido, pero llueve.

A mi abuela le hubiese gustado ver esta lluvia, desde aquí, desde la iglesia. Viniendo con su coche, el que aprendió a conducir con 50 años. A mi abuela le hubiese gustado vernos aquí a todos, a su familia, desde la iglesia. Mi abuela María, las más combativa, la más guerrera.

Die Einzige, María!

Mi abuela no hubiese dudado en vender a cualquiera por su familia, por nosotros. Os hubiese vendido a todos por su marido, por sus hijas, por sus nietos, por su sangre.



Su marido, José, su favorito. 58 años que estuvieron casados. Un matrimonio formado por el día y la noche. La palabra y el silencio. Juntos siempre. Juntos en Alemania. Juntos en el Sixto. Mis abuelos, sentados en los sofás de piel que tanto detestaba yo de pequeña por el frío que me daban. Sus sillones.

Die Könige!

Los reyes. Juntos.



Su hija, Mosi, su favorita. Su primera hija. Que tanto, tanto, tanto se parecían. Las habitaciones estallaban de verborrea y locuacidad cada vez que estaban juntas. Podrían haber comenzado un conflicto internacional y haberlo terminado ellas solas. Y por el medio nos hubiesen llevado a todos al colegio, al médico, hubiesen encargado siete pollos asados, lavado treinta y dos potas y nos hubiesen gritado por no recoger nuestra habitación. Mamá, ahora tendrás que discutir conmigo. Su hija, Mónica, su favorita. Su pequeña, su pequeña alemana. A la que ayudó a discurrir durante toda su vida. Su hija, que ahora con lágrimas en los ojos aún no sabe que es la digna heredera de su trono. Del trono de la abuela.

Mónica, jefa, estoy deseando que me grites que encarte a roupa.



Su nieto, Martín, su favorito, con el que compartía la ira por la existencia de la estupidez, la visión pragmática de las cosas y el descomunal afecto por el ahorro del dinero. Tranquilo, Martín, que seguro que te quedas tú con las fincas. Su nieto, Daniel, su favorito, el de casa, al que crió como a su propio hijo. Al que defendía de perros, piedras, hasta de tus propios primos ¿verdad, Dani? ¿Qué vas a hacer ahora sin que ella te suba a la cama tu zumo de naranja? Y, por último, Rakel, yo, su nieta, su favorita. Hablar de mi relación con ella desde fuera me resulta demasiado vacío. Demasiado perdido. Solo quiero recordar aquellas veces que yo llevaba un vestido de volantes blancos y de mi cuello colgaba el mismo el mismo collar que llevo ahora puesto. El que me regaló cuando yo tenía 7 años. Recuerdo caminar de tu mano, tocar tu brazo que tan suave era, mirarte a los ojos que tan verdes eran y pensar: ¿me comprará unos gusanitos? Ahora pienso que aquello era la absoluta tranquilidad. La ternura de una infancia con una abuela que me adoraba. A la que yo adoraba.



Desde que la abuela enfermó le he dedicado cientos de versos. Versos delgados y versos gordos. Desde que mi abuela enfermó tuve miles de pensamientos sobre el milagro. Sobre el milagro que te merecías, abuela. Y ahora, solo me gustaría hacer del vino: aire, oxígeno! Que nos llenase a todos los pulmones!



Mamá, Mónica: también mi segunda mamá.

Mamá, Mónica, respirad.



Eso es lo que la abuela nos enseñó. La dignidad. Las ganas de vivir. A respirar.



Abuela, ojalá poder volver a cogerte de la mano y decirte cuantísimo te quería.



Ich liebe dich, Mama!

Ich liebe dich, Oma!






martes, 9 de mayo de 2023

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE

 







ENTRE EUCALIPTUS Y ÁLAMOS


«Firmes al Norte, en el edificio de la Facultad de Filosofía y Letras, cuyas aulas se han convertido en nidos de ametralladora y al Sur en la Moncloa, que con su espeso arbolado es una defensa natural magnifica, los republicanos han conseguido estabilizar el frente en estas posiciones y durante semanas y semanas se lucha en los mismos lugares. Un avance de cincuenta metros cuesta muchas horas de combate y centenares de vidas. Las frondosas ramas de los eucaliptos y los álamos de la Moncloa van siendo poco a poco desgajadas por la metralla; sobre el césped de las praderas donde antes jugaban los niños madrileños, se pudren al sol los cadáveres de los combatientes y el agua de los regatos se estanca, sucia de sangre; alrededor de las obras de fortificación que van cambiando la fisonomía de los apacibles jardines y de los campos de deporte. Cada día, las fortificaciones son más perfectas y llega el momento en que es absolutamente imposible hacer ninguna salida, lo mismo a unos que a otros. Las trincheras están tan cerca que los adversarios dialogan fácilmente, pero sin poder levantar jamás la cabeza por encima del parapeto, pues los fuegos cruzados de las ametralladoras barren día y noche las posiciones.»


Manuel Chaves Nogales.

La defensa de Madrid.

Espuela de Plata.


martes, 2 de mayo de 2023

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE

 






EN UN BORODINO DISTINTO


«A bordo del Borodino solo viajaba el equipo de la película y la tripulación. Supe por el capitán que era insólito que el gobierno danés nos hubiese dado permiso para ir a Groenlandia. Ni siquiera los daneses obtenían la autorización, porque había que proteger a los esquimales. Después de tres días revelé mi secreto y les conté a mis amigos mi encuentro con Hitler. Como en Alemania, también aquí las opiniones estaban divididas; unos eran entusiastas, otros escépticos y la mayoría indiferentes. Hubo una gran emoción en cubierta en cuanto se avistaron las primeras ballenas. Sus aletas emergían en la popa del barco; pero más fuerte fue la impresión que nos causó el primer iceberg que desde el horizonte parecía dirigirse hacia nosotros. Este encuentro era más que una imagen insólita, ya que sentíamos que allí flotaba nuestra película. Entretanto, las noches se hacían cada vez más cortas y al final veíamos el sol tanto de día como de noche.»


Leni Riefenstahl.

Memorias.

Editorial Lumen.