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martes, 30 de diciembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


 






AYAHUASCA

CAAPI

NISHI COBIN

NIXI PAE

NATEM

SHORI

UNÍ

YAGÉ


«El seminario usa hoy una mezcla que tiene más de un año, muy fermentada, que se supone más potente y es sin duda más desagradable de tomar. No me fío de brebajes rancios, y bebo 80 ml, un quinto menos que anteayer. El ambiente es algo amenazador, ya que por primera vez llovizna, hay bochorno y padecemos una invasión de saltamontes, escarabajos y mosquitos. El suelo y la tela mosquitera que rodea nuestra maloca están literalmente cuajados de estos insectos. Nada de subida rápida. Paso largo tiempo sobre el colchón, recostado cómodamente gracias a dos almohadas. Como advertido por la ceremonia, un creciente lunar ha roto el celaje de nubes, realzando la grandeza del escenario. El círculo de nuestros colchones dibuja una especie de humilde Stonehenge, dispuesto para captar el curso de las horas. Poco a poco la plata de los perfiles va dando paso a una experiencia visceral, con imágenes espaciadas y tenues, leve náusea y movimientos del aparato digestivo. El aire sigue inmóvil, plagado de mosquitos; sudo mucho. Surge una mujer inquietante, de edad indefinida, que comienza con gestos provocativos y pasa en rápida sucesión a ponerse una lavativa, vomitar sangre, hincharse hasta estallar en mil fragmentos y reaparecer como un montón  de huesos, que inspeccionados algo más de cerca son en su mayoría de conejo. El estallido tiñe todo de rojo, color que persiste al abrir los ojos como un barniz. Vuelvo a cerrarlos y la masacre sigue ahí, tranquilamente. Es satisfactorio no volver la cara, observar el osario con la distancia que proporciona estar viajando de huesos, que inspeccionados algo más de cerca son en su mayoría de conejo. El estallido tiñe todo de rojo, color que persiste al abrir los ojos como un barniz. Vuelvo a cerrarlos y la masacre sigue ahí, tranquilamente. Es satisfactorio no volver la cara, observar el osario con la distancia que proporciona estar viajando.»


Antonio Escohotado.

Sesenta semanas en el trópico.

Editorial Anagrama.


lunes, 29 de diciembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




AMOUR PARCHEMINÉ


Quan les fenêtres comme l’œil du chacal et le désir percent l’aurore, des treuils de soie me hissent sur les passerelles de la banlieue. J’appelle une fille qui rêve dans la maisonnete dorée; elle me rejoint sur les tas de mousse noire et m’offre ses lèvres qui sont des pierres au fond de la rivière rapide. Des pressentiments voilés descendent les marches des édifices. Le mieux est de fuir les grands cylindres de plume quand les chasseurs boitent dans les terres détrempees. Si l’on prend un bain dans la moire des rues, l’enfance revient au pays, levrette grise. L’homme cherche sa proie dans les airs et les fruits sèchent sur des claies de papier rose, à l’ombre des noms démesurés par l’oubli. Les joies et les peines se répandent dans la ville. L’or et l’eucalyptus, de même odeur, attaquent les rêves. Parmi les freins et les edelweiss sombres se reposent des formes souterraines semblables à des bouchons de parfumeurs.

      André Breton.

domingo, 28 de diciembre de 2014

OBITER DICTUM






Por eso hay poca gente que se interese por el espíritu, incluso últimamente, cuando después de un período de explotación salvaje, la burguesía ha adquirido cierta benevolencia tranquila y segura, una capa de grasa compuesta por poetas, filósofos y pintores burgueses.


Vladimir Maiakovski

sábado, 27 de diciembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA



    PECIOS DE SOMBRA


Hablaban con bocas de sombra,
susurraban sucesos mágicos,
historias de herrumbre y de musgo
(no sabían que estaban muertos,
y yo no quería apenarlos).
Fui reconstruyendo sonidos
que en el sueño significaban
para interpretarlos despierto
y atribuirlos a unos labios.

(Quería conocer el nombre
de quienes me hablaban en sueños:
la rosa no olería igual
si su nombre no fuese rosa.)
Rescaté, lúcido y sonámbulo,
los vestigios que la marea
llevó a mi playa de despierto;
con ellos construiría un puente
desde el soñar hasta el velar:
así tendrían consistencia
las palabras impronunciables
que yo escuché cuando dormía,
fantasmal materia de sueño.


José Hierro

viernes, 26 de diciembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




EN RASHTEGAN

“Me dirigí hacia el norte, a Rashtegan, y almorcé allí al calor de la mañana bajo los plátanos y sauces, junto a un seco arroyuelo de verano. Era principios de agosto. Las únicas flores que quedaban eran menta y adelfas, margaritas de otoño y unas pequeñas matas de flores rosas que crecían cerca del agua. Había maíz en numerosas eras terraplenadas en un extremo de la aldea; sus montones amarillos se elevaban sobre el fondo montañoso, bello de un modo árido, donde los pasos septentrionales ascienden por toda la loma. En primer término, al sol, ancianos y chiquillos hacían dar vueltas lentamente en círculo a bueyes negros que arrastraban toscos rodillos con pinchos de madera para desgranar el maíz; mientras, en otro lugar, los jóvenes estaban ocupados aventando; la paja triturada, que levantaban con horcas; se quedaba suspendida en el aire como polvo.
El grupo estaba formado por Ismail, dos mulas y yo. Aziz se había quedado en el valle de Alamut, en su aldea, retenido por la enfermedad de su hijo pequeño, y cuando por fin le llegó mi mensaje, después de haber permanecido una semana impacientándome en Qazvin, se apresuró a enviar sus mulas, que disfrutaban de sus vacaciones anuales de pasto en algún lugar de las colinas a una jornada de viaje, a través de su criado Ismail. Ismail parecía un convicto: tenía la cabeza aplastada por detrás y los brazos y piernas parecían mantenerse juntos por pura casualidad. Sus ropas habían sufrido alguna clase de estropicio: las mangas de la túnica le empezaban a mitad del brazo y terminaban mucho antes de la muñeca; sus anchos pantalones de algodón azules estaban suspendidos mediante algún método inadecuado que exigía que constantemente se los estuviera subiendo; y llevaba unas seis correas y bolsas diferentes en las que se alojaban por separado su amuleto, su dinero, su cuchillo, una aguja de buhonero y otros objetos. Además, lucían una estropeada gorra con visera y mis prismáticos, que llevaba colgados de través con aire desenvuelto, ofrecían un último toque incongruente de turista. Era terriblemente estúpido. Su comida diaria, que consistía en un queso rancio que llevaba envuelto en una piel de cabra y colgado al cuello, hacía que estar cerca de él resultara una dura prueba.
--Quedad en las manos de Dios –dijo el camarero del Grand Hotel cuando nos marchamos de Qazvin; y cuando partía hacia las colinas con la única compañía de Ismail, sentí que semejante deseo piadoso era necesario.
En Rashtegan tuvimos problemas porque la parcela de hierba bajo los árboles donde me senté era la única de la aldea y demasiado preciosa para que las mulas se la comieran. Ismail tuvo que atarlas un poco más lejos, mientras una mujer que había discutido el asunto con voz estridente de pronto se volvió afable y, sentándose en cuclillas con el samovar, se dispuso a ofrecerme té y huevos. Tenía un rostro de expresión viva, los ojos brillantes, y una alegría aparentemente explicada por la inexistencia de un marido.”


Freya Stark. Los Valles de los Asesinos. Ediciones Península.

lunes, 22 de diciembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




A LA HORA DE COMER


“Pasando de la lengua al paladar, puesto que es poca la distancia, necesité un tanto de buena voluntad para habituarme a ciertas salsas y guisos y bazofias de la cocina española. Pero me habitué. Los franceses, que en punto a comer son quisquillosos como muchachos mal acostumbrados, dicen pestes; Alejandro Dumas afirma que ha padecido hambre en España; y un libro sobre este país, que tengo a la vista, sostiene que los españoles no viven más que de miel, hongos, uvas y legumbres. Son tonterías. Lo mismo podrían decir de nuestra cocina: he conocido a muchos españoles que no podían ver comer macarrones sin que se les moviera el estómago.  Abusan un poco de las pastas y lo graso; condimentan demasiado fuerte; pero… vamos: no tanto como para quitarle el apetito a Dumas. Son maestros, entre otras cosas, en platos dulces. Además, su puchero, el plato nacional, comido todos los días, por todos, en todo el país, digo la verdad, lo devoraba con rosiniana glotonería. El puchero es, respecto al arte culinaria, lo que es respecto a la literatura una antología: hay un poco de todo, y de lo mejor. Una buena tajada de vaca hervida forma como el núcleo del plato; alrededor un ala de pollo, un pedazo de chorizo (el chorizo con prodigalidad), yerbas y pernil; encima, debajo, y en todos los intersticios, garbanzos. Son una especie de ceci; pero más gruesos, más tiernos, más sabroso; ceci, diría un extravagante, caidos de algún mundo donde a una vegetación como la nuestra la fecundase un sol más poderoso. Este es el puchero usual; pero cada familia lo modifica según la bolsa: el pobre se contenta con la carne y los garbanzos; el señor le añade cien bocadillos exquisitos. En realidad es más bien una comida que un plato: por eso muchos no comen otra cosa: un buen puchero y una botella de Valdepeñas pueden bastar a cualquiera. No hablo de las naranjas, de las uvas de Málaga, de los espárragos, de las alcachofas y otras especies de legumbres y frutas, que todos saber ser en España hermosísimas y muy buenas. Esto no obstante, los españoles comen poco; y aunque en su cocina predominen la pimienta, la salsa fuerte y la carne salada; aunque coman chorizos que, como ellos dicen, levantan las piedras, beben poquísimo vino. Después de la fruta, en vez de estarse allí haciéndole centinela a una buena botella, toman por lo común su taza de café con leche: rara vez beben vino de mañana. Jamás he visto a un español apurar su botella en las mesas redondas de los albergues; y a mí, que la vaciaba, mirábanme con aire de estupor, como a un bebedor escandaloso. Es raro en las ciudades de España, aun los días de fiesta, encontrar un borracho: justamente por esto, habida consideración a la sangre fogosa y al libérrimo comercio que se hace de cuchillos y puñales, ocurren menos riñas con heridas y muertes de lo que fuera de España se piensa.
Encontrada la casa y la cocina, no me quedó más pensamiento que el de vagar a la ventura por la ciudad, con la Guia  en el bolsillo y el cigarro de tres cuartos en la boca.”


Edmundo de Amicis. España. Librería de Vicente López.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






Vav


La noche tiene espejos profundos y opacos, en los cuales se refleja la verdad como en un pozo.
Espejos diáfanos, claros y opacos, a la manera de los valles, en los cuales el más pequeño detalle resalta ante los ojos y que tienen la inexorable serenidad de la conciencia.
Espejos claros y tranquilos, semejantes a las lunas que descubren los guijarros del sendero; y ante los cuales el hombre libertino puede contar todas sus arrugas y la mujer impura todas sus manchas.
Espejos lúcidos y diáfanos, en cuyo fondo cárdeno se reflejan frentes pálidas, mejillas descarnadas y ojos verticales como abismos.
Espejos de reproches y de remordimientos, cuyos cristales se empañan de suspiros y que son como lunas veladas, bajo el hálito frío de los infortunados.


Rafael Cansinos Assens.

lunes, 15 de diciembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






ISADORA DUNCAN

“A esta hora están quemando en el Columbarium de París un cuerpo natural. Mientras cuarenta mil unidades de la Legión Americana desfilan del Arco del Triunfo al Hotel de Ville, están a estas horas quemando en el cementerio del Pére Lachaise, las últimas falanges y los postreros carpos del cuerpo, mediano y regular, de Isadora Duncan. Suenan, por el anverso de la vida, del lado de los cowboys, vencedores de Verdun, bombos de primera y tibias bárbaras y resuenan, por el reverso de la vida, del lado de la artista caída, las sinfonías de duelo de Chopin y de Beethoven. La orquesta de Valvé está a esta  hora  acompañando al cuerpo de la mujer más rítmica del mundo a danzar, entre llamas verdaderas, el número más rojo y más cordial de las esferas. Raf Lawton ejecuta luego el Concierto en Re de Bach...
Son los funerales, castos y sonrosados, de Isadora Duncan. La pira griega recibe alegremente un leño antiguo, familiar por la estatura, rico en esencias combustibles. Son los funerales, castos y dionisiacos, de Isadora Duncan. Al resplandor del fuego en que ahora está ardiendo el cuerpo, humano y regular, de Isadora Duncan, vemos con nuestros ojos humanos, regulares, que es la carne y nada más cuanto ha sido la bailarina de los pies desnudos. Ni  figura de los vasos griegos ni estatua de Tanagra. Ni velos ligeros ni arabescos. Tampoco bajorrelieve antiguo ni musa que juega a los huesecillos sobre los arenales de Salamina. La bailarina de los pies desnudos fue sólo carne viva, acto caminante y orgánico del universo.  ¿A qué más  sino a carne puede aspirar el ritmo  universal?  La más dinámica estatua  del friso más  perfecto, no vale en euritmia una  corriente de sangre que riega la segunda  cabeza de un monstruo de carne y hueso. Y en Isadora  Duncan  fue la carne  más carne, el hueso  más hueso, el dolor más dolor, la alegría más alegre, la célula más dramática: todo para  violentar la inquietud del ser  humano y para hacer la vorágine vital más dionisiaca.
Isadora Duncan fue la bailarina más grande de la época y la mujer más trágica de todas las mujeres.

La prodigiosa  aventura  de esta  joven americana –dice André Levinson- misionera  de una estética nueva, no admite  rival en  la historia  de la danza  y  aún  del teatro.  La venida al mundo de Isadora Duncan  fue como la realización de uno de esos sueños que a menudo consuelan  a los hombres,  en  las horas sombrías  de la historia:  el retorno  a la edad  de oro, la promesa  del paraíso recuperado, en fin, aquel 'estado de naturaleza' que Juan Jacobo Rousseau  había imaginado. Ella venía a liberar  al instinto de las trabas que le opone  la civilización y  a hacer  triunfar  la emoción  espontánea  de la convención  razonada.

Y Fernand Divoire, añade, refiriéndose a la vida circunstancial de la artista:

En verdad, Isadora Duncan, para todos los que la conocieron, estaba desde hacía tiempo  muerta. Esta mujer, cuya voluntad y aspiración  no fueron sino un inmenso impulso hacia la Belleza, hacia la Libertad y hacia la Juventud,  había visto quebrarse de un solo golpe todas las fuerzas de su vida, el día en que un automóvil cayó en el Sena, ahogando a sus tiernos hijos. Patrick y Deardree. Desde aquel día, la vida de la Gran  Bailarina no fue más que un suicidio largo, voluntario y tenaz...

Estos dos párrafos de Divoire y Levinson sintetizan lo que ha sido Isadora  Duncan: la creadora de la danza  moderna y la mujer  dramática por excelencia.  Norteamericana de San Francisco, penetró en  el espíritu dionisiaco de la danza  pagana, bailando al pie del mismo Acrópolis. Al presentarse, por la primera vez en  París,  en  1903, predicó toda su estética en estas breves palabras: "Lo que es contrario  a la naturaleza  no es bello". Su aparición en el Teatro Sarah Bernhardt  revolucionó  la plástica  y el  movimiento  académicos. Casó con Mr. Singer, el célebre fabricante  de máquinas de coser. Atacó, en la persona  de las bailarinas de corset, a todo lo que es artificio elaborado. Dirigió a Maeterlinck una carta, invitándole exabrupto  a crear con ella un hijo, que tuviese el genio de sus dos procreadores. Bailó por primera vez lo que antes se creyó que no era bailable: las sinfonías  de Beethoven,  de Brahms  y Chopin  y los lieds de Wagner.  (Yo la vi en su último recital del Teatro  Mogador, en julio de este año, bailar con ya moribundo brillo- la Sinfonía Inconclusa de Schubert y Tannhauser). Luego viajó por Viena, Berlín, Budapest, Moscú, donde  casó con Sergio Essenin, el poeta comunista, que después suicidose en 1925. Todos sus hijos perecieron ahogados en el Sena. Murió ahorcada por un velo, recorriendo en automóvil y a ciento veinte caballos de fuerza, la luminosa Costa Azul, una tarde de estío de 1927. Su cuerpo, envuelto  en una túnica violeta, fue quemado en el Columbarium de París, entre lises, rosas y margaritas  y a los sones de un coro  de canéforas. Biografía, como  se ve, digna de una tragedia de Esquilo.
Isadora  Duncan acaba, de este modo, en un poco de humo ligero y otro  poco de ceniza. Pero la tierra  retiene para siempre el latido de sus pies desnudos, que ritman el latido de su corazón.”


Cesar Vallejo.
Crónicas de poeta.
Biblioteca Ayacucho.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

OBITER DICTUM








“Personas como él, útiles para los demás, en el fondo son muy desgraciadas, porque a la hora de la verdad están condenadas a la más absoluta de las soledades. Es cierto que buscan otros congéneres; pero incluso cuando –a veces—les parece que los han encontrado en tal país o ciudad, cuando ya los han conocido a fondo, un buen día se despiertan con la sensación de que nada les une a ellos, que pueden marcharse de ese lugar en cualquier momento, pues de pronto descubren que las ha deslumbrado otro país y otra gente, y que el acontecimiento que ayer mismo las fascinaba ha palidecido, perdiendo todo sentido e importancia.”

Ryszard Kapuscinski.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






PAISAJE DEL TRÓPICO


Polvo y moscas. Atmósfera plomiza
donde retumba el tabletear del trueno
y, como cisnes entre inmundo cieno,
nubes blancas en cielo de ceniza.

El mar sus hondas glaucas paraliza,
y el relámpago, encima de su seno,
del horizonte en el confín sereno
traza su rauda exhalación rojiza.

El árbol soñoliento cabecea,
honda calma se cierne largo instante,
hienden el aire rápidas gaviotas,

el rayo en el espacio centellea,
y sobre el dorso de la tierra humeante
baja la lluvia en crepitantes gotas.


Julián del Casal.



viernes, 5 de diciembre de 2014

ALLÁ EN LAS INDIAS





LO QUE YO VIDE POR VISTA DE OJOS


“Al principio desta relación se dijo cómo el gobernador Pedro de Orsúa era caballero, y del reino de Navarra; agora trataremos aquí algo de su persona, condicion y costumbres. Era Pedro de Orsúa mancebo de hasta treinta y cinco años, de mediana disposicion y algo delicado, de miembros bien proporcionados para el tamaño de su persona. Tenia la cara hermosa y alegre, la barba çaheña y bien puesta y poblada. Era gentil hombre y de buena prática y conversación, y mostrábase muy afable y compañero con sus soldados. Presciábase de andar muy polido, y ansí lo era en todas sus cosas. Parescia que tenia gracia especial en sus palabras, porque á todos los más que comunicaba atraía á su querer y voluntad; trataba á sus soldados bien y con mucha crianza. Fué más misericordioso que riguroso. Era extremado en aventajarse de entender en la gineta y la brida, porque siempre lo mostró ser muy galan caballero, porque muchos que lo entendian le reconocian ventaja en esto. Sobre todo sirvió bien á Su Majestad, bien y fielmente, sin que en él se hallase cosa en contrario, ni aun en el pensamiento, según lo que en él se conosció. Mientras tuvo estas condiciones arriba dichas fué siempre bien quisto y amado de todos; pero como dicen que pocos de los mortales viven sin falta, entre estas virtudes tuvo algunos vicios y resabios, aunque se creyó que doña Inés, su amiga, le hizo tomar los más dellos; aunque muchos que le habíamos más entendido su condicion, no podiamos creer sino que su enfermedad era causa de haberse mudado, sino que como sean tantos los que iban, y cada de diferente condicion y opinion, unos decian tener la culpa doña Inés, su amiga, y otros su enfermedad, porque, cierto, hasta que anduvo indispuesto no habia hecho mudanza en su buena condicion, y habia harto tiempo tratado con la doña Inés. Hágalo una cosa ú otra, parescía en alguna manera codicioso, aunque cuando era menester era largo en dar y más en prometer. Si tenia necesidad de alguno hacíale grandes ofertas y promesas, y desde que le tenia donde no se podia desasir y hecho todo lo que pretendia, no cumplia todo lo que prometia, aunque este vicio es comun á los capitanes por la mayor parte de Indias; y si via alguna cosa ó presea buena á algún soldado de los suyos, luego se lo cudiciaba y trataba ferias y procuraba haberla en su poder. Fué en alguna manera ingrato á sus amigos y á los que le habían servido ó hecho por él. Usaba poco la caridad con los enfermos ó necesitados; pocas veces los visitaba. Guardaba los enojos y rencores por mucho tiempo, y habíase hecho remiso y descuidado en la buena gobernacion y disciplina de su campo y armada, y mal acondicionado y desabrido, tanto, que los que primero le conociamos deciamos unos con otros que no era posible que fuese Pedro de Orsúa o que estuviese en su libre juicio. Finalmente, era muy enamorado y dado á mujeres, aunque honesto en no tratar en ellas, ni loarse de lo que en semejantes negocios acaece á muchos. Vivió sólo tres meses y tres dias desde que se embarcó en el astillero hasta que le mataron. Embarcóse á los veinte y seis de septiembre de mil y quinientos y sesenta y uno años. Los que aquella noche se hallaron en matar a Pedro de Orsúa, Gobernador, y á su teniente don Juan de Vargas, según lo que yo vide por vista de ojos, porque me hallé con el Gobernador, y es muy cierto, porque demas desto, ellos después se loaban dello, son los siguientes:
Don Fernado de Guzman, Juan Alonso de la Bandera, Lorenzo de Salduendo, Alonso de Montoya, Miguel Serrano de Cáceres, Pedro de Miranda, mulato; Pero Hernández, Martin Perez, Diego de torres, Cristobal Fernandez, Alonso de Villena, Juan de Vargas, canario, y el cruel tirano Lope de Aguirre, cabeza y inventor de maldades.”

Francisco Vázquez. Relación de todo lo que sucedió en la jornada de Omagua…


martes, 2 de diciembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA



          OCASO


Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho,
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar y no pensar en nada!...


                                       Manuel Machado

lunes, 1 de diciembre de 2014

OBITER DICTUM





“El humanismo es una doctrina de salvación: la creencia en que la humanidad puede hacerse con el control de su destino. Para los verdes, esto se ha traducido en una aspiración: la de que la humanidad se convierta en sabia administradora de los recursos del planeta. Pero cualquier persona que no cifre esperanzas vanas en su propia especie se dará cuenta de lo absurda que es la idea de que los propios seres humanos, a través de su acción, puedan salvarse a sí mismos o al planeta. Saben que el resultado final no está en manos humanas. Si las personas actúan como si no lo supieran, lo hacen llevadas por un antiguo instinto: la creencia en que los seres humanos pueden conseguirlo.”


John Gray.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






PASA EL VIENTO


De aquel amor que nunca fuera mío
y sin embargo se tomó mi vida,
me queda esta nostalgia repetida
sin fin, cuando sollozo y cuando río.

A veces desde el fondo del estío,
llega la misma música entre oída
en el tiempo gozoso, la encendida
música que cayera en el vacío.

Y quiere asirla el corazón. Beberla
como un vaso de vino. Retenerla
para creer de nuevo en la dulzura.

Pero se escapa y huye con el viento,
y me deja tan sólo este lamento,
donde esconde su rostro la amargura.


Meira Delmar.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




HISTORIA DE UNA LÁGRIMA                      

             V


En vano busques: escucha. Formas de eternidad,
Los seres del silencio irán a consolarte.


Julia Uceda

viernes, 21 de noviembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL PEINE DE LA MEMORIA


        “Releo mis notas con sentimientos encontrados. El primero se refiere a la cantidad de experiencias que me han sido concedidas. Es un buen peso, un paquete que podría bastar para una existencia entera, si no fuera por la característica mecánica del dispositivo humano, que cuantos más años consume, más querría consumir. La vida humana tiene un largo rodaje y, cuando nos asomamos a la madurez, tenemos la impresión de que no estamos más que preparándonos para enfilar la recta de salida. ¿No será que Dios lo ha acertado todo menos la duración de la vida? El otro sentimiento es el de haber omitido una montaña de recuerdos, como si el peine de la memoria hubiese apenas realizado un cardado rudimentario entre los nudos más evidentes, dejándose los cabellos más finos, los que habrían dotado al retrato robot de sus rasgos determinantes. Quién sabe si el enfoque no debería haber sido más radicalmente instintivo, si la estructura ideal de una biografía no se encuentra a mitad de camino entre una especie de dictado automático a lo Breton y unos jocosos versos fesceninos de la memoria. Liberar las cosas del envoltorio de las palabras, las palabras de la esclavitud sintáctica o estilística; pasar de las repeticiones, por qué no utilizar hasta diez veces en una página las expresiones más adecuadas, las que mejor explican mis manías secretas y tal vez toda mi historia, ahí tienes, este «tal vez» que asoma tan frecuente y tentador, tal vez precisamente (también «precisamente», se entiende) porque todo parece opinable cuando se remueve el pasado o se especula sobre las posibilidades futuras (y sé muy bien que he utilizado demasiadas palabras extranjeras, pero qué más da, si tengo facilidad para los idiomas, ¿por qué ocultarlo?, además, ya se sabe que cada idioma tiene sus nuances intraducibles).”


Vittorio Gassman. Un gran futuro a mis espaldas. Acantilado.

lunes, 17 de noviembre de 2014

OBITER DICTUM





“Poca gente protestaría de la validez o utilidad del principio antrópico débil. Algunos, sin embargo, van mucho más allá y proponen una versión fuerte del principio. De acuerdo con esta nueva teoría, o hay muchos universos diferentes, o muchas regiones diferentes de un único universo, cada uno/a con su propia configuración inicial y, tal vez, con su propio conjunto de leyes de la ciencia. En la mayoría de estos universos, las condiciones no serían apropiadas para el desarrollo de organismos complicados; solamente en los pocos universos que son como el nuestro se desarrollarían seres inteligentes que se harían la siguiente pregunta: ¿por qué es el universo como lo vemos? La respuesta, entonces, es simple: si hubiese sido diferente, ¡nosotros no estaríamos aquí!”


Stephen W. Hawking.