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viernes, 20 de diciembre de 2024

ALLÁ EN LAS INDIAS

 



INDIOS, NEGROS, PUTOS Y CRISTIANOS


«Llegó en fin a Cuareca, donde era señor Torecha, que salió con mucha gente no mal armada a defender la entrada en su tierra si no le contentasen los extranjeros barbudos. Preguntó quiénes eran, qué buscaban y dónde iban. Como oyó ser cristianos, que venían de España y que andaban predicando nueva religión y buscando oro, y que iban a la mar del Sur, díjoles que se tornasen atrás sin tocar a cosa suya, so pena de muerte. Y visto que hacer no lo querían, peleó con ellos animosamente. Mas al cabo murió peleando, con otros seiscientos de los suyos. Los otros huyeron a más correr, pensando que las escopetas eran truenos, y rayos las pelotas; y espantados de ver tantos muertos en tan poco tiempo, y los cuerpos unos sin brazos, otros sin piernas, otros hendidos por medio, de fieras cuchilladas. En esta batalla se tomó preso a un hermano de Torecha en hábito real de mujer, que no solamente en el traje, pero en todo, salvo en parir, era hembra. Entró Balboa en Cuareca; no halló pan ni oro, que lo habían alzado antes de pelear. Empero halló algunos negros esclavos del señor. Preguntó de dónde los habían, y no le supieron decir o entender más de que había hombres de aquel color cerca de allí, con quien tenían guerra muy ordinaria. Estos fueron los primeros negros que se vieron en Indias, y aun pienso que no se han visto más. Aperreó Balboa cincuenta putos que halló allí, y luego quemólos. informado primero de su abominable y sucio pecado. Sabida por la comarca esta victoria y justicia, le traían muchos hombres de sodomía que los matase. Y según dicen, los señores y cortesanos usan aquel vicio, y no el común; y regalaban a los alanos, pensando que de justicieros mordían los pecadores; y tenían por más que hombres a los españoles, pues habían vencido y muerto tan presto a Torecha y a los suyos.»


Francisco López de Gomara.

Historia de la conquista de México.


domingo, 29 de octubre de 2023

ALLÁ EN LAS INDIAS


 

A TIERRA FIRME


«A Diego de Nicuesa y Alonso de Hojeda, que fueron los primeros conquistadores de tierra firme de Indias, dio el rey una instrucción de diez o doce capítulos. El primero, que les predicasen los Evangelios. Otro, que les rogasen con la paz. El octavo, que queriendo paz y fe fuesen libres, bien tratados y muy privilegiados. El nono, que si perseverasen en su idolatría y comida de hombres y en la enemistad, los cautivasen y matasen libremente, que hasta entonces no se consentía. Alonso de Hojeda, natural de Cuenca, que fue capitán de Colón contra Caonabo, armó el año de 8, en Santo Domingo, cuatro navíos a su costa y trescientos hombres. Dejó al bachiller Martín Fernández de Enciso, su alcalde mayor por cédula del rey, para llevar tras él otra nao con ciento y cincuenta españoles y mucha vitualla, tiros, escopetas, lanzas, ballestas y munición, trigo para sembrar, doce yeguas y un hato de puercos para criar; y él partió de la Beata por diciembre. Llegó a Cartagena, requirió los indios, e hízoles guerra como no quisieron paz, mató y prendió muchos. Hubo algún oro, mas no puro, en joyas y arreos del cuerpo. Cebóse con ello y entró la tierra adentro cuatro leguas o cinco, llevando por guía ciertos de los cautivos.»


Francisco López de Gomara.

Historia de la conquista de México.


sábado, 29 de abril de 2023

ALLÁ EN LAS INDIAS


 




SOBRE EL VENENO Y EL ACERO


«Llegó a una aldea de cien casas y trescientos vecinos. Combatióla, y retiróse sin tomarla. Defendiéronse tan bien los indios, que mataron setenta españoles y a Juan de la Cosa, segunda persona después de Hojeda, y se los comieron. Tenían espadas de palo y piedra, flechas con puntas de hueso y pedernal y untadas de yerba mortal; varas arrojadizas, piedras, rodelas y otras armas ofensivas. Estando allí llegó Diego de Nicuesa con su flota, de que no poco se holgaron Hojeda y los suyos. Concertáronse todos, y fueron una noche al lugar donde murió Cosa y los setenta españoles: cercáronlo, pusiéronle fuego, y como las casas eran de madera y hoja de palmas, ardió bien. Escaparon algunos indios con la oscuridad; pero los más, o cayeron en el fuego o en el cuchillo de los nuestros, que no perdonaron sino a seis muchachos. Allí se vengó la muerte de los setenta españoles. Hallose debajo de la ceniza oro, pero no tanto como quisieran los que la escarbaron.»


Francisco López de Gomara.

Historia de la conquista de México.


miércoles, 22 de junio de 2022

ALLÁ EN LAS INDIAS


















UN TANTITO ENCALABRIADOS 

                                                           

«Tienen buena estatura, pocas barbas y pelos, fuera de la cabeza y cejas, en especial las mujeres. Dicen que se los quitan y matan con cierta yerba y polvos de unas como hormigas; andan desnudos en general, principalmente las cabezas. Traen metido lo suyo en un caracol, caña o cañuto de oro, y los compañeros de fuera. Los señores y principales visten mantas de algodón, a fuer de gitanas, blancas y de color. Las mujeres se cubren de la cinta a la rodilla, y sí son nobles, hasta el pie. Y estas tales traen por las tetas unas barras de oro, que pesan algunas doscientos pesos, y que están primamente labradas de flores, peces, pájaras y otras cosas relevadas. Traen ellas, y aun ellos, zarcillos en las orejas, anillas en las narices y bezotes en los bezos. Casan los señores con cuantas quieren; los otros, con una o con dos, y aquélla no hermana, ni madre, ni hija. No las quieren extranjeras ni desiguales. Dejan, truecan y aun venden sus mujeres, especial si no paren; empero es el divorcio y apartamiento estando ella con su camisa, por la sospecha del preñado. Son ellos celosos, y ellas buenas de su cuerpo, según dicen algunos. Tienen mancebías públicas de mujeres, y aun de hombres en muchos cabos, que visten y sirven como hembras sin les ser afrenta, antes se excusan por ello, queriendo, de ir a la guerra. Las mozas que yerran echan la criatura, con yerbas que para ello comen, sin castigo ni vergüenza. Múdanse como alárabes, y ésta debe de ser la causa de haber chicos pueblos. Andan los señores en mantas a hombros de sus esclavos, como en andas; son muy acatados; ultrajan mucho los vasallos; hacen guerra justa e injustamente sobre acrecentar su señorío. Consultan las guerras los señores y sacerdotes sobre bien borrachos o encalabriados con humo de cierta yerba. Van muchas veces con los maridos a pelear las mujeres, que también saben tirar de un arco, aunque más deben ir para ser vicio y deleite.»

Francisco López de Gomara.
Historia de la conquista de México.

miércoles, 3 de marzo de 2021

ALLÁ EN LAS INDIAS




VIDA, HONRA, HACIENDA Y SEÑORÍO


Comenzaron los indios de Paulo a descargar sus hondas y varas con mucha grita. Fue a ellos Castro con sus arcabuceros, y retrájolos. Socorrióles Marticote, capitán de arcabucería, y comenzóse la escaramuza. Comenzaron a subir a lo alto y llano los escuadrones de Vaca de Castro al son de unos atambores. Disparó en ellos la artillería y llevó una hilera entera, y los hizo abrir y aun ciar; mas los capitanes los hicieron cerrar y caminar delante con las espadas desnudas, y por romper fueran rompidos, si Francisco de Caravajal, que regía las haces, no los detuviera hasta que acabase de tirar la artillería. Mataron en esto los arcabuceros de don Diego a Perálvarez Holguín y derribaron a Gómez de Tordoya, por lo cual, y por el daño que los tiros hacían en la infantería, dio voces Pedro de Vergara, que también herido estaba, a los de caballo que arremetiesen. Sonó la trompeta, y corrieron para los enemigos. Don Diego salió al encuentro con gran furia. Cayeron muchos de cada parte con los primeros golpes de lanza y muchos más con los de espada y hacha. Estuvo en peso buen rato la batalla sin declarar victoria por ninguna de las partes, aunque los peones de Vaca de Castro habían ganado la artillería y los de don Diego habían muerto muchos contrarios y tenían dos banderas enteras. Anochecía ya y cada uno quería dormir con victoria; y así peleaban como leones, y mejor hablando como españoles, ca el vencido había de perder la vida, la honra, la hacienda y señorío de la tierra, y el vencedor ganarlo.

Francisco López de Gomara.
Historia general de las Indias.

martes, 18 de febrero de 2020

ALLA EN LAS INDIAS





DESGRACIA Y FORTUNA


Navegando una carabela por nuestro mar Océano tuvo tan forzoso viento de levante y tan continuo, que fue a parar en tierra no sabida ni puesta en el mapa o carta de marear. Volvió de allá en muchos más días que fue; y cuando acá llegó no traía más que al piloto y a otros tres o cuatro marineros, que, como venían enfermos de hambre y de trabajo, se murieron dentro de poco tiempo en el puerto. He aquí cómo se descubrieron las Indias por desdicha de quien primero las vio, pues acabó la vida sin gozar de ellas y sin dejar, a lo menos sin haber memoria de cómo se llamaba, ni de dónde era, ni qué año las halló. Bien que no fue culpa suya, sino malicia de otros o envidia de la que llaman fortuna. Y no me maravillo de las historias antiguas que cuenten hechos grandísimos por chicos o oscuros principios, pues no sabemos quién de poco acá halló las Indias, que tan señalada y nueva cosa es. Quedáranos siquiera el nombre de aquel piloto, pues todo con la muerte fenece. Unos hacen andaluz a este piloto, que trataba en Canaria y en la Madera cuando le aconteció aquella larga y mortal navegación; otros vizcaíno, que contrataba en Inglaterra y Francia; y otros portugués, que iba o venía de la Mina o India, lo cual cuadra mucho con el nombre que tomaron y tienen aquellas nuevas tierras. También hay quien diga que aportó la carabela a Portugal, y quien diga que a la Madera o a otra de las islas de los Azores; empero ninguno afirma nada. Solamente concuerdan todos en que falleció aquel piloto en casa de Cristóbal Colón, en cuyo poder quedaron las escrituras de la carabela y la relación de todo aquel largo viaje, con la marca y altura de las tierras nuevamente vistas y halladas.

Francisco López de Gomara.

Historia de la conquista de México.

sábado, 21 de octubre de 2017

ALLÁ EN LAS INDIAS






LO QUE SIENTEN DEL ÁNIMA


       “Bien pensaban estos mexicanos que las ánimas eran inmortales, y que penaban o gozaban según vivieron, y toda su religión a esto se encaminaba; pero donde más claramente lo mostraban, era en los mortuorios. Tenían que había nueve lugares en la tierra donde iban a morar los difuntos: uno junto al Sol, y que los hombres buenos, los muertos en batalla y sacrificados iban a la casa del Sol, y que los malos se quedaban acá en la tierra; y repartíanse deesta manera: los niños y mal paridos iban a un lugar, los que morían de vejez o enfermedad iban a otro, los que morían súbita y arrebatadamente iban a otro, los muertos de heridas y mal pegajoso iban a otro, los ahogados a otro; los justiciados por delitos, como eran hurto y adulterio, a otro; los que mataban a sus padres, hijos y mujeres, tenían casa por sí. También estaban por su cabo los que mataban al señor y a sacerdote alguno.
       La gente menuda comúnmente se enterraba. Los señores y ricos hombres se quemaban, y quemados, los sepultaban. En las mortajas había gran diferencia, y más vestidos iban muertos que anduvieron vivos. Amortajaban las mujeres de otra manera que a los hombres, ni que a los niños. Al que moría por adúltero vestían como al dios de la lujuria, dicho Tlazolteutl; al ahogado, como a Tlaloc, dios del agua; al borracho, como a Ometochtli, dios del vino; al soldado, como a Uitcilopuchtli; y finalmente, a cada oficial daban el traje del ídolo de aquel oficio."


Francisco López de Gomara. 
Historia de la conquista de México.

viernes, 29 de julio de 2016

ALLÁ EN LAS INDIAS




HATO Y CABAÑA


         “Vivió Cortés en Santiago de Barucoa, que fue la primera población de aquella isla. Crió vacas, ovejas y yeguas; y así, fue el primero que allí tuvo hato y cabaña. Sacó gran cantidad de oro con sus indios, y en breve llegó a ser rico, y puso dos mil castellanos en compañía de Andrés de Duero, que trataba. Tuvo gracia y autoridad con Diego Velázquez para despachar negocios y entender en edificios, como fueron la casa de la fundación y un hospital. Llevó a Cuba Juan Xuárez, natural de Granada, tres o cuatro hermanas suyas y a su madre, que habían ido a Santo Domingo con la virreina doña María de Toledo, el año de IX, con pensamiento de casarse allá con hombres ricos, porque ellas eran pobres; y aun la una de ellas, que había por nombre Catalina, solía decir muy de veras cómo tenía de ser gran señora, o que lo soñase, o que se lo dijese algún astrólogo, aunque diz que su madre sabía muchas cosas. Eran las Xuárez bonicas; por lo cual, y por haber allí pocas españolas, las festejaban muchos, y Cortés a la Catalina, y en fin se casó con ella, aunque primero tuvo sobre ello algunas pendencias y estuvo preso, que no la quería él por mujer y ella le demandaba la palabra. Diego Velázquez favorecíala por amor de otra su hermana, que tenía ruin fama, y aun él era demasiado mujeril. Acusábanle Baltasar Bermúdez, Juan Xuárez, dos Antonios Velázquez y un Villegas para que se casase con ella; y como le querían mal, dijeron muchos males de él a Diego Velázquez acerca de los negocios que le encargaba, y que trataba con algunas personas cosas nuevas en secreto. Lo cual, aunque no era verdad, llevaba color de ello; porque muchos iban a su casa, y se quejaban del Diego Velázquez, porque o no les daba repartimiento de indios, o se lo diera pequeño. Diego Velázquez creyó esto, con el enojo que de él tenía porque no se casaba con la Catalina Xuárez, y le trató mal de palabras en presencia de muchos, y aun lo echó preso. Cortés, que se vio en el cepo, temió algún proceso con testigos falsos, como suele acontecer en aquellas partes. Quebró el pestillo del candado del cepo, tomó la espada y rodela del alcaide, abrió una ventana, descolgose por ella, y fuese a la iglesia.”


Francisco López de Gomara. 
Historia de la conquista de México.

sábado, 14 de julio de 2012

ALLÁ EN LAS INDIAS




LA SUERTE DE CORTÉS


         “Diego Velázquez riñó a Cristóbal de Lagos, diciendo que soltara a Cortés por dineros y soborno, y procuró de sacarlo por engaño de sagrado, y aun por fuerza; mas Cortés entendía las palabras y resistía la fuerza; empero descuidose un día, y cogiéronle paseando delante la puerta de la iglesia, Juan Escudero, alguacil, y otros, y metiéronle en una nave so sota. Entonces favorecían muchos a Cortés, sintiendo pasión en el gobernador. Cortés, como se vio en la nave, desconfió de su libertad, y tuvo por cierto que lo enviarían a Santo Domingo o a España. Probó muchas veces a sacar el pie de la cadena, y tanto hizo, que lo sacó aunque con grandísimo dolor. Trocó luego aquella misma noche sus vestidos con el mozo que lo servía; salió por la bomba sin ser sentido; colose de presto por un lado del navío al esquife, y fuese con él; mas porque no le siguiesen, soltó el barco de otro navío que allí junto estaba. Era tanta la corriente de Macaguanigua, río de Barucoa, que no pudo entrar con el esquife, como remaba solo y cansado, ni aún supo tomar tierra, temiendo ahogarse si trabucaba el barco. Desnudose, y atose con un tocador sobre la cabeza ciertas escripturas que tenía, como escribano de ayuntamiento y oficial del tesorero, y que hacían contra Diego Velázquez; echose a la mar, y salió nadando a tierra. Fue a su casa, habló a Juan Xuárez, y metiose otra vez en la iglesia con armas.
Diego Velázquez envió a decir entonces a Cortés que lo pasado fuese pasado, y fuesen amigos como primero, para ir sobre ciertos isleños que andaban alzados. Cortés se casó con la Catalina Xuárez, porque lo había prometido y por vivir en paz, y no quiso hablar a Diego Velázquez en muchos días. Salió Diego Velázquez con mucha gente contra los alzados, y dijo Cortés a su cuñado Juan Xuárez que le sacase fuera de la ciudad una lanza y ballesta, y él salió de la iglesia en anocheciendo, y tomando la ballesta, se fue con el cuñado a una granja do estaba Diego Velázquez con solos sus criados, que los demás estaban aposentados en un lugar allí cerca, y aún no habían venido todos, como era la primera jornada. Llegó tarde, y a tiempo que miraba Diego Velázquez el libro de la despensa; llamó a la puerta, que abierta estaba, y dijo al que respondió cómo era Cortés, que quería hablar al señor gobernador, y tras esto entrose dentro. Diego Velázquez temió, por verle armado y a tal hora; rogole que cenase y descansase sin recelo. Él dijo que no venía sino a saber las quejas que de él tenía, y a satisfacerle y a ser su amigo y servidor. Tocáronse las manos por amigos, y después de muchas pláticas se acostaron juntos en una cama; donde los halló a la mañana Diego de Orellana, que fue a ver al gobernador y a decirle cómo se había ido Cortés. De esta manera tornó Cortés a la amistad que primero con Diego Velázquez, y se fue con él a la guerra, y después que volvió se pensó ahogar en la mar, porque viniendo de las bocas de Bani, de ver unos pastores e indios que traía en las minas a Barucoa, donde vivía, se le trastornó la canoa de noche a media legua de tierra y con tempestad; mas salió a nado, y a tino de una lumbre de pastores que cenaban junto a la mar: por semejantes peligros y rodeos corren su camino los muy excelentes varones, hasta llegar do les está guardada su buena dicha.”


Francisco López de Gomara. 
Historia de la conquista de México.

jueves, 1 de septiembre de 2011

ALLÁ EN LAS INDIAS






ALVARADO POR QUAHUTEMALLAN


       “De Utlatlan fue Alvarado a Quahutemallan, donde fue recibido muy bien y hospedado. Estaba siete leguas de allí una ciudad muy grande, y orilla de una laguna, que hacía guerra a Quahutemallan y Utlatlan y a otros pueblos. Alvarado envió allá dos hombres de Quahutemallan a rogarles que no hiciesen mal a sus vecinos, que los tenía por amigos, y a requerirles con su amistad y paz. Ellos, confiados en la fuerza del agua y multitud de canoas que tenían, mataron los mensajeros sin temor ni vergüenza. Él entonces fue allá con ciento cincuenta españoles y otros sesenta de caballo y muchos indios de Quahutemallan, y ni le quisieron recibir ni aun hablar. Caminó cuanto pudo con treinta caballos la orilla de la laguna hacia un peñol, poblado dentro en agua. Vio luego un escuadrón de hombres armados; acometiolo, rompiolo y siguiolo por una estrecha calzada, donde no se podía ir a caballo. Apeáronse todos, y a vueltas de los contrarios entraron en el peñol; llegó luego la otra gente, y en breve tiempo lo ganaron y mataron mucha gente. Los otros se echaron al agua, y a nado pasaron a una isleta. Saquearon las casas y saliéronse a un llano lleno de maizales, donde asentaron real y durmieron aquella noche.
       Otro día entraron en la ciudad, que estaba sin gente. Maravilláronse cómo la habían desamparado siendo tan fuerte, y fue la causa de perder el peñol, que era su fortaleza, y ver que do quiera entraban los españoles. Corrió Alvarado la tierra, prendió ciertos hombres de ella, y envió tres de ellos a los señores a rogarles que viniesen de paz, y serían bien tratados; donde no, que los perseguiría y les talaría sus huertas y labranzas. Respondieron que jamás su tierra había sido hasta entonces sujetada de nadie por fuerza de armas; pero que pues él lo había hecho tan de valiente, ellos querían ser sus amigos; y así, vinieron y le tocaron las manos, y quedaron pacíficos y servidores de españoles.”


Francisco López de Gomara. 
Historia de la conquista de México.