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lunes, 27 de noviembre de 2023

ALLÁ EN LAS INDIAS


 




CRISTIANOS HAMBRIENTOS


«Partidos estos cuatro cristianos, dende a pocos días sucedió tal tiempo de fríos y tempestades, que los indios no podían arrancar las raíces, y de los cañales en que pescaban ya no había provecho ninguno, y como las casas eran tan desabrigadas, comenzóse a morir la gente; y cinco cristianos que estaban en rancho en la costa llegaron a tal extremo, que se comieron los unos a los otros, hasta que quedó uno solo, que por ser solo no hubo quien lo comiese. Los nombres de ellos son éstos: Sierra, Diego López Coral, Palacios, Gonzalo Ruiz. De este caso se alteraron tanto los indios, y hobo entre ellos tan gran escándalo, que sin duda si al principio ellos lo vieran, los mataran, y todos nos viéramos en grande trabajo. Finalmente, en muy poco tiempo, de ochenta hombres que de ambas partes allí llegamos, quedaron vivos solos quince; y después de muertos éstos, dio a los indios de la tierra una enfermedad del estómago, de que murió la mitad de la gente de ellos, y creyeron que nosotros éramos los que los matábamos; y teniéndolo por muy cierto, concertaron entre sí de matar a los que habíamos quedado. Ya que lo venían a poner en efecto, un indio que a mí me tenía les dijo que no creyesen que nosotros éramos los que los matábamos, porque si nosotros tal poder tuviéramos, excusáramos que no murieran tantos de nosotros como ellos vían que habían muerto sin que les pudiéramos poner remedio; y que ya no quedábamos sino muy pocos, y que ninguno hacía daño ni perjuicio; que lo mejor era que nos dejasen. Y quiso nuestro Señor que los otros siguiesen este consejo y parescer, y ansí se estorbó su propósito.»


Alvar Núñez Cabeza de Vaca.

Naufragios y comentarios.

Espasa Calpe.


sábado, 15 de enero de 2022

ALLÁ EN LAS INDIAS






ISLA DE MAL HADO O GALVESTON

«y allí les contó cómo él y sus compañeros habían llegado hasta aquel lugar, donde se habían muerto dos de ellos y un indio, todos tres de frío y de hambre, porque habían venido y estado en el más recio tiempo del mundo, y que a él y a Méndez habían tomado los indios, y que estando con ellos, Méndez había huido yendo la vía lo mejor que pudo de Pánuco, y que los indios habían ido tras él y que lo habían muerto; y que estando él con estos indios supo de ellos como con los mariames estaba un cristiano que había pasado de la otra parte, y lo había hallado con los que llamaban quevertes; y que este cristiano era Hernando de Esquivel, natural de Badajoz, el cual venía en compañía del comisario, y que el supo de Esquivel el fin en que habían parado el gobernador y contador y los de más, y le dijo que el contador y los frailes habían echado al través su barca entre los ríos, y viniéndose por luengo de costa, llegó la barca del gobernador con su gente en tierra, y él se fue con su barca hasta que llegaron a aquel ancón grande, y que allí torno a tomar la gente y la pasó del otro cabo, y volvió por el contador y los frailes y todos los otros; y (…)»

Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
Naufragios y comentarios.
Espasa Calpe.

domingo, 28 de junio de 2020

ALLÁ EN LAS INDIAS







ISLA DE MAL HADO O GALVESTON


Y estando aquí ellos me contaron que después que salieron de la isla de Mal Hado, en la costa de la mar hallaron la barca en que iba el contador y los frailes al través; y que yendo pasando aquellos ríos, que son cuatro muy grandes y de muchas corrientes, les llevó las barcas en que pasaban a la mar, donde se ahogaron cuatro de ellos, y que así fueron adelante hasta que pasaron el ancón, y lo pasaron con mucho trabajo, y a quince leguas delante hallaron otro; y que cuando allí llegaron ya se les habían muerto dos compañeros en sesenta leguas que habían andado; y que todos los que quedaban estaban para lo mismo, y que en todo el camino no habían comido sino cangrejos y yerba pedrera; y llegados a este ultimo ancón, decían que hallaron en él indios que estaban comiendo moras; y como vieron a los cristianos, se fueron de allí a otro cabo; y que estando procurando y buscando manera para pasar el ancón, pasaron a ellos un indio y un cristiano, y que llegado, conocieron que era Figueroa, uno de los cuatro que habíamos enviado adelante en la isla de Mal Hado,

Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
Naufragios y comentarios.

Espasa Calpe.

sábado, 21 de septiembre de 2019

ALLÁ EN LAS INDIAS






ENTRE MARIAMES E IGUASES


«Y pues Dios nuestro Señor había sido servido de guardarme entre tantos trabajos y enfermedades, y al cabo traerme en su compañía, que ellos determinaban de huir, que yo los pasaría de los ríos y ancones que topásemos; y avisáronme que en ninguna manera diese a entender a los indios ni conosciesen de que yo quería pasar adelante, porque luego me matarían; y que para esto era menester  que yo me detuviese con ellos seis meses, que era tiempo en que aquellos indios iban a otra tierra a comer tunas. Esta es una fruta que es del tamaño de huevos, y son bermejas y negras y de muy buen gusto. Cómenlas tres meses del año, en los cuales no comen otra cosa alguna, porque al tiempo que ellos las cogían venían a ellos otros indios de adelante, que traían arcos para contratar y cambiar con ellos; y que cuando aquellos se volviesen nos huiríamos de los nuestros, y nos volveríamos con ellos. Con este concierto yo quede allí, y me dieron por esclavo a un indio con quien Dorantes estaba, el cual era tuerto, y su mujer y un hijo que tenía y otro que estaba en su compañía; de manera que todos eran tuertos. Estos se llaman mariames, y Castillo estaba con otros sus vecinos, llamados iguases.»

Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
Naufragios y comentarios.

Espasa Calpe.

lunes, 29 de agosto de 2016

ALLÁ EN LAS INDIAS





DE LAS NACIONES Y LENGUAS


“También quiero contar sus naciones y lenguas, que desde la isla de Mal Hado hasta los últimos hay. En la isla de Mal Hado hay dos lenguas: a los unos llaman de Caoques y a los otros llaman de Han. En la Tierra Firme, enfrente de la isla, hay otros que se llaman de Chorruco, y toman el nombre de los montes donde viven.
Adelante, en la costa del mar, habitan otros que se llaman Doguenes, y enfrente de ellos otros que tienen por nombre los de Mendica. Más adelante, en la costa, están los quevenes, y enfrente de ellos, dentro de la Tierra Firme, los mariames; y yendo por la costa adelante, están otros que se llaman guaycones, y enfrente de éstos, dentro en la Tierra Firme, los iguaces. Cabo de éstos están otros que se llaman atayos, y detrás de éstos, otros, acubadaos, y de éstos hay muchos por esta vereda adelante. En la costa viven otros llamados quitoles, y enfrente de éstos, dentro en la Tierra Firme, los avavares. Con éstos se juntan los maliacones, y otros cutalchiches, y otros que se llaman susolas, y otros que se llaman comos, y adelante en la costa están los camoles, y en la misma costa adelante, otros a quien nosotros llamamos los de los higos. Todas estas gentes tienen habitaciones y pueblos y lenguas diversas. Entre éstos hay una lengua en que llaman a los hombres por mira acá; arre acá; a los perros, xo; en toda la tierra se emborrachan con un humo, y dan cuanto tienen por él. Beben también otra cosa que sacan de las hojas de los árboles, como de encina, y tuéstanla en unos botes al fuego, y después que la tienen tostada hinchan el bote de agua, y así lo tienen sobre el fuego, y cuando ha hervido dos veces, échanlo en una vasija y están enfriándola con media calabaza, y cuando está con mucha espuma bébenla tan caliente cuanto pueden sufrir, y desde que la sacan del bote hasta que la beben están dando voces, diciendo que ¿quién quiere beber? Y cuando las mujeres oyen estas voces, luego se paran sin osarse mudar, y aunque estén mucho cargadas, no osan hacer otra cosa, y si acaso alguna de ellas se mueve, la deshonran y la dan de palos, y con muy gran enojo derraman el agua que tienen para beber, y la que han bebido la tornan a lanzar, lo cual ellos hacen muy ligeramente y sin pena alguna. La razón de la costumbre dan ellos, y dicen que si cuando ellos quieren beber aquella agua las mujeres se mueven de donde les toma la voz, que en aquella agua se les mete en el cuerpo una cosa mala y que dende a poco les hace morir, y todo el tiempo que el agua está cociendo ha de estar el bote tapado, y si acaso está destapado y alguna mujer pasa, lo derraman y no beben más de aquella agua; es amarilla y están bebiéndola tres días sin comer, y cada día bebe cada uno una arroba y media de ella, y cuando las mujeres están en su costumbre no buscan de comer más de para sí solas, porque ninguna otra persona come de lo que ellas traen. En el tiempo que así estaba, entre éstos vi una diablura, y es que vi un hombre casado con otro, y éstos son unos hombres amarionados, impotentes, y andan tapados como mujeres y hacen oficio de mujeres, y tiran arco y llevan muy gran carga, y entre éstos vimos muchos de ellos así amarionados como digo, y son más membrudos que los otros hombres y más altos; sufren muy grandes cargas.”

Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
Naufragios y comentarios.
Espasa Calpe.

viernes, 13 de febrero de 2015

ALLÁ EN LAS INDIAS






UN GRILLO DE CÁDIZ


         Remediada el agua de la nao capitana, y proveidas las cosas necesarias de agua y carne y otras cosas, nos embarcamos en seguimiento de nuestro viaje, y pasamos la línea Equinoccial; y yendo navegando requerió el maestre el agua que llevaba la nao capitana, y de cien botas que metió no halló más de tres, y habían de beber de ellas cuatrocientos hombres y treinta caballos. Y vista la necesidad tan grande, el Gobernador manó que tomase la tierra, y fueron tres días en demanda de ella; y al cuarto día, un hora antes de amaneciese acaesció una cosa admirable, y porque no es fuera de propósito, la porné aquí, y es que yendo con los navíos a dar tierra en unas aguas peñas muy altas, sin que lo viese ni sintiese ninguna persona de los que venían en los navíos, comenzó a cantar un grillo, y había dos meses y medio que navegábamos y no lo habíamos oído ni sentido, de lo cual el que lo metió venía muy enojado, y como aquella mañana sintió la tierra, comenzó a cantar, y a la música de él recordó toda la gente de la nao y vieron las peñas, que estaban un tiro de ballesta de la nao, y comenzaron a dar voces para que echasen anclas, porque íbamos al través a dar en las peñas; y así, las echaron, y fueron causa que no nos perdiésemos; que es cierto, si el grillo no cantara nos ahogáramos cuatrocientos hombres y treinta caballos; y entre todos se tuvo por milagro que Dios hizo por nosotros; y de ahí en adelante, yendo navegando por más de cien leguas por luengo de costa, siempre todas las noches el grillo nos daba su música; y así, con ella llegó el armada a un puerto que se llamaba la Cananea, que está pasado el Cabo-Frío, que estará a veinte y cuatro grados de altura. Es un buen puerto; tiene unas islas a la boca de él; es limpio, y tiene once brazas de hondo. Aquí tomo el Gobernador la posesión de él por su majestad; y después de tomada, partió de allí, y pasó por el río y bahía que dicen de San Francisco, el cual está veinte y cinco leguas de la Cananea, y de allí fue el armada a desembarcas en la isla de Santa Catalina, que está veinte y cinco leguas del río de San Francisco, y llegó a la isla de Santa Catalina con hartos trabajos y fortunas que por el camino pasó, y llego allí a 29 días del mes de marzo de 1541. Está la isla de Santa Catalina en veinte y ocho grados de altura escasos.


Alvar Nuñez Cabeza de Vaca. El Río de la Plata.

lunes, 6 de agosto de 2012

ALLÁ EN LAS INDIAS





EN ISLA DE MAL HADO

Desde a dos días que Lope de Oviedo se había ido, los indios que tenían a Alonso del Castillo y Andrés Dorantes vinieron al mesmo lugar que nos habían dicho, a comer de aquellas nueces de que se mantienen, moliendo unos granillos de ellas, dos meses del año, sin comer otra cosa, y aún esto no lo tienen todos los años, porque acuden uno, y otro no; son del tamaño de las de Galicia, y los árboles son muy grandes, y hay gran número de ellos. Un indio me avisó cómo los cristianos eran llegados, y que si yo quería verlos me hurtase y huyese a un canto de un monte que el me señaló; porque él y otros parientes suyos habían de venir a ver aquellos indios, y que me llevarían consigo adonde los cristianos estaban. Yo me confié de ellos, y determiné de hacerlo, porque tenían otra lengua distinta de la de mis indios; y puesto por obra, otro día fueron y me hallaron en el lugar que estaba señalado; y así, me llevaron consigo. Ya que llegué cerca de donde tenían su aposento, Andrés Dorantes salió a ver quién era, porque los indios le habían también dicho como venía un cristiano; y cuando me vio fue muy espantado, porque había muchos días que me tenían por muerto, y los indios así lo habían dicho. Dimos muchas gracias a Dios de vernos juntos, y este día fue uno de los de mayor placer que en nuestros días habemos tenido; y llegado donde Castillo estaba, me preguntaron que donde iba. Yo le dije que mi propósito era pasar a tierra de cristianos, y que en este rastro y busca iba. Andrés Dorantes respondió que muchos días había que él rogaba a Castillo y a Estebanico que se fuesen adelante, y que no lo osaban hacer porque no sabían nada, y que temían mucho los ríos y los ancones por donde habían de pasar, que en aquella tierra hay muchos.

Alvar Núñez Cabeza de Vaca.
Naufragios y comentarios.
Espasa Calpe.