ENTRE MARIAMES E IGUASES
«Y pues Dios nuestro Señor había sido servido de guardarme entre tantos trabajos y enfermedades, y al cabo traerme en su compañía,
que ellos determinaban de
huir, que yo los pasaría de los ríos y ancones
que topásemos; y avisáronme que en ninguna manera diese a entender
a los indios ni conosciesen de mí que yo quería pasar adelante, porque luego me matarían; y que para esto era menester que yo me detuviese
con ellos seis meses, que era tiempo en que aquellos
indios iban a otra tierra a comer tunas. Esta es una fruta que es del tamaño
de huevos, y son bermejas
y negras y de muy buen gusto. Cómenlas tres meses del año, en los cuales
no comen otra cosa alguna,
porque al tiempo que ellos las cogían venían a ellos otros indios de adelante,
que traían arcos para
contratar y cambiar con ellos; y que cuando aquellos se volviesen
nos huiríamos de los nuestros, y nos volveríamos con ellos. Con este concierto
yo quede allí, y me dieron por esclavo
a un indio con quien Dorantes estaba, el cual era tuerto, y su mujer y un hijo que tenía y otro que estaba en su compañía;
de manera que todos eran tuertos. Estos se llaman mariames, y Castillo estaba con otros sus vecinos, llamados iguases.»
Alvar
Núñez Cabeza de Vaca.
Naufragios y comentarios.
Espasa
Calpe.