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lunes, 30 de mayo de 2011

ARPILLERA Y POLVO

 LOVIS CORINTH










ALLÁ EN LAS INDIAS





ENTRE LAGARTOS


         “En los ríos hay gran cantidad de lagartos, que son tan grandes y fieros, que es admiración verlos. En el río del Cenú he yo visto muchos y muy grandes, y comido hartos huevos de los que ponen en las playas. Un lagarto de estos hallamos en seco en el río que dicen de San Jorge, yendo a descubrir con el capitán Alonso de Cáceres las provincias de Urute, tan grande y deforme, que tenía más de veinte y cinco pies en largo, y allí le matamos con las lanzas, y era cosa grande la braveza que tenía, y después de muerto lo comimos con la hambre que llevábamos. Es mala la carne y de un olor muy enhastioso. Estos lagartos o caimanes han comido a muchos españoles, y caballos, y indios, pasando de una parte a otra, atravesando estos ríos. En el término de esta ciudad hay poca gente de los naturales, porque todos se han consumido por malos tratamientos que recibieron de los españoles, y con enfermedades que tuvieron. Toda la más de esta ciudad está poblada, como yo dije, de muchos y muy honrados mercaderes de todas partes, trata en ella y en el Nombre de Dios, porque el trato es tan grande, que casi se puede comparar con la ciudad de Venecia. Porque muchas veces acaece venir navíos por la mar del Sur a desembarcar a esta ciudad cargados de oro y plata, por la mar del Norte es muy grande el número de las flotas que allegan al Nombre de Dios, de las cuales gran parte de las mercaderías viene a este reino por el río que llaman de Chagre [Chagres] en barcos y del que está cinco leguas de Panamá los traen en grandes y muchas recuas que los mercaderes tienen para este efecto. Junto a la ciudad hace la mar un ancón grande, donde cerca del surgen las naos, y con la marea entran en el puerto, que es muy bueno para pequeños navíos. Esta ciudad de Panamá fundó y pobló Pedraria [Pedrarias] de Ávila, gobernador que fue de Tierra Firme en nombre del invictísimo César don Carlos Augusto rey de España nuestro señor, año de mil quinientos y veinte. Y está en ocho grados de la Equinoccial a la parte del Norte. Tiene un buen puerto, donde entran las naos con la menguante, hasta quedar en seco. El flujo y reflujo de esta mar es grande, y mengua tanto, que queda la playa más de media legua descubierta del agua, y con la creciente se torna a henchir. Y quedar tanto creo yo que lo causa tener poco fondo, pues quedan las naos de baja mar en tres brazas, y cuando la mar es crecida están en siete.”


Pedro de Cieza de León. Crónica del Perú.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






HA VENIDO A ESA HORA


No vive en este barrio.
No conoce las tiendas.
No conoce a las gentes
que se afanan en ellas.
No sabe a lo que vino.
No compra aquí la prensa.
Recuerda las esquinas
que los perros recuerdan.

Ventanas encendidas
le agrandan la tristeza.
Corazón traseúnte,
junto a las casas nuevas
camina vacilando,
como un hombre a quien llevan.
El viento del suburbio
se le enreda en las piernas.

La calle como entonces.
Como entonces ajena.
Y el aire oscurecido
la noche que se acerca.
Cuando dobla la esquina
y aprieta el paso, sueña
que el tiempo no ha cambiado,
jugando a que regresa.

Luego pasa de largo,
y piensa: fue una época.

Jaime Gil de Biedma

sábado, 21 de mayo de 2011

OBITER DICTUM






«Hoy me he enterado que el mariscal Kulik es el jefe del ejército soviético que cuida nuestras fronteras occidentales. Lo siento. Conocí a Kulik cuando en España se llamaba Kupper y era consejero militar del general Pozas. Hablé con él en distintas ocasiones sobre nuestra situación militar y llegué a la conclusión de que era un campesino ignorante y engreído, que vivía de las glorias, sin gloria, de haber sido jefe de artillería en Tsarisin. Me he enterado también de que el general Pablov, jefe de las fuerzas blindadas de la U.R.S.S., que fuera consejero de tanques en España, también se encuentra en Ucrania. No tengo un buen recuerdo de él. A excepción de la batalla de Guadalajara, no hubo una sola vez que en el empleo de los tanques fuese acertado, a pesar de que nunca tuvimos más de algunas docenas. »

Enrique Castro Delgado.

jueves, 19 de mayo de 2011

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA








Κα τόδε Φωκυλίδου˙ Λέριοι κακοί, οχ μν ς δ ο,
πάντες, πλν Προκλέους, κα Προκλέης Λέριος.
Φωκυλίδης.


Y esto de Focílides: los lerios, malos: no uno ni otro,
todos, salvo Procles. Y Procles es lerio.

Focílides (de Mileto).

domingo, 15 de mayo de 2011

OBITER DICTUM





«Nuestro grupo anarquista se formó el año 1923 en circunstancias muy aciagas para nuestro movimiento, muy tristes para toda la clase trabajadora. Dueños casi de la ciudad eran las bandas de pistoleros del Sindicato Libre que patrocinaba la patronal. Las hordas policiacas coadyuvaban a la obra de destrucción de nuestras organizaciones y de nuestros hombres. Había caído el coloso del anarcosindicalismo: Salvador Seguí. Habían caído viejos militantes, primeros hombres de nuestro movimiento tan espléndido de hoy. Cuando comprendimos nosotros que probablemente pudiera llegar el momento de que fuésemos absolutamente vencidos, nos unimos en aquel momento, lo que no tengo vergüenza en decir, ¡LO QUE TENGO ORGULLO EN CONFESAR!… ¡LOS REYES DE LA PISTOLA OBRERA DE BARCELONA!. Vivíamos y actuábamos disgregados pero hicimos una selección: los mejores terroristas de la clase trabajadora, los que mejor podían, devolver golpe por golpe, y al llegar al fin la victoria al proletario nos separamos de los demás compañeros… nos unimos…  y formamos un grupo anarquista. Un grupo de acción ¡PARA LUCHAR! contra los pistoleros, contra la patronal y contra el gobierno. Conseguimos nuestro objetivo, ¡LES VENCIMOS!… nuestros golpes fueron ¡MÁS DUROS, MAS A LA CABEZA!, que los que ellos nos habían dado. Y el grupo se constituyó, y fue juramento de los que lo integraron de que desde aquel momento el grupo Los Solidarios que nos llamábamos continuaría la lucha ¡HASTA EL TRIUNFO TOTAL DE LA CLASE TRABAJADORA, HASTA EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN SOCIAL! y que solamente la muerte podría irnos apartando de los demás. Y nosotros, cuando después de la Republica, salimos de los presidios y nos unimos otra vez en España continuamos el grupo, y entonces nos llamamos el grupo ¡NOSOTROS, LOS QUE NO TENEMOS NOMBRE ,LOS QUE TENEMOS ORGULLO, LOS QUE SOMOS UNA MASA!, los que pagaremos uno a uno: Nosotros.

La muerte no es nada. Nuestras vidas individuales no es nada. Por eso somos Nosotros. Mientras quede uno Nosotros sigue. Nada más.»

1937


Juan García Oliver

viernes, 13 de mayo de 2011

OBITER DICTUM






“Si quiero acatar la ley de los contrastes, que gobierna el orden moral y el orden físico, me veo obligado a ubicar entre las mujeres peligrosas para los hombres de letras, a la mujer honesta, a la literata y a la actriz; la mujer honesta, porque pertenece necesariamente a dos hombres y es un mediocre pábulo para el alma despótica de un poeta; la literata, porque es un hombre fallido; la actriz, porque está barnizada de literatura y habla en "argot"; en fin, porque no es una mujer en toda la acepción de la palabra, ya que el público le resulta algo más preciososo que el amor.
(...)
Porque todos los verdaderos literatos sienten horror por la literatura en determinados momentos, por eso, yo no admito para ellos –almas libres y orgullosas, espíritus fatigados que siempre necesitan reposar al séptimo día-, más que dos clases posibles de mujeres: las bobas o las mujerzuelas, la olla casera o el amor. –Hermanos, ¿hay necesidad de exponer las razones?”

Charles Baudelaire.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





              ODA A CHARLES CHAPLIN


Cuando sonríes las montañas se llenan de días claros
Los valles se van jugando en las aguas de los ríos
Los corderos juegan con el lobo
Los ciegos de repente miran el alba
Los tullidos saltan
Hacen cabriolas
Y los niños de pecho
Recogen semillas que se tornan bosques
Y los viejos vuelven a jugar como niños
Y las estériles sienten temblores de primavera
Que las desborda de corolas y de pólenes
El universo regresa al ritmo del mar
Y la gota de espuma se viste de pequeños corazones.


                                            Reinaldo Arenas

lunes, 9 de mayo de 2011

OBITER DICTUM





Borges creía que por ser la realidad un sueño, no era más real que un relato; y entre el relato posible, hijo de la inteligencia, y la realidad, hija del azar, prefería el relato. Así, dijo alguna vez que el primer libro de Mark Twain que había leído era Adventures of Huckleberry Finn, porque le gustaba y había influido en él, y no Tom Sawyer, que no le gustaba y no le pareció estimulante, pero que, «por estupidez de la realidad» fue el primero que leyó.”


Adolfo Bioy Casares.

viernes, 6 de mayo de 2011

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





    Busco con paciencia un sortilegio
que desate y me acerque los días pasados;
lejos me invitan hoy como sirenas,
afluyentes del sueño,
caudales añorados de lo que se me escapa
hacia un revuelto mar jubiloso y maligno.


Luis Gutiérrez del Arroyo.

martes, 3 de mayo de 2011

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




DESDE EL FRANCONIA

“La primera vez que estuve en Nueva York me apresuré a visitar el puente del que tanto oí hablar en mi niñez. Noté que todos lo mencionaban con indiferencia, como algo que ha sido célebre y ve luego arrebatada su fama por otras novedades.
 pasar por él me expliqué tal frialdad. El puente de Brooklyn ya no es una maravilla única. Casi resulta una vejez en este país donde todo cambia en el curso de diez años. Vi desde su larguísima y múltiple plataforma otros puentes más audaces y más hermosos, tendiéndose como brazos férreos de una orilla a otra y dejando entrever por los filamentos de sus redes colgantes un deslizamiento continuo de trenes, tranvías, automóviles y filas de peatones, iguales por la distancia a una leve hilera de puntos.
Los llamados «rascacielos» ofrecen desde su meseta superior un espectáculo inolvidable. Los dos cursos acuáticos que se deslizan, por ambos lados de la ciudad, estrechándola como un triángulo para confundirse pasado su vértice en la bahía enorme, están arado~ sin descanso por las quillas de innúmeras embarcaciones que se entrecruzan y se alejan. Tienen la densidad pululante de los insectos primaverales que se mueven tejiendo una tela invisible sobre la superficie de las charcas olvidadas. Los dos brazos líquidos, a causa del incesante movimiento de sus buques, ofrecen el aspecto de esas grandes avenidas en las que van y vienen sin reposo centenares de automóviles.
Varios puentes de más de un kilómetro de longitud se lanzan sobre el agua de azul grisáceo, como barras de tinta china pendientes de filamentos sutiles, para que resbale sobre su cara superior, de ribera a ribera, todo un mundo microscópico. En la bahía, limitada por costas gibosas como lomos de cachalote, la isla que sirve de zócalo a la Estatua de la Libertad parece un juguete, un pisapapeles, flotando sobre las aguas.
Son docenas, son a veces más de cien, los buques de diversos calados y arboladuras que llegan de todos los puntos cardinales de la tierra o abren el abanico de sus rumbos hacia horizontes misteriosos, detrás de cuyo telón de brumas se ocultan nuevas costas y nuevos puertos. Parece que no quede en el planeta otra tierra que ésta y el resto de la humanidad viva sobre buques, necesitando venir a descansar sus pies sobre el único fragmento de corteza sólida.
Desde tal altura los ojos abarcan kilómetros y kilómetros de superficie terrestre sin encontrar un campo, algo que recuerde la vida rústica, que es la de la mayoría de los humanos. Se ven arboledas enormes, pero son de parques, de barrios-jardines, y estas islas de verdura se hallan encerradas por el oleaje de tejados que se pierde en el horizonte y del que emergen como picos submarinos las masas cuadrangulares de los «rascacielos».
Cada uno de dichos edificios es un mundo, más grande y complicado que los mayores paquebotes. Para completar su semejanza con uno de estos cosmos flotantes, todos ellos tienen una enorme máquina de vapor destinada a las necesidades comunes de calefacción, alumbrado, etcétera, añadiendo su chimenea torrentes de humo blanco a las inmediatas nubes. Aun en días serenos, cuando el cielo es límpido y la bahía toma un color azul de Mediterráneo, existe sobre la ciudad una ligera neblina dorada por el sol: el vapor que lanzan los «rascacielos» por sus tubos de trasatlántico.
Cuando cierra la noche, los propietarios de estos edificios inmensos iluminan su terraza final o los templetes que les sirven de remate con focos invisibles de potente luz, azulados, verdes o rojos. La masa del edificio sube y sube en la sombra, pues transcurridas las primeras horas de la noche quedan cerradas sus filas de ventanas. Pero allá en lo alto, cual islas quiméricas que flotasen sobre las tinieblas del sueño, ve el transeúnte los remates luminosos de las torres. Como guardan ocultos sus focos eléctricos, parecen bailados por una manga luminosa, de trayectoria invisible, que.-viene de un sol oculto en la noche, más allá de nuestras pobres miradas.
Muge por última vez el Franconia, anunciando que va a partir. La orquesta es cada vez más incoherente y estrepitosa en sus ritmos danzantes. Cantan a gritos los músicos, pareciéndoles poco los instrumentos para su ruidosa función. La muchedumbre saluda con aclamaciones los movimientos preliminares de la partida del buque.
Ya han sido retiradas las pasarelas que lo unían a los tres pisos del embarcadero de la Cunard.
Sus primeros movimientos estiran y rompen la telaraña de cintas que ha ido tejiéndose en el espacio libre. Empiezan a flotar en el agua muerta grandes bolas de papeles de colores. Se agitan brazos, pañuelos y banderas. Cada vez es más ancha la faja líquida entre la pared inmóvil del edificio y la pared metálica del vapor, que al moverse despierta al agua, haciéndola huir por sus costados.
El Franconia inicia su marcha retrocediendo. Resbala lentamente por la popa, fuera del corral acuático. Quiere salir al Hudson, donde virará, poniendo su proa hacia mares más azules, hacia cielos limpios de la neblina que esfuma en estos momentos las altas torres de Nueva York, dándoles un aspecto de recortes de papel gris sobre un fondo de otro gris más pálido.
Corre la muchedumbre hacia los balconajes terminales del embarcadero que avanzan sobre las aguas libres. Allí son los últimos saludos, los mayores alaridos de despedida, las agitaciones más epilépticas de brazos, sombreros y lienzos de colores. Saludan la popa del navío que se desliza junto a ellos; después la estructura central de este pueblo flotante; últimamente, la proa que se aleja, se detiene poco después, como si reflexionase, y acaba por ladearse, recobrando su verdadero funcionamiento, que es el de avanzar partiendo las aguas.”

Vicente Blasco Ibáñez. La vuelta al mundo de un novelista. Sempere y Compañía Editores.