Mi lista de blogs

lunes, 29 de abril de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




LOS MARES DEL SUR





“Hacía cerca de diez años que mi salud declinaba cada día más, y poco tiempo antes de emprender mi viaje creí haber llegado al último acto de mi vida y no tener que esperar más que a la enfermera y el empresario de pompas fúnebres. Me aconsejaron que probara los mares del Sur, y no me desagradó la idea de atravesar como un fantasma, y llevado como un fardo, parajes que me habían atraído cuando era joven y gozaba de salud. Fleté, pues, la goleta del doctor Merrit, que se llamaba Casco, de setenta y cuatro toneladas, zarpé de San Francisco a fines de junio de 1888, visité las islas del este y a principios del año siguiente me encontraba en Honolulu. Una vez allí, desanimado para reanudar mi vida de reclusión en mi habitación de enfermo, decidí proseguir mi periplo en una goleta mercante, la Equator, de algo más de setenta toneladas, pasé cuatro meses entre los atolones (islas bajas de coral) de las Gilbert y alcancé Samoa a finales del año 1889. Mientras tanto, la costumbre y el agradecimiento habían empezado a atarme a aquellas islas; había recobrado las fuerzas perdidas; tenía amigos, había descubierto intereses nuevos; el tiempo, durante mis viajes, había transcurrido como en los cuentos de hadas; por consiguiente, decidí quedarme allí. Preparé estas páginas en el mar, durante un tercer crucero, que hice en el vapor mercante Janet Nicoll. Si he de vivir aún días suficientes, espero pasarlos allí donde, más que en otras partes, la vida transcurrió con placidez y el ser humano tuvo interés para mí. Ya las hachas de mis criados negros talan los árboles para crear los cimientos de mi futura residencia, y es preciso que aprenda a dirigirme a mis lectores desde los mares más lejanos…
Que de este modo haya trastocado la afirmación del héroe de Lord Tennyson resulta menos extraordinario de lo que pueda parecer en principio. Pocos son los hombres que abandonan las islas después de haberlas conocido; dejan que su pelo se vuelva cano allí donde se establecieron; la sombra de las palmeras y los vientos alisios los airean hasta el día de su muerte, mientras quizás acarician hasta el fin el sueño de visitar su país natal, proyecto raramente realizado, menos raramente apreciado y aún más raramente renovado. Ning{un lugar del mundo ejerce una atracción tan poderosa sobre quien lo visita; mi tarea consistirá en comunicar a quienes gustan de viajar sin moverse de su hogar la seducción de aquellos parajes y describir la vida, en tierra y mar, de centenares de millares de seres, algunos de ellos de nuestra sangre y que hablan nuestra lengua, todos contemporáneos nuestros y, sin embargo, tan alejados de nosotros por sus pensamientos y costumbres domo Rob Roy o Barbarroja, los apóstoles o los césares.”

Robert L. Stevenson. En los mares del sur. Ediciones B.

domingo, 28 de abril de 2013

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






    POEM


Every morning I forget how it is.
I watch the smoke mount
In great strides above the city.
I belong to no one.

Then, I remember my shoes,
How I have to put them on,
How bending over to tie them up
I will look into the earth.


                              Charles Simic

martes, 23 de abril de 2013

ALLÁ EN LAS INDIAS






AL PRINCIPIO FUE CUZCO


        “De este género, por la valentía y saber de algunos excelentes hombres, resultó el otro gobierno más poderoso y próvido de reino y monarquía, que hallamos en Méjico y en el Perú, porque los Ingas sujetaron toda aquella tierra, y pusieron sus leyes y gobiernos. El tiempo que se halla por sus memorias haber gobernado, no llega a cuatrocientos años, y pasa de trescientos; aunque su señorío por gran tiempo no se extendió más de cinco o seis leguas al derredor del Cuzco.
        Su principio y origen fue el valle del Cuzco, y poco a poco fueron conquistando la tierra que llamamos Perú, pasado Quito hasta el río de Pasto hacia el norte y llegaron a chile hacia el sur, que serán cuasi mil leguas en largo; por lo ancho hasta la mar del sur al poniente, hasta los grandes campos de la otra parte de la cordillera de los Andes, donde se hoy en día, y se nombra el Pucará del Inga, que es una fuerza que edificó para defensa hacia el oriente. No pasaron de allí los Ingas por la inmensidad de las aguas, de pantanos, y lagunas y ríos que de allí corren: lo ancho de su reino no llegará a cien leguas.
        Hicieron estos Ingas ventaja a todas las otras naciones de la América en policía y gobierno, y mucho más en armas y valentía, aunque los Cañaris, que fueron sus mortales enemigos, y favorecieron a los españoles, jamás quisieron conocerles ventaja; y hoy en día, moviéndose esta plática, si les soplan un poco, se matarán millares sobre quién es más valiente, como ha acaecido en el Cuzco.”


José de Acosta. Historia natural y moral de las Indias.

lunes, 22 de abril de 2013

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





            DESPUÉS


Me moriré en La Unión junto a las minas,
con un rumor de mar a mi costado,
el cante de mi tierra como rezo,
y el trovo de un amigo por corona.
Tengo miedo que me cubra la tierra.
Pero el amor callado de mi ensueño,
desgarrará la oscuridad silente
alcanzando la luz inconsumible.
Mi mesa con su enredo de cuartillas.
Cartas que no alcanzaron su respuesta.
Un libro abierto, un retrato escondido.
Envuelta en soledad de soledades,
sin que nadie la recoja y la viva,
la emoción de mis versos al olvido.


María Cegarra

domingo, 21 de abril de 2013

OBITER DICTUM













«Algunas noches, cuando el calor arreciaba y no había serenata, así que las cornetas del cuartel vecino tocaban la retreta, sacábamos al patio los catres de lona. Encima una sábana y otra más para envolvernos, sobre la bata, y a estarse en cama contemplando las estrellas antes de dormir. De todos los goces del verano fronterizo ninguno es más profundo. El clima caliente y seco invita a pernoctar bajo la bóveda celeste. En aquella topografía de llanuras devastadas, el cielo es más ancho que en otros sitios de la Tierra, y las constelaciones refulgen dentro de una inmensidad engalanada de bólidos.»

José Vasconcelos.

viernes, 19 de abril de 2013

OBITER DICTUM

 “I won the Nobel Prize for literature. What was your crime?”

“En Moscú los escritores viven siempre en ebullición, en continua discusión. Me enteré allí, mucho antes de que lo descubrieran los escandalizantes occidentales, de que Pasternak era el primer poeta soviético, junto con Maiakovski. Maiakovski fue el poeta público, con voz de trueno y catadura de bronce, corazón magnánimo que trastornó el lenguaje y se encaró con los más difíciles problemas de la poesía política. Pasternak fue un gran poeta crepuscular, de la intimidad metafísica, y políticamente un honesto reaccionario que en la transformación de su patria no vio más lejos que un sacristán luminoso. De todas maneras, los poemas de Pasternak me fueron muchas veces recitados de memoria por los más severos críticos de su estatismo político.”

                                                                 Pablo Neruda

martes, 16 de abril de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





AY DE LOS INDÍGENAS!



En verdad que Colón fue un tipo muy desgraciado. Yo no recuerdo haber llegado a ningún pueblo de los muchos que conozco, sin que inmediatamente me hayan dicho que no fue Colón, sino un vecino del pueblo, quien descubrió América. Muy mal lo pasaría hoy quien se permitiese decir en Dieppe que Cousin no descubrió el Continente americano, al descubrir el Marañón, cuatro años antes que Colón y nueve antes que Vasco de Gama.
Pero más desgraciados aún que Colón son, por supuesto, los indígenas de América, puesto que pasaron la vida sometidos al régimen del descubrimiento. Primero les descubrió el joven Cousin, mientras comían guayabas en un guayabal; en seguida don Cristóbal; después, el amigo Vasco de Gama; et sic de ceteris. Hay gentes que han venido al mundo a servir al deporte náutico del descubrimiento.
A los indígenas de América les han descubierto unas catorce veces, lo cual es un abuso. Que una vez le descubran á uno, aunque sea por casualidad, puede pasar; pero no tanto. Lo que hay es que cada nación europea quiere darse el pisto de un descubrimiento, con sus correspondientes salvajes, que estaban muy a gusto en sus guayabales sin europeizarse a lo Silvela.
Dios me libre de quitar méritos á Monsieur Cousin, de cuya vida y milagros acabo de enterarme por la módica suma de cinco céntimos que me costó un ilustrado semanario de la localidad.

Luis Bonafoux
Por el mundo arriba.
Sociedad de Ediciones Literarias y Artísticas.

sábado, 13 de abril de 2013

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




ESA PUERTA DE MÁRMOL, ESA LOSA...


Esa puerta de mármol, esa losa
que cae sobre mi alma
si ando, donde me voy dejando
nudillos, nudos, manos...
He de tirarla abajo.
Esa madera joven, en la que me he
clavado, con ranuras
estrechas, con bisagras gigantes,
que envuelta de recuerdos
me sale siempre al paso...
He de tirarla abajo.
Esa puerta que llama cuando sigo
adelante, esa puerta que avanza
cuando yo me he parado. Esa puerta
que escucha cuando yo estoy
llamando...
Esa puerta -que es mía-
he de tirarla abajo.


    Paloma Palao

miércoles, 10 de abril de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





 


OTRA VEZ EN EL JARDÍN



  


"La mañana habita el jardín; lentamente se adentra en él, por puertas y ventanas, se enclaustra, y silenciosamente remansa. La luz es más fina que fuera del recinto, y una niña que juega la lleva como un pequeño sol, como un verso rubio, un dáctilo, en el cabello. ¿Quizás sea en las femeninas cabelleras donde duermen los finos hilos con que se tejen las ciaras mañanas? Un poeta, Pedro de Espinosa, le pregunta a Dios:”Señor, ¿quién te enseño el perfil de la azucena?”… Asomado a la bahía y la ciudad, quisiera preguntarte, Señor, quién te enseñó a derramar así, sin límites ni pausa, la luz de las mañanas… De los dones de Dios, decía Enrique Von Kleist, dos amos sobre todo: las mañanas de sol y los sueños. Unas para cabalgar, los otros para huir. “Huir”, es el mote de Kleist. También de lady Stanhope. Cuentan los hermanos Tharaud que lady Stanhope había conocido en Antioquía a un joven iraní, de santa estirpe, ciego por un sacrificio ritual, que se ganaba la vida vendiendo a las gentes los sueños que éstas deseaban. Lady Stanhope le compró sueños, entre ellos uno en el que ella, niña, corría por un prado persiguiendo una paloma, bajo la dulce lluvia de mayo.   Pudo comprarle también, digo yo, un sueño con una mañana de sol en el jardín de San Carlos, y el dux británico en sus brazos y el amor… Pero no, ni aun un ciego iraní, engendrado a la vista de las estrellas, discípulo de la araña y el fuego, capaz de vestir el aire con sus sueños, y de vender las Mil y Una Noches a Harun-al-Raschid, podía venderle a la amada de Moore una mañana como ésta, una luz tan dorada, tan calco mar y tan alegres gaviotas.   Una mañana que te obliga a quedarte quieto, junto a un ciprés de San Carlos, por temor de pisarla, de pisar estos hilos luminosos que Dios, como quien teje Camariñas o “point d’Aleçon”, ordena sobre el mundo y sus estancias."                                                                  

Alvaro Cunqueiro. 
100 artigos. 
La Voz de Galicia.

:

domingo, 7 de abril de 2013

OBITER DICTUM






Las atrocidades cometidas por Pizarro y sus sucesores han llevado a idealizar la era incaica como un monumento de paz, justicia social y racionalidad política, olvidando que ese estado murió de su propia medicina, y que los españoles tuvieron --desde el principio y hasta el extermino del último Inca— no solo a varios sino a muchos aliados entre los pueblos oprimidos por la estirpe de Manco Capac.


Antonio Escohotado

viernes, 5 de abril de 2013

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





QUÉ HAS HECHO DE TU HERMANO?
  en el torbellino de las mochilas
    los ojos de la hormiga
      no perdona
        yacen allí
          jamás
            todo fue
              consumado
                todo fue
                  arrebatado
                    por un
                      viento
                        impasible

que se llamaba

ol
vi
do                                 o                                  
                                                                           des
                                                                           truc
                                                                           ción


Miguel Labordeta

martes, 2 de abril de 2013

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE










GERTRUDE BELL


«Me invitó a tomar el té. Me recibió sentada junto a una mesita de té perfectamente inglesa, colocada bajo una polvorienta palmera en el jardín de dátiles que circundaba su villa. No había ninguna otra mujer. Los invitados eran jóvenes de uniforme, la mayor parte miembros de su plana mayor. Nada más verla decidí que la Reina Virgen tenía que haber sido precisamente así. Era una inglesa más bien pequeña y con cara de caballo —me parece recordar que su cabello era rojizo tirando a gris— pero había algo de majestuoso en su persona. Tenía un increíble dominio de las lenguas del Oriente Medio. Conocía todos los dialectos. Sabía al dedillo las historias tribales y familiares de los Bedawi. Viéndola, no era difícil creer lo que me habían contado de cómo llegaba en su avión a los campamentos de los árabes rebeldes y les soltaba tales rapapolvos en su propio dialecto que inmediatamente recogían sus tiendas y desaparecían.»

John dos Passos.
Años inolvidables.
Alianza Editorial.