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martes, 30 de septiembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




                 JORNADA


Aurora.
Lámpara, enredada
en un camino de horizontes.
Despues, al mediodía,
en el aljibe se suicida el sol.
La tarde hecha jirones
mendiga estrellas.
Las lejanías reciben al sol
sobre sus brazos incendiados.
La noche se persigna ante un poniente.
Amanece la angustia de una espera
y aún no es la hora.


Norah Lange

jueves, 25 de septiembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EN EL LODAZAL

«La ciudad es, para quien la conoce y conoce a sus habitantes, un cementerio en la superficie hermoso, pero bajo esa superficie en realidad horrible, de fantasías y deseos. Para el que aprende o estudia, e intenta encontrar su orden y su derecho en esa ciudad, que sólo es famosa en todas partes por su belleza y su construcción, y que en la época de los llamados Festivales es además famosa todos los años por el, así llamado, Gran Arte, esa ciudad no es pronto más que un museo de la muerte, frío y expuesto a todas las enfermedades y vilezas, en el que crecen todos los obstáculos imaginables e inimaginables que desintegran y hieren en lo despiadadamente más profundo, sus energías y dotes y disposiciones intelectuales, y pronto la ciudad no es ya para él una hermosa naturaleza y una arquitectura ejemplar sino nada más que una impenetrable maleza humana, hecha de abyección y vileza y, cuando camina por sus calles, no camina ya rodeado de música sino que se siente nada más que repelido por el lodazal moral de sus habitantes.»

Thomas Bernhard.
El origen.
Editorial Anagrama.

jueves, 18 de septiembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




EN LAS ENCANTADAS RIBERAS


“En el estado de Wisconsin, en las encantadas riberas del lago Michigan, el espíritu de las gentes tiene ese ímpetu de apostolado que ponen las razas protestantes en todas sus empresas y que se parece tanto al fanatismo.
Entusiasmados con el señuelo de una raza perfecta, los wisconsineses decidieron, por medio de sabias leyes, poner todo género de trabas a los matrimonios que no reunieran las condiciones más apetecibles de belleza, salud e inteligencia.
«Dentro de veinte años --se dijeron—tendremos la mejor raza del mundo. De toda la redondez del planeta vendrán a ver a nuestras mujeres, Venus de Milo, en lo físico; 'en la discreción', Lucrecias; en el saber, sor Juanas; y a nuestros hombres: Alcibíades en la hermosura, Hércules en la fuerza y Newtons en la sabiduría».
¿Y sabéis lo que ha sucedido? Pues ha sucedido que, por una parte, con las taxativas y dificultades, los matrimonios disminuyen de un modo alarmante (y claro, la población también), y por otra, que los famosos frutos eugenésicos, los hijos habidos en las perfectas condiciones requeridas, por padres «estatuarios» de nariz griega y músculos de acero, salud perfecta y costumbres puras, han resultado inválidos, defectuosos... o idiotas.
Recuerda uno, ante lo imprevisto de tales resultados, la frase de Víctor Hugo: «L'homme seme les causes et Dieu fait  múrir les effets!».
Los feos, los pobres feos, incasables gracias a la eugenesia, han emigrado de Wisconsin... y no será difícil que en otra parte procreen una raza inteligente y bella.
Y es que en la «receta» hombre hay muchos ingredientes ignorados que la eugenesia no puede tener en cuenta, y que no son solamente belleza, fuerza, salud..., trinidad deseable, pero que, sin otros componentes misteriosos, no produce más que imbéciles, habiéndose producido sin ella, en cambio, algunos de los tipos supremos que son honra de la especie.”


Amado Nervo.Crónica. Biblioteca Ayacucho.

martes, 9 de septiembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





[LA QUIMERA DEL ORO]

toda carrera por el oro
tiene un héroe,
la disminución del Paraíso
produce un aumento compensatorio
en la antropofagia ritual,
la herida resulta
de un golpe de bastón bien dado por el héroe,
conduce de los adornos de plumas
a la posesión de la cachonda recepcionista,
la idea del oro divide el reino
(mares, tierras)
en las paredes del comedor,
la idea del oro
revela un grado de civilización,
el aurífice clama,
la idea del oro son hojas vellosas,
vísceras florecidas en la sumisión a la idea
de que cualquier deseo está contenido
sólo enteramente en su verificación,
nuestro redentor es de carácter volcánico,
la idea del oro se aplica al movimiento
de un cuerpo hacia arriba,
planta virgen y venenosa,
todas sus flores tienen
olor fuerte y nauseabundo,


José Carlos Becerra

domingo, 7 de septiembre de 2014

OBITER DICTUM






«En las mañanas de primavera, yo me ponía a trabajar temprano, mientras mi mujer dormía todavía. Las ventanas estaban abiertas de par en par, y el empedrado de la calle iba secándose tras la lluvia. El sol arrancaba la humedad a las fachadas de enfrente. Las tiendas estaban todavía encerradas en sus postigos. El cabrero subía por la calle al son de su flauta, y la mujer que vivía en el piso encima del nuestro bajaba a la calle con un gran jarro. El cabrero escogía una de sus cabras negras, de ubres pesadas, y la ordeñaba en el jarro, mientras el perro arrimaba las demás cabras a la acera. Las cabras miraban a su alrededor, torciendo el cuello como turistas en un panorama nuevo. El cabrero cobraba y daba las gracias a la mujer, y subía calle arriba tocando la flauta, y el perro guiaba a las cabras que meneaban los cuernos a cabezadas.»

Ernest Hemingway.

jueves, 4 de septiembre de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA



SCRITTO FORSE SU UNA TOMBA


Qui lontani da tutti, il sole batte
su i tuoi capelli e vi riaccende il miele,
e a noi vivi ricorda dal suo arbusto
già l’ultima cicala dell’estate,
e la sirena che ulula profonda
l’allarme sulla pianura lombarda.
O voci arse dall’aria, che volete?
Ancora sale la noia de la terra.


                          Salvarote Quasimodo

lunes, 1 de septiembre de 2014

ALLÁ EN LAS INDIAS






ÇAGOATEPAN


        “Aquel pueblo de Çagoatepan hallamos quemado hasta las mezquitas y casas de sus ídolos, y no hallamos en él gente ninguna ni nueva de las canoas que habían venido el río arriba. Hallose en él mucho maíz, mucho más granado que lo de atrás, y yuca y agies y buenos pastos para los caballos; porque en la ribera del río, que es muy hermosa, había muy buena yerba, y con este refrigerio se olvidó algo del trabajo pasado, aunque yo tuve siempre mucha pena por no saber de las canoas que había enviado el rio arriba; y andando mirando el pueblo, haIlé yo una saeta hincada en el suelo, donde conosci que las canoas habían llegado allí, porque todos los que venían en ellas eran ballesteros, y diome más pena creyendo que allí habían peleado con ellos, y habían muerto, pues no parecían; y en unas canoas pequeñas que por allí se hallaron, hice pasar de la otra parte del río, donde hallaron mucha copia de gente y labranzas, y andando por ellas, fueron a dar a una gran laguna, donde hallaron toda la gente del pueblo en canoas y en isletas; y en viendo a los cristianos, se vinieron a ellos muy seguros, y sin entender lo que decían me trujeron hasta treinta o cuarenta dellos; los cuales, después de haberles hablado, me dijeron que ellos habían quemado su pueblo por inducimiento de aquel señor de Çagoatepan, y se habían ido de él a aquellas lagunas por el terror que él les puso, y que después habían venido por allí ciertos cristianos de los de mi compañía en unas canoas, y con ellos algunos de los naturales de Iztapan; de los cuales habían sabido el buen tratamiento que yo a todos hacía, y que por eso se habían asegurado, y que los cristianos habían estado allí dos días esperándome, y como no venía, se habían ido el río arriba a otro pueblo que se llama Petenecte, y que con ellos se había ido un hermano del señor de aquel pueblo, con cuatro canoas cargadas de gente, para si en el otro pueblo Ies quisiesen hacer algún daño, ayudarlos, y que les habían dado mucho bastimento y todo lo que hubieron menester.


Hernán Cortés.
Cartas de relación.