EN LAS ENCANTADAS RIBERAS
“En el
estado de Wisconsin, en las encantadas riberas del lago Michigan, el espíritu
de las gentes tiene ese ímpetu de apostolado que ponen las razas protestantes
en todas sus empresas y que se parece tanto al fanatismo.
Entusiasmados
con el señuelo de una raza perfecta, los wisconsineses decidieron, por medio de
sabias leyes, poner todo género de trabas a los matrimonios que no reunieran
las condiciones más apetecibles de belleza, salud e inteligencia.
«Dentro
de veinte años --se dijeron—tendremos la mejor raza del mundo. De toda la
redondez del planeta vendrán a ver a nuestras mujeres, Venus de Milo, en lo
físico; 'en la discreción', Lucrecias; en el saber, sor Juanas; y a nuestros hombres:
Alcibíades en la hermosura, Hércules en la fuerza y Newtons en la sabiduría».
¿Y
sabéis lo que ha sucedido? Pues ha sucedido que, por una parte, con las
taxativas y dificultades, los matrimonios disminuyen de un modo alarmante (y
claro, la población también), y por otra, que los famosos frutos eugenésicos,
los hijos habidos en las perfectas condiciones requeridas, por padres
«estatuarios» de nariz griega y músculos de acero, salud perfecta y costumbres
puras, han resultado inválidos, defectuosos... o idiotas.
Recuerda
uno, ante lo imprevisto de tales resultados, la frase de Víctor Hugo: «L'homme
seme les causes et Dieu fait múrir les
effets!».
Los
feos, los pobres feos, incasables gracias a la eugenesia, han emigrado de
Wisconsin... y no será difícil que en otra parte procreen una raza inteligente
y bella.
Y es
que en la «receta» hombre hay muchos ingredientes ignorados que la eugenesia no
puede tener en cuenta, y que no son solamente belleza, fuerza, salud...,
trinidad deseable, pero que, sin otros componentes misteriosos, no produce más
que imbéciles, habiéndose producido sin ella, en cambio, algunos de los tipos
supremos que son honra de la especie.”
Amado Nervo.Crónica. Biblioteca Ayacucho.