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viernes, 25 de febrero de 2011

OBITER DICTUM





«Es difícil imaginar hasta qué punto se vivía entonces a la sombra de la poesía. Era una pasión frenética, otro modo de ser, una bola de candela que andaba de su cuenta por todas partes. Abríamos el periódico, aun en la sección económica o en la página judicial, o leíamos el asiento del café en el fondo de la taza, y allí estaba esperándonos la poesía para hacerse cargo de nuestros sueños. De modo que para nosotros, los aborígenes de todas las provincias, Bogotá era la capital del país y la sede del gobierno, pero sobre todo era la ciudad donde vivían los poetas.»


Gabriel García Márquez.

lunes, 21 de febrero de 2011

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





MARBURG


            “Hace setecientos años vivió y actuó aquí el Magíster y maestro inquisidor Konrad: Gran Inquisidor de Alemania.
         En el año 1231 el Papa Gregorio IX escribió una carta al Magíster Konrad en la que le expresaba su agradecimiento y a él su “hijo amado” le otorgaba los siguientes poderes: Konrad debía alistar ayudantes idóneos, de donde quisiera; podía imponer el interdicto a su arbitrio, como también el destierro. El maestro inquisidor y sus cómplices (uno de ellos, de nombre Hans, se alababa de poder ver a través de las paredes de una casa al hereje que allí estuviera) organizaron un regimiento terrorífico sin precedentes en Alemania. Prestaron oídos a toda denuncia y pidieron cuentas a todo aquél que algo dijera de cualquier herejía. Aquél que negaba era quemado “el mismo día de haber sido sentenciado sin que fuera posible ningún tipo de defensa o apelación”. Para todo acusado inocente había una sola posibilidad: declarase hereje arrepentido. Así salvaba la vida, se le cortaba el pelo hasta las orejas, tenía que coser una cruz sobre su vestimenta y todos los domingos, semidesnudo, ir a la iglesia entre la epístola y el evangelio para se azotado.
         Cuando alrededor del año 1212 fueron detenidos los herejes de Estrasburgo, “se hizo abrir una fosa profunda y amplia para la cremación que en el día de hoy se llama la fosa de los herejes: a su interior se condujo a los herejes entre grandes lamentaciones; sus hijos y sus amigos les rogaban que se convirtieran al cristianismo, pero ellos permanecían impertérritos y cantaban y oraban invocando a Dios, decían que no podían abandonar a su Dios; por propia voluntad caminaron al fuego, fueron rodeados con leños y calcinados entre grandes lamentaciones. Deben haber siso más de cien, entre ellos, muchas nobles personas”. Konrad von Marburg, como muchos suponen, estuvo involucrado en esas ejecuciones masivas. Por doquiera, en Alemania fueron “interrogados incontables herejes por Magíster Konrad como autoridad apostólica y luego sentenciados por veredicto profano y quemados”. Una vez detuvo, en su ciudad materna de Marburg, algunos caballeros, sacerdotes y otra gente selecta; unos se convirtieron, otros fueron quemados detrás del castillo de Marburg y por esto aún se llama el Arroyo de los Herejes”.
El Arroyo de los Herejes se ha transformado actualmente en una calle igual a cualquier otra. Sólo su nombre advierte sobre las atrocidades allí cometidas por un representante especial de Roma: Tampoco la iglesia de Santa Isabel, construida en estilo gótico temprano, como catedral sepulcro de Santa Isabel y cerrando con su pesadez el Arroyo de los herejes, habría recordado aquellos sucesos si Konrad no hubiese sido el director espiritual de Isabel. –Sin Konrad von Marburg hubiese habido una condesa, Isabel von Thuringen, pero ninguna Santa Isabel.”


Otto Rahn. La corte de Lucifer. Ediciones Internacionales Rigal

viernes, 18 de febrero de 2011

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





SOLO


Poco
     a
      poco
      me
          fui
            quedando
                      solo
Imperceptiblemente:
Poco
      a
       poco

Triste es la situación
Del que gozó de buena compañía
Y la perdió por un motivo u otro.

No me quejo de nada: tuve todo
Pero
      sin
         darme
                 cuenta
como un árbol que pierde una a una sus hojas
Fuime
   quedando
               solo
                   poco
                        a
                          poco.


Nicanor Parra.

martes, 15 de febrero de 2011

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






              NIEBLA DEL RIACHUELO


Turbio fondeadero donde van a recalar,
barcos que en el muelle para siempre han de quedar...
Sombras que se alargan en la noche del dolor;
náufragos del mundo que han perdido el corazón...
Puentes y cordajes donde el viento viene a aullar,
barcos carboneros que jamás han de zarpar...
Torvo cementerio de las naves que al morir,
sueñan sin embargo que hacia el mar han de partir...

¡Niebla del Riachuelo!..
Amarrado al recuerdo
yo sigo esperando...
¡Niebla del Riachuelo!...
De ese amor, para siempre,
me vas alejando...
Nunca más volvió,
nunca más la vi,
nunca más su voz nombró mi nombre junto a mí...
esa misma voz que dijo: "¡Adiós!".

Sueña, marinero, con tu viejo bergantín,
bebe tus nostalgias en el sordo cafetín...
Llueve sobre el puerto, mientras tanto mi canción;
llueve lentamente sobre tu desolación...
Anclas que ya nunca, nunca más, han de levar,
bordas de lanchones sin amarras que soltar...
Triste caravana sin destino ni ilusión,
como un barco preso en la "botella del figón"...


                 Enríque Cadícamo

viernes, 11 de febrero de 2011

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





EN EL MEKONG


“En Chez Louise, el restaurante de los franceses que viven en este pueblo ribereño del Mekong, hay carteles de Niza y Cannes. La dueña, una dama vietnamita, descorcha varias botellas de vino «francés». Francés según la etiqueta, porque al primer trago se descubre que es el caldo que los chinos mixtifican en sus destilerías de Vientian, la capital. Peor tiene, al menos, el color del vino. Y hay pan, por fin pan francés. Los profesores de Takek charlan en la sobremesa con sus compatriotas llegados para pasar el fin de semana.

--Ha sido un viaje magnífico –dice uno de ellos --, sin minas en la carretera está en buen estado, hemos alcanzado has los 70 kilómetros por hora.

Camiones militares circulan a todas horas por este pueblo. Laos es el país con más armas per cápita del mundo, las abandonadas en sucesivas retiradas por los japoneses, americanos, chinos de Chiang Kai Chek, franceses y vietnamitas. Estamos a menos de un centenar de kilómetros de Vietnam del Norte y muy cerca de la «pista Ho Chi Ming». Los soldados, cuando disponen de munición, aprovechan para tirar al aire en días de tormenta y los eclipses de luna. Todo se da por bien empleado con tal de ahuyentar a los «fi”, los espíritus malignos. Cerca de mi hotel, los dueños de los comercios pinchan globos con sus afiladas perchas de bambú. Creen que el ruido y los disparos asustan a los malos espíritus y al mismo tiempo, sirven para traer la lluvia después de la estación seca. Esta primera noche laosiana está amenizada por ladridos de perros, desde el momento en que el batintín llama a los bonzos a la oración. Hace dos horas que ha cruzado el cielo el último T-8 norteamericano. Pronto sólo se escucharán los ladridos y el concierto de los «geekos», los lagartos domésticos, de ojos enrojecidos, que emiten un ruido más penetrante que el croar de las ranas. Los «geekos» de mi habitación mantienen la nota durante un buen rato, «gee-ko, gee-ko», hasta que dan el do de pecho. El dueño de la posada me ha advertido que, cuando el lagarto llama siete veces seguidas, me ande con cuidado, es de mal agüero.
A la mañana siguiente, un triciclo me lleva hasta el cuartel general de esta región táctica. En las inmediaciones hay un activo movimiento de tropas. Se diría que estamos en carnaval. Cada soldado viste como le viene en gana. Los ha con casco y sin él, con ajadas boinas de paracaidista, con vaqueros negros, guerrera verde de camuflaje, kepis, botas de media caña o sandalias de goma de neumático. Y entre esta resulta formación de soldados, observo un fenómeno que luego será habitual: la presencia de las mujeres con sus hijos colgados a la espalda, los animales domésticos, patos, gallinas y el perro, que acompaña a la guerra a sus maridos o a sus hijos. Es difícil que haya en el mundo soldados peor pagados. Reciben de 2.000 10.000 kips al mes, entre 250 y 1.400 pesetas, desde el soldado raso al oficial. Quizá esto explique, al menos en parte, la nula capacidad combativa de estas tropas. El primer ministro Suvana Fuma me dirá en Vientian que «somos un pueblo nacido para tocar la “kene” y hacer el amor». La «kené» es un instrumento de viento fabricado con tubos de bambú. El coronel Batana Ran Lang me ofreció un jeep y escolta para viajar hasta la primera línea de fuego de esta interminable guerra del Laos. Desde el día de la independencia de los franceses, fueron tres príncipes Sufanuvong, el llamado «príncipe rojo”, jefe de la guerrilla comunista, y Bun Um, heredero de la dinastía de reyes el sur de Laos, derechista y aliado de los norteamericanos. Por encima de todos ellos, reinaba en la capital del reino, Luan Prabang, el rey Sivanga Batana. En 1975, después de más de treinta años de guerra, el príncipe rojo fue el ganador. Abolió la monarquía y fundo la República Democrática.”


Manuel Leguineche. El viaje más corto. Editorial Argos

jueves, 10 de febrero de 2011

OBITER DICTUM






Me acuerdo de que al pie de la pasarela que cruzaba las vías del ferrocarril de circunvalación, en lo alto de la calle del Ranelagh, y que permitía acceder al bosque de Boulogne, había una pequeña construcción que servía de tenderete a un zapatero, y que después de la guerra quedó cubierta de cruces gamadas porque, al parecer, el zapatero había sido colaboracionista.

Georges Perec.

lunes, 7 de febrero de 2011

ALLÁ EN LAS INDIAS





EN AQUEL DÍA


“Jueves, 11 de Otubre


Navegó al Güesudueste. Tuvieron mucha mar, más que en todo el viaje avían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la caravela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedaço de caña y otra yerva que nace en tierra y una tablilla. Los de la caravela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado d'escaramojos. Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Anduvieron en este día, hasta puesto el sol, 27 leguas. Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Güeste. Andarían doze millas cada ora, y hasta dos oras después de media noche andarían 90 millas, que son 22 leguas y media. Y porque la caravela Pinta era más velera e iva delante del Almirante, halló tierra y hizo las señas qu'el Almirante avía mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se dezía Rodrigo de Triana puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vid lumbre; aunque fue cosa tan çerrada que no quiso affirmar que fuese tierra, pero llamó a Pero Gutiérrez repostero d'estrados del Rey e díxole que pareçía lumbre, que mirasse él, y así lo hizo, y vídola. Díxolo también a Rodrigo Sánchez de Segovia, qu'el Rey y la Reina embiavan en el armada por veedor, el cual no vido nada porque no estava en lugar do la pudiese ver. Después qu'el Almirante lo dixo, se vido una vez una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alçava y levantava, lo cual a pocos pareçiera ser indiçio de tierra; pero el Almirante tuvo por çierto estar junto a la tierra. Por lo cual, cuando dixeron la Salve, que la acostumbran dezir e cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rogó y amonestólos el Almirante que hiziesen buena guarda al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dixese primero que vía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes avían prometido, que eran diez mill maravedís de juro a quien primero le viese. A las dos oras después de media noche pareçió la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas, y quedaron con el treo que es la vela grande, sin bonetas, y pusiéronse a la corda, temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los lucayos, que se llamava en lengua de indios Guanahaní.

Luego vieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada y Martín Alonso Pinçón y Viceinte Anes, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la vandera real y los capitanes con dos vanderas de la Cruz Verde, que llevava el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una I, ençima de cada letra su corona, una de un cabo de la + y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo d'Escobedo, escrivano de toda el armada, y a Rodrigo Sánches de Segovia, y dixo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos tomava, como de hecho tomó, possessión de la dicha isla por el Rey e por la Reina sus señores, haziendo las protestaçiones que se requirían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hizieron por escripto. Luego se ayuntó allí mucha gente de la isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante en su libro de su primera navegaçión y descubrimiento d'estas Indias. «Yo», dize él, «porque nos tuviesen mucha amistad, porque cognosçí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra sancta fe con amor que no por fuerça, les di a algunos d'ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescueço, y otras cosas muchas de poco valor, con que ovieron mucho plazer y quedaron tant nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde nos estávamos, nadando, y nos traían papagayos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocavan por otras cosas que nos les dávamos, como cuentezillas de vidrio y cascaveles. En fin, todo tomavan y daban de aquello que tenían de buena voluntad, mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mugeres, aunque no vide más de una farto moça, y todos los que yo vi eran todos mançebos, que ninguno vide de edad de más de XXX años, muy bien hechos, de muy fermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruessos cuasi como sedas de cola de cavallo e cortos. Los cabellos traen por ençima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. d'ellos se pintan de prieto, y [d']ellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y d'ellos se pintan de blanco y d'ellos de colorado y d'ellos de lo que fallan; y d'ellos se pintan las caras, y d'ellos todo el cuerpo, y d'ellos solos los ojos, y d'ellos solo el nariz. Ellos no traen armas ni las cognosçen, porque les amostré espadas y las tomavan por el filo y se cortavan con ignorançia. No tienen algún fierro; sus azagayas son unas varas sin fierro y algunas d'ellas tienen al cabo un diente de peçe, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vide algunos que tenían señales de feridas en sus cuerpos, y les hize señas qué era aquello, y ellos me amostraron cómo allí venían gente de otras islas que estavan açerca y les querían tomar y se defendían. Y yo creí e creo que aquí vienen de tierra firme a tomados por captivos. Ellos deven ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dizen todo lo que les dezía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareçió que ninguna secta tenían. Yo plaziendo a Nuestro Señor llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que deprendan fablar. Ninguna bestia de ninguna manera vide, salvo papagayos en esta isla.”

Todas son palabras del Almirante.


Cristobal Colón. 

Primer viaje.

domingo, 6 de febrero de 2011

Y EL ÓBOLO BAJO LENGUA






          DARKNESS


My close-walled soul has never known
That innermost darkness, dazzling sight,
Like the blind point, whence the visions spring
In the core of the gazer's chrysolite…
The mystic darkness that laps God's throne
In a splendour beyond imagining,
So passing bright.

But the many twisted darknesses
That range the city to and fro,
In aimless subtlety pass and part
And ebb and glutinously flow;
Darkness of lust and avarice,
Of the crippled body and the crooked heart…
These darknesses I know.


                           Aldous Huxley

jueves, 3 de febrero de 2011

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






SERAFÍ


        “Como hacía frío, caminábamos deprisa, y Serafí nos seguía en la forma que acabamos de describir. De vez en cuando, el filólogo alargaba el brazo y le pasaba la mano por encima, lo que producía entre ambos seres un juego de miradas de postal al bromuro que indicaba la existencia de un diálogo permanente, lleno de dulzura y de matices delicados y tiernos.
        --¿Hace tiempo que tiene usted este perro? –pregunté a Tintorer.
        --Hará un mes.
        --Veo que le habla usted en catalán. ¿Cree usted que lo entiende?
        --Tiene gran facilidad para las lenguas. A juzgar por su receptividad, si pudiese hablar sería políglota. Es muy inteligente.
        --Después de todo, es natural. Usted también es políglota, ¿no es verdad?
        --Hombre, ¿qué voy a decirle? Le diré, si me lo permite, que soy un polígrafo minúsculo.
        --Es usted joven y modesto. A su edad, estas virtudes son difíciles de encontrar reunidas. Deje usted que pasen los años. Saldrá usted adelante. Logrará ser un polígrafo. Si este Serafí es tan inteligente y tan dotado para la comprensión lingüística como usted dice, es natural que se encuentre bien en su compañía. Los políglotas con los políglotas, ¿comprende? Son las afinidades electivas. El perro lo debió de ver claro desde el primer momento.
        --Nunca sé si habla usted en broma o en serio…
        --Me confunde. He hablado y hablo siempre en serio; lo que ocurre es que por cortesía, por no aburrir a mi interlocutor, trato de decir las cosas de una manera divertida. La vida social sería horrible si cada vez que hablamos con un amigo utilizásemos un lenguaje monótono, malcarado, severo y triste. Estoy tan contento de saber que tiene usted perro y de ver que ha establecido con él tan buena compañía, que a veces no noto tanto frío.
        --No sé, no sé… Esta cordialidad que me manifiesta Serafí quizás sea debida a que el perro tiene la esperanza de que algún día, cuando haga mejor tiempo, le lleve a vivir afuera, a un medio adecuado para hurgar las madrigueras de los tejones y de toda clase de animales. La finalidad específica de esta clase de perros es matar tejones. Si al final, situados en otro ambiente, parece que están dispuestos a comprender todas las lenguas que sus amos puedan utilizar, es con la esperanza de que algún día se verán complacidos por lo que a los tejones hace referencia.
        --¿Quiere dar usted a entender que sospecha que el perro simula cordialidad?
        --¿Quién no simula en este mundo? Todo el mundo va a lo suyo y todo es una comedia. Lo que digo es que la ilusión de este perro son los tejones, como la mía es la filología. Todo lo demás son futilidades…”


Josep Pla. La vida amarga. Ediciones Destino.

miércoles, 2 de febrero de 2011

EN EL TRASTERO OCULTO

GEORGE BREITNER









Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




    HOZ


   Cuello de cisne
yerto
y afilado.

Interrogación
de acero
forjado.

Cercenador
certero
de la casa de grano.

Isócrono
movimiento
del brazo.

Campo
raso.


         Jose María Hinojosa.

martes, 1 de febrero de 2011

OBITER DICTUM






            «Estas memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadizos porque así precisamente es la vida. La intermitencia del sueño nos permite sostener los días de trabajo. Muchos de mis recuerdos se han desdibujado al evocarlos, han devenido en polvo como un cristal irremediablemente herido.

         Las memorias del memorialista no son las memorias del poeta. Aquél vivió tal vez menos, pero fotografió mucho más y nos recrea con la pulcritud de los detalles. Este nos entrega una galería de fantasmas sacudidos por el fuego y la sombra de su época.

         Tal vez no viví en mí mismo; tal vez viví la vida de los otros.

         De cuanto he dejado escrito en estas páginas se desprenderán siempre —como en las arboledas de otoño y como en el tiempo de las viñas— las hojas amarillas que van a morir y las uvas que revivirán en el vino sagrado.

         Mi vida es una vida hecha de todas las vidas: las vidas del poeta.»


Pablo Neruda