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martes, 11 de octubre de 2022

ALLÁ EN LAS INDIAS


 




AL PARTIR LA TIERRA II


«Y pues está a tiempo de obrar, le convendrá tener particular cuidado después de haber poblado con aplauso de los señores de la tierra. Las estancias que diere para sembrar y criar ganados a los españoles, sean sin perjuicio de los naturales. Y para repartir y encomendar los indios convendrá mucho que antes que lo haga, tenga llana la tierra y muy trillada y hecha la descripción general de los señores que la gobernaban al tiempo que la entraron y por minuta y lista tomados sus nombres sin que se oculte ninguno, y con artificio y regalo hará que den la cuenta de todos sus sujetos y principales: y la descripción de como queda dicho habrán hecho al correr de la tierra, y que digan unos caciques de otros. Y en el pueblo y ciudad se hará la propia diligencia, y hecha, nuestro caudillo repartirá por provincias, dividiendo y apartando e incluyendo en cada una los señores que cómodamente quedaren dentro de ella, y luego numerará los indios, habiendo numerado los señores que los sujetan, y así juntará toda la suma, y visto el número considerará las granjerías de la tierra, si hay perlas, oro, o piedras de precio, o si se ha de tratar de sola industria, como es hacer ingenios de azúcar, obrajes, ganados, sementeras y otras cosas de menos valor: y con esta consideración repartirá la tierra y señalará los indios, más o menos, conforme los aprovechamientos que hubiere en cada provincia; y hecho este discurso y consideración y que no le sea cosa oculta en la tierra, apuntará y encomendará los indios, por sus pueblos, o caciques, capitanes y principales: o por casas, o por cabezas, o parentelas, o valles, conforme la tierra y su disposición ofreciere: considerando también de los españoles la cantidad y méritos; y así, a unos más y a otros menos, pesando y midiendo el valor de cada uno y la sustancia de los indios, porque en un valle o sitio valdrán más cuatro que en otro ocho.


Bernardo de Vargas Machuca.

Milicia Indiana.

miércoles, 3 de marzo de 2021

ALLÁ EN LAS INDIAS




VIDA, HONRA, HACIENDA Y SEÑORÍO


Comenzaron los indios de Paulo a descargar sus hondas y varas con mucha grita. Fue a ellos Castro con sus arcabuceros, y retrájolos. Socorrióles Marticote, capitán de arcabucería, y comenzóse la escaramuza. Comenzaron a subir a lo alto y llano los escuadrones de Vaca de Castro al son de unos atambores. Disparó en ellos la artillería y llevó una hilera entera, y los hizo abrir y aun ciar; mas los capitanes los hicieron cerrar y caminar delante con las espadas desnudas, y por romper fueran rompidos, si Francisco de Caravajal, que regía las haces, no los detuviera hasta que acabase de tirar la artillería. Mataron en esto los arcabuceros de don Diego a Perálvarez Holguín y derribaron a Gómez de Tordoya, por lo cual, y por el daño que los tiros hacían en la infantería, dio voces Pedro de Vergara, que también herido estaba, a los de caballo que arremetiesen. Sonó la trompeta, y corrieron para los enemigos. Don Diego salió al encuentro con gran furia. Cayeron muchos de cada parte con los primeros golpes de lanza y muchos más con los de espada y hacha. Estuvo en peso buen rato la batalla sin declarar victoria por ninguna de las partes, aunque los peones de Vaca de Castro habían ganado la artillería y los de don Diego habían muerto muchos contrarios y tenían dos banderas enteras. Anochecía ya y cada uno quería dormir con victoria; y así peleaban como leones, y mejor hablando como españoles, ca el vencido había de perder la vida, la honra, la hacienda y señorío de la tierra, y el vencedor ganarlo.

Francisco López de Gomara.
Historia general de las Indias.

lunes, 30 de marzo de 2020

ALLÁ EN LAS INDIAS





EL EJERCITO INCA


El modo que se tenía en elegir los hombres para la milicia, era éste: en cada pueblo había maestros de enseñar la manera de pelear y ejercitarse en las armas. Estos tenían cargo de tomar todos los niños de diez hasta diez y ocho años, en cierta hora o horas del día, e dábanles forma de reñir de burlas o de veras entre sí e [que] se ejercitasen como quiera en las armas; y los que destos salían de más fuerzas y más valientes, más ligeros y aptos para la guerra, y feroces, aquellos mandaba el Rey que los señalasen y fuesen dedicados al ejercicio bélico, y desde adelante cada día más usasen a pelear de burlas o de veras, hasta que fuesen de edad para servirse dellos en las guerras. Mandábales dar sueldo conveniente de que comiesen y se criasen, y que gozasen de sus privilegios.
Tenían otra manera de probar los niños y cognoscer lo que después de grandes harían en las peleas. Después de llegados a los diez y ocho años, poníanlos delante del capitán general o de aquel maestro que tenía cargo deste ejercicio, y mandaba a uno que tenía una porra o alguna otra arma en la mano, «ven acá, mátame aquél», [e] iba y alzaba la porra como que le quería dar; y si el mozo rehuía la cara de miedo, apartábalo y dejábalo para que toda su vida fuese labrador, y su oficio y ocupación fuesen obras serviles; pero al que no huía la cara, dedicábanlo para el arte militar, mandándole que siempre se ocupase en ella; y desde luego era hidalgo, y gozaba de los militares privilegios. Por estas vías tenían los Reyes de aquellos reinos de señalados hombres muchas grandes guarniciones.

Bartolomé de las Casas.

De las antiguas gentes del Perú.