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viernes, 20 de agosto de 2021

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





El GÉNESIS Y SUS LABERINTOS



"Tenía en casa una de aquellas biblias negras que hace treinta años los protestantes ingleses vendían en Italia por media lira —y que nadie las quería—, y releí allí todo el Génesis. Pero no bastaba. Busqué en la biblioteca los comentarios más alabados, las disquisiciones eruditas más autorizadas sobre la obra de los siete días, y concordistas católicos y herejes en confusión. Leía y hojeaba libeluchos ingeniosos del setecientos y apologías estucadas a la moderna, para dar satisfacción a los seminaristas menos cretinos; ensayos franceses claros y espumosos como el champaña, y blandos panecillos filosóficos y exegéticos a la alemana, y artículos de vocabularios, y glosas largas y variolingües de biblias políglotas, sin saber discernir lo seguro de lo sofístico y lo cierto de lo supuesto. Resolví, también, en los volúmenes verdes que había hallado en la cesta-librería y perdí paulatinamente el recuerdo de la primera razón de mis investigaciones, para perderme en el dédalo de las cuestiones bíblicas."


In principio creavit Deus caelum et terram.
Terra autem erat inanis et vacua, et tenebrae super faciem abyssi, et spiritus Dei ferebatur super aquas.

Nel principio Iddio creò i cieli e la terra.
E la terra era informe e vuota, e le tenebre coprivano la faccia dell’abisso, e lo spirito di Dio aleggiava sulla superficie delle acque.

Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
La tierra era soledad y caos y las tinieblas cubrían el abismo, pero el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas.

No princípio criou Deus os céus e a terra.
A terra era sem forma e vazia; e havia trevas sobre a face do abismo, mas o Espírito de Deus pairava sobre a face das águas.

Au commencement, Dieu créa les cieux et la terre.
La terre était informe et vide: il y avait des ténèbres à la surface de l`abîme, et l`esprit de Dieu se mouvait au-dessus des eaux.

In the beginning God made the heaven and the earth.
And the earth was waste and without form; and it was dark on the face of the deep: and the Spirit of God was moving on the face of the waters.

Am Anfang schuf Gott Himmel und Erde.
Und die Erde war wüst und leer, und es war finster auf der Tiefe; und der Geist Gottes schwebte auf dem Wasser. 


Giovanni Papini.
Un hombre acabado.
Ediciones Calamo.

lunes, 28 de diciembre de 2020

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL ILIMITADO TERROR DE LA TINTA


Y recuerdo con mayor nostalgia una especie de Mil y una noches de la naturaleza, un librote con el talón verde todo deshilachado, con las páginas grandes, largas, arrugadas, rojizas de humedad, muchas veces rotas por la mitad o sucias de tinta, pero que yo abría con la certeza de ver aparecer ante mí, siempre nueva, una ya conocida maravilla. Allí los pólipos gigantes, de redondos ojos crueles, surgían del mar para apoderarse de los grandes veleros del Pacífico; un joven alto, con la cabeza descubierta, arrodillado en la cima de un monte, producía sobre un obscuro cielo alemán su sombra enorme; por en medio de las altísimas y abruptas paredes de un valle español, estrecho y obscuro, pasaba un pequeño jinete, apenas iluminado por un rayo del alto cielo, todo atemorizado por aquel silencio de abismo; un tierno demiurgo chino, vestido solamente con un trapo en la cintura, con el escalpelo en una mano y el martillo en la otra, estaba terminando de hacer el mundo en medio del desorden de una rígida selva de estalactitas que surgían de la tierra: un fiero explorador, lleno de pieles, plantaba una gran bandera negra, agitada por el viento, en la punta extrema de un promontorio, frente al mar Polar, blanco, solitario y furioso… Y hojeando las páginas enrojecidas, aparecíanse de pronto, rostros atontados de naturales de la Polinesia, islas madrepóricas posadas sobre el mar como ligeros colchones; siniestros cometas amarillentos en el ilimitado terror del cielo negrísimo de tinta, y esqueletos de reptiles colosales…

Giovanni Papini.Un hombre acabado.Ediciones Calamo.

sábado, 19 de septiembre de 2015

OBITER DICTUM






Y, en efecto; la mayor parte del tiempo estaba serio y cejijunto; hablaba muy poco hasta con los otros chicos; los cumplidos me daban fastidio; las caricias me causaban desprecio, y al tumulto desenfrenado de los compañeros de la edad más bella, prefería la soledad de los rincones más apartados de nuestra casa, pequeña, pobre y oscura. Era, en fin, lo que las señoras de sombrero llaman un «niño tímido» y las mujeres en cabeza «un sapo».

Giovanni Papini.

sábado, 8 de noviembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






LA MENOS ESTIMADA

En aquel tiempo estudié con bastante método las literaturas francesa e italiana de los orígenes, pero la que más me atrajo fue la menos conocida, la menos estimada: la española. Ya, tiempo antes, había estudiado el hermoso castellano en una gramática íntima y había traducido algunas escenas del Mágico Prodigioso de Calderón, pero entonces tomé como guía los libros de Amador de los Ríos y de Ticknor, cogí los primitivos textos, del Fuero de Avila hasta los más viejos romances, fantaseé en torno al Mysterio de los Reyes Magos, me enamoré del Poema del Cid, me hice especialista en Fray Gonzalo de Berceo y me adentré en la sabrosa argucia del arcipreste de Hita. Y no me paré aquí: vi y leí en parte todos los volúmenes de la biblioteca Rivadeneyra; escudriñé manuscritos catalanes, castellanos y portugueses, aprendí casi a fondo el español antiguo; medité ediciones críticas; copié, no pudiendo comprarme los libros, obras enteras y finalmente —conclusión eterna y nueva derrota— decidí dejar a un lado la historia comparada de las literaturas romanas para hacer un perfecto manual de historia de la literatura española.

Giovanni Papini.
Un hombre acabado.
Ediciones Calamo.

lunes, 25 de marzo de 2013

OBITER DICTUM






Además de deberles mi alma a los libros y a los muertos, se la debo a los árboles y a los montes. El campo me educó tanto como la biblioteca. Un cierto y determinado campo: todo lo que hay de poético, de melancólico, de gris y de solitario en mí, lo debo a la campiña de Toscana, a la campiña que hay en los alrededores de Florencia.

Giovanni Papini.