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miércoles, 5 de mayo de 2021

ALLÁ EN LAS INDIAS






MÁS VIDA, HONRA, HACIENDA Y SEÑORÍO



Y la noche antes se abían bixado las caras y sendas piernas por se conosçer los unos de los otros sus enemigos. Al alua al sonido de la corneta, hera un caracol grande, concha, se tocó, acometen tan balerosamente los mexicanos y adelántanse antes del acometer quatro lenguas (nahuatatos), dando bozes, diziendo: "Mexicanos, ¿a qué fue benida a nras tierras tantos y armados?" Rrespondieron los mexicanos: "Nra benida fue beer buestras tierras y a bosotros". Dizen los de Mechuacan: "Pues de buestra boluntad benistes a buscar buestras muertes, aquí fenesçeréis todos". Rrespondieron los mexicanos: "Pues para luego es tarde". Comiença una muy braua y rrezia y muy rreñida batalla tre los unos y los otros y la bozería tan grande que, como eran usados los mexicanos a acometer tan rrezio, no halló ardimiento de ánimo y poder la gente tarasca, yban sienpre multiplicándose, sus gentes benir de rrefresco, y con todo lleuaron los mexicanos a los tarascos hasta dentro del pueblo llaman Matalçingo, lleuando alguna mexoría, aunque muy poca. Buelue un prençipal con nueba a toda priesa Axayaca, diziendo en el estremo en que estauan los balerosos capitanes a causa de trar y benir al exérçito tarasca mucha gente de rrefresco y balientes, que ban los mexicanos muriendo muchos dellos y los capitanes y balientes soldados cuachicme y tequihuaque afloxando y muriendo. Rrespondió Axayaca al exérçito y banguardia que él lleuaua, diziéndoles: "Ea, mexicanos balerosos, aquí es menester uro ardimiento y esfuerço para ganar onrra o morir balerosamente muriendo en justa batalla, pues sabéis que nos aguarda para este bien el gran tetzahuitl Huitzilopochtli, e aguixemos los chalcas y los chinanpanecas y Suchimilco e a los de las sierras de Tacuba, los montañeses, los matlatzinca". Y llegados al socorro, no hallaron más de los quatro balerosos capitanes, que estaban tan lasos, tan cansados, llenos de poluo los rrostros, que paresçían estar tan atónitos y borrachos de los golpes que les dauan; y danles luego a beuer un breuaxe llaman yolatl. Y con esto, tra a la batalla los pueblos de las chinanpanecas al rrefresco. Tanbién los consumieron los mechuacanes. Y bían luego a los chalcas. Por lo consiguiente, un pueblo consumido, otro biado, por los mexicanos trauan de cada rrefresco dos mill y los tarascos boluían y trauan de nueuo diez mill, que al momento fenesçían las bidas allí en manos de los carniçeros.

Hernando Alvarado Tezozómoc.
Crónica Mexicana.

lunes, 26 de marzo de 2018

ALLÁ EN LAS INDIAS






POBRES DE MIS HIJOS


       “Llegado a Mexico Tlilancalqui, prençipal, ante el rrey Monteçuma, hízole gran rresçibimiento, contóle por extenso de la manera que fue a beer al gran capitán Don Fernando Cortés y la rrespuesta que le dio, conforme a lo arriba rreferido, todo por estenço. Quedó cabizbaxo Monteçuma ymaginando lo que adelante se le siguió puntualmente. Agradesçió a Tlilantzin el trauaxo del camino. Después le propuso lo siguiente, díxole: "Ya sabéis, Tlilancalqui, que la boluntad que siempre os e tenido, conforme a las obras buenas que de mí abéis rresçibido, la quiero yo agora rresçibir de bos. Y es que ya los dioses se cansaron y nos dexaron poder de estraños, estos nros dioses, el tiempo y señor, Tloquee yn Nahuaque, nro señor, la noche, el ayre, a su albedrío, cuyos esclauos somos (Titlaacahuan), pues sea mucho de norabuena, bengan los que an benido. ¿Dónde podemos yr? Mirá, hijo, lo que más os encargo, que pobres de mis hijos, llamados Yhuiltemoc y Chimalpupuca y Acatlxoxouhqui y Acamapich y Neçahualtecolotl y Axayaca y Tlacahuepan. Mirá que quando yo sea muerto a manos de los que agora bienen, los mexicanos como malos y crueles, con este enojo, los an de matar, los escondáis y abriguéis y amparéis, porque, después de yo muerto, ¿qué mirami an de tener de ellos?, antes acaballos de matar. Y para esto, desde agora los pongo uro poder. Hazé cuenta son uros hijos o nietos, de esconderlos uros rrincones si escaparen o el uno o el otro o qualquiera de ellos. Abéislos de querer conforme a boluntad y querer que os é tenido. Porque, mirá, no dudéis ello a de ser así, que an de costar muchas muertes este señorío que an de tener en estos rreynos deste mundo, que lo tengo predestinado muchos días, y todo quanto me dexó dho el rrey Neçahualpilli a de ser a la letra porque jamás faltó de lo que dezía. Y mirá lo que os digo, que los rrigieren y gouernaren por mandado de ellos, que no es ni a de ser señorío, sino sujetos como esclauos.  Y si los dioses os dieren bida os acordaréis de lo que aquí os digo. Y si todabía escapare yo con la bida, ya no seré rrey sino tequitlato y en mí se bernán a consumir los señores, tronos, sillas, estrados que los antiguos rreyes bieron y gozaron, porque en mí, soi Monteçuma, se acabará todo". Acabada su rrazón, se paró cabizbaxo, derramando ynfinitas lágrimas salidas del coraçón, que ponía gran dolor y compasión.”


Hernando Alvarado Tezozómoc. 
Crónica Mexicana.

sábado, 3 de octubre de 2015

ALLÁ EN LAS INDIAS






LA CAÍDA DE LOS TEPANECAS


       “Oydo esto, Ytzcoatl dixo: "Sea mucho de norabuena. Mandá a mis hermanos los mexicanos que se adereçen y aperçiban para este efecto, pues estamos ya en este término que nos emos de bender los unos y los otros en esta guerra. Hazé llamamiento a todos los prençipales mexicanos". Aperçibidos a guisa de guerreros, llegan al lugar de la guardia en Xoconochnopalyacac, y por caudillo dellos al do Tlacaelel, y trando en medio de los tepanecas, lo más fuerte de ellos, con grande bozería y alboroto, que solos los prençipales mexicanos y Tlacaelel con ellos, solos traron en campo con los enemigos tepanecas, que los demás mexicanos no abían trado con ellos, que estauan mirando lo que paraua. Y biendo que yban de huida a más andar los tepanecas, llegauan ya haldas de los montes, llegaron los otros mexicanos dando ánimo a los mayores y prençipales, diziéndoles: "Ea, balerosos mexicanos, que ya no ay memoria de tepanecas ni serranos, sus aliados, ni ay ya pueblo de Azcapuçalco, que todo es ya uro. Ya abéis terado buestro alto balor y señorío. ¿Qué podemos agora dezir?" Y así, boluieron a baxar los tepanecas y con boz humilde y baxa se ofresçieron a la suxeçión y dominio mexicano y ser basallos y serbilles como a señores, y ellos basallos, y harían todo lo esclauo le fuese mandado, pues en justa guerra quedaron bençidos y suxetos de ellos.


Hernando Alvarado Tezozómoc. 
Crónica Mexicana.

martes, 3 de junio de 2014

ALLÁ EN LAS INDIAS





EL TLAXTECA TLALHUICOLE


       “Otro día siguiente biene un mensajero a Monteçuma como tenían preso y a buen rrecaudo al Tlalhuicoles. E otro día binieron doze prençipales con el Tlalhuicole y luego le subieron al templo de Huitzilopochtli y començólo a rrodear el templo y la gran piedra degolladero y con él otros muchos tlaxcaltecas y todos abaxaron y subieron a la gran casa del rrey Monteçuma. Mandolo trar a donde estaua Monteçuma para beer tanta fortaleza tenía al que espantaua a los de Huexoçingo y, bístolo, dixo el Tlalhuicolee: "Señor, seáis bien hallado con ura rreal corte. Yo soi el otomi llamado Tlahuicolee. Me tengo por dichoso de beer bisto ura rreal prezençia y abeer rreconosçido ymperio tam baleroso y tan generoso emperador como bos sois, que agora lo acabo de beer y creer, que es más de lo que por a se trata". Díxole Monteçuma: "Seáis bien benido, que no baca de misterio, que no es cosa mugeril esto, usança es de guerra, oy por mí, mañana por ti. Descansad y sosegad. No tengáis pena". Mandóle dar de bestir todo tiguereado, como baliente soldado hera, y pañetes muy labrados y una beçolera de esmeralda y orexera de oro e le hizo gran cortesía Monteçuma, e luego le dio una diuisa que llaman quetzaltonameyutl, que es una plumería con un sol llano rrelumbrante como espexo. Y cada día lloraua acordándose de las mugeres tenía, diziendo: "¿Es posible, mugeres mías, que jamás os beré de mis ojos?" Oydolo Monteçuma, rresçibió mucha pesadumbre de ello, dixo: "¿Qué os paresçe de ello a bosotros? ¿Esto no es cobardía y afrenta grande? los canpos de Huexoçingo y Cholula y Tlaxcalam, ¿no murieron allá Yxtlilcueechahuac: y Mactlacuia, Macuil Macuilmalinal y el Çeçepatic y Quitzicuacua? ¿Estos no fueron tan balerosos como él y tan grandes prençipales no fueron? ¿Acordáronse de sus mugeres? Dezilde que es grande afrenta que da a la sangre yllustre. Dezilde que dize Monteçuma, que digo yo, se baya a su tierra, que es mi boluntad esta, que da afrenta su temor de morir a todos los barones prençipales mexicanos de esta corte, baya a beer a las que por ellas llora noche y día". tendídolo el Tlalhuicolee, no lloró más, ni habló, ni chiztó. Fuéronlo a dezir a Monteçuma e mandó a los calpixques que tanpoco le diesen de comer ni nada le dixesen, " se baya cada se quiera yr". Y como esto bido Tlahuicole, andaua de casa en casa pidiendo de comer y bisto el poco caso que dél se hazía e que tanpoco hallaua quien le diese de comer, fue a un cu alto de Tlatelulco y subido allá, despeñóse de allá y murió.”


Hernando Alvarado Tezozómoc. 
Crónica Mexicana.

lunes, 1 de julio de 2013

ALLÁ EN LAS INDIAS




EN EL FUEGO DE LA GUARDIA


       “Llegados los çinco días de plazo señalado de los chalcas y mexicanos, dixo Monteçuma a Çihuacoatl Tlacaeleltzin: "¿Qué os paresçe que se haga agora? ¿Si será bueno bayan otros nuebos soldados de rrefresco al conbate con los balerosos capitanes y soldados?" Partidos los delanteros como guardas y miradores, escuchas, la parte que llaman Techichco, y bisto a los chalcas, dixeron los mexicanos: "Chalcas, siempre abéis de beniros aquí a parar. ¿Qué es buestra pretençión?" Dixeron los chalcas: "Es, enfín, nras tierras. Emos de mirallas y guardallas". Dixeron los mexicanos: "Agora lo beremos si lleuaréis a cuestas uras tierras o las dexaréis de grado o de fuerça. Por eso, chalcas, mirá lo que hazéis, uno ni nenguno a de boluer a su tierra". Y començó luego el estruendo y bozería, alaridos, con tanto ynpitu los mexicanos hizieron los binieron a ençerrar la parte que llaman Acaquilpan. Començando a apretallos más rrezio, los lleuaron a los chalcas hasta Tlapitzahuayan. Entonçes los chalcas di dixeron: "Mexicanos, bueno está agora. De aquí a çinco días bolueréis, que aquí os aguardaremos en este lugar, porque para tonçes çelebramos la fiesta de nro dios Camaxtli y para tonçes haremos nra fiesta y bosotros nos adornaréis con buestra sangre nro templo. Yd agora a descansar, que xamás çesaremos hasta la fin". Llegados a Mexico Tenuchtitlam, cuentan a Monteçuma todo lo proçedido la guerra con los chalcas y como queda aplazada la última batalla para dentro de çinco días, con amenazas los chalcas les hizieron de que para tonçes an de çelebrar la fiesta de su dios de ellos, Camaxtli, "y abíam con nra sangre de derramarla por todo su templo". Y dixeron: "Muy bien, que dios más abentaxado es el nro, Huitzilopuchtli huei tetzahuitl. Que ellos dixeron harán de nosotros, lo emos de hazer de ellos, y no solamente su sangre sino echallos en el fuego de la guardia de nro dios". Llegados al quarto del plazo, llamaron Monteçuma y Çihuacoatl Tlacaeleltzin a los balerosos capitanes Tlacateecatl y a Tlacochcalcatl, dixéronles: "Mirá, preçiados mexicanos, que no a de quedar uno ni nenguno de los mexicanos si no fueren los muy biexos y niños y muchachos de diez años, porque hasta los de doze años an de yr a esta guerra, stos lleuarán cargados las armas y matalotaxe y lleuarán sogas para amarrar a los prendidos y bençidos en la guerra de los chalcas.”


Hernando Alvarado Tezozómoc. 
Crónica Mexicana.

martes, 7 de febrero de 2012

ALLÁ EN LAS INDIAS




BITORIA Y ESCLAUOS


       “Dixo Tlacaeleltzin a Monteçuma: "Señor, paresçe que os aflixís y fatigáis por el sacrifiçio de estos hijos de el sol benidos de Guaxaca y mixtecas y los demás son. Yo personalmente ando con el ojo largo a la priesa de los albañís, canteros que andan la obra y acabami del gran cu y su brasero y asentaderos de los demás dioses tenedores y sustentadores del çielo. Acabado sea, con gran solenidad, fiesta, rregozijo de todo Mexico Tenuchtitlan y prençipales que a ello serán llamados, se hará y cumpliré buestro deseo y boluntad, que a de ser comprado el gran brasero con nro puro trauajo, sangre, cansançio, y a de ser un gran chalchihuitl, ancho, grueso y la plumería de ofrenda muy ancha y larga, de más de una braça, benida del cabo del mundo, pues pertenesçe a nra abusión (tetzahuitl) Huitzilopochtli; que luego con esto llamaremos a los que están tras de estos montes y montañas, los de Huexoçingo y Atxisco, Cholula y Tlaxcala, Tliliuhquitepec y tecoaca y los de yupicotlaca, son muy lexos, y los atraeremos a nra boluntad aunque los acarreemos como con rrecuas de nros puros pies y, sobre el caso, guerra cruel con ellos y tener basallaxe de ellos y tener qué sacrificar a nros dioses, porque para yr a Cuextlan es muy lexos y más lo es en Mechuacan. Y con estos basallos haremos gran hazienda de sacrifiçios y rrentas, rriquezas y bienes, porque emos llegado a las orillas de la Mar del Çielo y para nuestros tratos y grangerías, nosotros, los mexicanos. Y que no sean tan lexos, bastará los pongamos en Huexoçinco y Cholula y Atxisco, Ytzucan, que es Yçucar, adonde se resgaten y compremos esclauos, oro, piedras muy rricas de balor, plumería y tiendan que es todo y mediante el abusión (tetzahuitl) de Huitzilopochtli. Y con estos tales mercados y tratos bernán los tlaxcaltecas a ellos y allí se comprarán y ellos se benderán por esclauos. Y con este achaque ternemos muy çerca guerras para conseguir bitoria y alcançar esclauos para nuestra pretençion y adornamiento de nras personas con braçaletes de oro y plumería, beçoleras de oro, orexeras de oro y piedras preçiosas, trançaderas de colores engastadas de piedras de mucho preçio y balor. Y será, como dho tengo, çeuadera de nra presa con los tlaxcaltecas y Tliliuhquitepec, Çacatlan, Cholula y los de grandes pueblos çernos, sin tomar la mexicana gente trabaxo de yr tan lexos a guerras, con daños suyos ni afrenta a nra corte y ymperio mexicano, tan nombrado en el mundo.”


Hernando Alvarado Tezozómoc. 
Crónica Mexicana.