POBRES DE MIS HIJOS
“Llegado a Mexico Tlilancalqui, prençipal, ante el rrey
Monteçuma, hízole gran rresçibimiento, contóle por extenso de la manera que fue
a beer al gran capitán Don Fernando Cortés y la rrespuesta que le dio, conforme
a lo arriba rreferido, todo por estenço. Quedó cabizbaxo Monteçuma ymaginando
lo que adelante se le siguió puntualmente. Agradesçió a Tlilantzin el trauaxo
del camino. Después le propuso lo siguiente, díxole: "Ya sabéis,
Tlilancalqui, que la boluntad que siempre os e tenido, conforme a las obras buenas
que de mí abéis rresçibido, la quiero yo agora rresçibir de bos. Y es que ya
los dioses se cansaron y nos dexaron poder de estraños, estos nros dioses, el
tiempo y señor, Tloquee yn Nahuaque, nro señor, la noche, el ayre, a su
albedrío, cuyos esclauos somos (Titlaacahuan), pues sea mucho de norabuena,
bengan los que an benido. ¿Dónde podemos yr? Mirá, hijo, lo que más os encargo,
que pobres de mis hijos, llamados Yhuiltemoc y Chimalpupuca y Acatlxoxouhqui y
Acamapich y Neçahualtecolotl y Axayaca y Tlacahuepan. Mirá que quando yo sea
muerto a manos de los que agora bienen, los mexicanos como malos y crueles, con
este enojo, los an de matar, los escondáis y abriguéis y amparéis, porque,
después de yo muerto, ¿qué mirami an de tener de ellos?, antes acaballos de
matar. Y para esto, desde agora los pongo uro poder. Hazé cuenta son uros hijos
o nietos, de esconderlos uros rrincones si escaparen o el uno o el otro o
qualquiera de ellos. Abéislos de querer conforme a
boluntad y querer que os é tenido. Porque, mirá, no dudéis ello a de ser así, que an de costar muchas
muertes este señorío que an de tener en estos rreynos deste mundo, que lo tengo
predestinado muchos días, y todo quanto me dexó dho el rrey Neçahualpilli a de
ser a la letra porque jamás faltó de lo que dezía. Y mirá lo que os digo, que
los rrigieren y gouernaren por mandado de ellos, que no es ni a de ser señorío,
sino sujetos como esclauos. Y si los
dioses os dieren bida os acordaréis de lo que aquí os digo. Y si todabía
escapare yo con la bida, ya no seré rrey sino tequitlato y en mí se bernán a
consumir los señores, tronos, sillas, estrados que los antiguos rreyes bieron y
gozaron, porque en mí, soi Monteçuma, se acabará todo". Acabada su rrazón,
se paró cabizbaxo, derramando ynfinitas lágrimas salidas del coraçón, que ponía
gran dolor y compasión.”
Hernando Alvarado Tezozómoc.
Crónica Mexicana.
Crónica Mexicana.