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jueves, 29 de diciembre de 2016

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




EL MODUS


       “Habréis notado que al redactar estos apuntes he tenido que referirme a menudo al tema de la muerte pero siempre con una especie de prisa que tiene mucho de conjuro de lo que se puede deducir que para mí se trata de una tecla sensible por no decir dolorosa es inútil buscar compromisos racionales ésa es precisamente la principal incógnita la gran pupa uno podría incluso conseguir resignarse a su fatalidad lo que asusta de veras es el modus la manera en que se producirá el hecho aunque después las alternativas sean menos numerosas de lo que se imagina por más vueltas que le demos se trata de elegir entre el cáncer y el infarto con sus respectivos matices e desempate concluyente lo representa la tercer solución que es el accidente traumático instintivamente tendemos a excluirlo si bien en resumidas cuentas podría resultar incluso la salida más deseable por lo que a mí respecta en ciertos momentos pienso que en determinadas circunstancias extremas podría consentir que me matara dulcemente alguna persona de confianza es más siendo el planificador meticuloso que soy os confieso que he preparado una lista de escenarios plausibles para un encargo de este tipo y he recibido no diré que compromisos explícitos sino algún signo de adhesión virtual entre mis potenciales homicidas considero que son numerosos sin embargo Carmen que por su naturaleza tal vez utilizaría medios expeditivos estoy casi seguro de que acabaría por estrangularme como la gobernanta del El Padre de Strindberg otro nombre papable es Vanna Polverosi quién sabe puede que incluso Paola si la pilas en un momento de gran afecto y lucidez o mi sobrina Giovanna que como es médico dispondría de los instrumentos más adecuados y ofrecería las mejores garantías desde el punto de vista de la anestesia.”


Vittorio Gassman. Un gran futuro a mis espaldas. Acantilado.

lunes, 23 de febrero de 2015

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




TOMAR ALIENTO


“Por lo demás (¿o más familiarmente «por otra parte»?), el italiano es lo que es, tampoco puedes deshacerte de golpe —de repente— de sus trampas y rémoras adverbiales, de sus «sin embargo» y de sus «al contario» que hacían bufar a mi amigo Talarico, de la maraña de iterationes y consecutiones con las que la raíz latina continúa (o prosigue, o sigue) imponiéndonos su exceso y su jactancia racionalista, su escaramuza de gerundios, subjuntivos, optativos, condicionales, que los ingleses, afortunados ellos, pueden englobar en ese pragmático recurso que les permite emplear el indicativo y el infinitivo, y eso no es todo, pensad en la ventaja de no tener que decidir continuamente si el adjetivo debe anteponerse al sustantivo o viceversa, es una batalla desigual, más o menos como utilizar una maza medieval contra alguien armado de espada y puñal, aunque la maza ofrece claramente ciertas ventajas en los casos en que haya que asestar un golpe definitivo, la verdad es que un italiano debería hablar, escribir y sobre todo recitar en verso o tal vez probar con el contragolpe como hicieron esencialmente todos nuestros subversivos, desde Maquiavelo a Aretino y Ruzante y, a su manera, Pirandello, y, en caso necesario, dar ese pasito más que te emancipa de los aprietos de la puntuación, porque, allí también, hay un grumo de vicio, de holgazanería, puede que de superstición, como en mi inexplicable simpatía por el número cinco, y es evidente que librarse de las comas y los puntos y comas no es la solución a todos los problemas ni siquiera es algo nuevo no lo ha sido nunca y está claro que no lo inventó Giuseppe Berto en El mal oscuro ni siquiera Beckett y hasta el mismo Joyce lo habrá reinventado siguiendo vete a saber qué rastro antiguo la cuestión es que ciertas recherches no pueden hacerse seriamente sin sacudirse de encima la tiranía de las cláusulas formales tanto es así que el viejo Croce sigue asegurándonos  que el contenido acabará por parir alguna forma propia por lo tanto un poco de ánimo qué diablos o si preferís «no es para tanto» como mucho habremos escrito alguna chorrada o alguna página sibilina procuremos pues pescar en el depósito y llena al menos las lagunas más importantes a lo sumo pogamos algún punto donde sea necesario para que el discurso no se vuelva del todo indescifrable o bien por otro motivo más simple para tomar aliento de vez en cuando.”


Vittorio Gassman. Un gran futuro a mis espaldas. Acantilado.

viernes, 21 de noviembre de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL PEINE DE LA MEMORIA


        “Releo mis notas con sentimientos encontrados. El primero se refiere a la cantidad de experiencias que me han sido concedidas. Es un buen peso, un paquete que podría bastar para una existencia entera, si no fuera por la característica mecánica del dispositivo humano, que cuantos más años consume, más querría consumir. La vida humana tiene un largo rodaje y, cuando nos asomamos a la madurez, tenemos la impresión de que no estamos más que preparándonos para enfilar la recta de salida. ¿No será que Dios lo ha acertado todo menos la duración de la vida? El otro sentimiento es el de haber omitido una montaña de recuerdos, como si el peine de la memoria hubiese apenas realizado un cardado rudimentario entre los nudos más evidentes, dejándose los cabellos más finos, los que habrían dotado al retrato robot de sus rasgos determinantes. Quién sabe si el enfoque no debería haber sido más radicalmente instintivo, si la estructura ideal de una biografía no se encuentra a mitad de camino entre una especie de dictado automático a lo Breton y unos jocosos versos fesceninos de la memoria. Liberar las cosas del envoltorio de las palabras, las palabras de la esclavitud sintáctica o estilística; pasar de las repeticiones, por qué no utilizar hasta diez veces en una página las expresiones más adecuadas, las que mejor explican mis manías secretas y tal vez toda mi historia, ahí tienes, este «tal vez» que asoma tan frecuente y tentador, tal vez precisamente (también «precisamente», se entiende) porque todo parece opinable cuando se remueve el pasado o se especula sobre las posibilidades futuras (y sé muy bien que he utilizado demasiadas palabras extranjeras, pero qué más da, si tengo facilidad para los idiomas, ¿por qué ocultarlo?, además, ya se sabe que cada idioma tiene sus nuances intraducibles).”


Vittorio Gassman. Un gran futuro a mis espaldas. Acantilado.