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jueves, 3 de noviembre de 2016

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.


                                     Leopoldo María Panero

domingo, 10 de mayo de 2015

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






        MOSCA


Ángel fui, de belleza henchido,
de hombres y mujeres celebrado,
hoy mi rostro recuerda al pecado
y miro con el ojo de la mosca.

Efebo fui, rey del blanco esperma,
mi culo fue entre otros celebrado:
hoy miro con el ojo de la mosca.

Amé la primavera, temí la muerte:
hoy la noche del alcohol es todo lo que queda
y la mosca vuela en torno del retrete.

Rey de la palabra, mis poemas
fueron de todos ensalzados:
hoy sólo es el insistente zumbido de la mosca
volando y volando en torno del retrete.
Negra es mi alma, negro es mi olor,
peor aún: sin color ni forma,
sólo el insistente zumbido de la mosca
que susurra en la noche por todos mis amores perdidos
y caídos en la sombrea del retrete.

Luché contra Babel, y la llené de sangre
buscando en ella la belleza, el orden, la
justicia: no preveía
este final al borde del retrete,
donde mis días son atrozmente el mismo
día, mirado por el ojo de la mosca:
volando, volando en torno del retrete.

Tú, que fuiste rubia, y que me amaste,
di algo, una palabra solamente
a esta mosca que no es digna aún ni nunca
de entrar en tu casa, donde otras moscas
vuelan y vuelan en torno del retrete.

La elegía, la oda, la aliteración, la metáfora,
el verso acentual y el verso latino
nada decían de esta mosca final
esperando aquí para siempre, absurdamente
vigilando la tapa del retrete.

Y moriré algún día como la mosca
española, que dura un poco más
en el invierno cayendo seca al suelo
para que otra mosca también,
nacida héroe o poeta,
¡vuele, vuele otra vez sobre la tapa del retrete!


Leopoldo María Panero

miércoles, 5 de marzo de 2014

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA



LA METAMORFOSIS

La tierra le dio su cálido abrazo. Por sus venas la sangre ya no fluía, no tenía alma, pero sí más fuerza que nunca. Quién sabe lo que sería. Un árbol o una roca. De vez en cuando el graznido de un cuervo en el bosque o un ruiseñor que se posaba silencioso sobre sus ramas. Cada dos o tres años el calor de una mano.


Leopoldo María Panero.







sábado, 13 de agosto de 2011

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA



LAS BRUJAS


Bastó un gesto, una palabra vuestra para que todo se hiciese aire, o menos que aire... Brujas que hablabais el lenguaje del viento, a medianoche, el lenguaje del viento golpeando las ventanas, el lenguaje del viento crujiendo en los desvanes, el lenguaje olvidado del viento. El lenguaje de la noche, que hizo de vosotras el sol, su torpe claridad, su exactitud brutal, que fue de vosotras cuando el sol secó para siempre nuestras almas... Que fácil entonces el miedo, brujas, brujas aventadas por el soplo de un demonio mías terrible que el mismo demonio...
Qué extraño maleficio no deja llegar la noche, oh deshacer, deshacer con un gesto el mundo...


Leopoldo María Panero.