MOSCA
Ángel fui, de belleza
henchido,
de hombres y
mujeres celebrado,
hoy mi rostro
recuerda al pecado
y miro con el ojo
de la mosca.
Efebo fui, rey del
blanco esperma,
mi culo fue entre
otros celebrado:
hoy miro con el ojo
de la mosca.
Amé la primavera,
temí la muerte:
hoy la noche del
alcohol es todo lo que queda
y la mosca vuela en
torno del retrete.
Rey de la palabra,
mis poemas
fueron de todos
ensalzados:
hoy sólo es el
insistente zumbido de la mosca
volando y volando
en torno del retrete.
Negra es mi alma,
negro es mi olor,
peor aún: sin color
ni forma,
sólo el insistente
zumbido de la mosca
que susurra en la
noche por todos mis amores perdidos
y caídos en la
sombrea del retrete.
Luché contra Babel,
y la llené de sangre
buscando en ella la
belleza, el orden, la
justicia: no
preveía
este final al borde
del retrete,
donde mis días son
atrozmente el mismo
día, mirado por el
ojo de la mosca:
volando, volando en
torno del retrete.
Tú, que fuiste
rubia, y que me amaste,
di algo, una palabra
solamente
a esta mosca que no
es digna aún ni nunca
de entrar en tu
casa, donde otras moscas
vuelan y vuelan en
torno del retrete.
La elegía, la oda,
la aliteración, la metáfora,
el verso acentual y
el verso latino
nada decían de esta
mosca final
esperando aquí para
siempre, absurdamente
vigilando la tapa
del retrete.
Y moriré algún día
como la mosca
española, que dura
un poco más
en el invierno
cayendo seca al suelo
para que otra mosca
también,
nacida héroe o
poeta,
¡vuele, vuele otra
vez sobre la tapa del retrete!
Leopoldo María Panero