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domingo, 3 de mayo de 2015

ALLÁ EN LAS INDIAS




POR EL COLOR DE UNA CRUZ


      Volvió a porfiar en esto el Capitán francés: desengañole el Adelantado, que si la tierra se juntaba con el cielo, no había de hacer otra cosa más de lo que le tenía dicho; e ansí volvió el Capitán francés a donde estaba su gente e dixo al Adelantado que con lo que acordasen volvería luego, e ansí volvió dentro de media hora e metió en el batel las banderas e hasta 60 arcabuces, e 20 pistoletes, e cantidad de espadas e rodelas e algunas celadas e petos, e vínose a donde el Adelantado estaba, e dixo que todos aquellos franceses se rendían a su misericordia, y entregole las banderas e las armas: entonces mandó el Adelantado entrar 20 soldados en el batel e que truxesen los franceses de diez en diez: el río era estrecho e fácil de pasar; e mandó a Diego Florez de Valdés, Almirante de la armada, recibiese las banderas e armas, e anduviese en el batel hacer pasar los franceses, que no les hiciesen mal tratamiento los soldados, e apartose el Adelantado de la marina, como dos tiros de arcabuz, detrás de un medano de arena, entre unas mantas, donde la gente que en el batel venía, que pasaban los franceses, no lo podían ver: entonces dixo al Capitán francés e a otros 8 franceses que con el estaban:
      --Señores, yo tengo poca gente e no muy conoscida, e vosotros sois muchos, e andando sueltos, fácil cosa os sería satisfaceros de nosotros, por la gente que os degollamos cuando ganamos el fuerte, e ansí es menester que con las manos atrás amarradas, marchéis de aquí a 4 leguas, donde yo tengo mi real.
      Respondieron los franceses que se hiciese ansí; é con los cordones de las mechas de los soldados les amarraba las manos muy bien atrás, y los diez que venían en el batel no veían a estos que les amarraban las manos, hasta dar con ellos, porque convino hacerse ansí, a causa que los franceses que no habían pasado el río no lo entendiesen y se escandalizasen, e ansí ataron 208 franceses, a los cuales preguntó el Adelantado si había entre ellos algunos católicos que se quisiesen confesar: ochos dellos dixeron que lo eran: sacólos de allí y metiólos en el batel para que los llevasen a San Agustín: los otros respondieron que ellos eran de la nueva religión, e se tenían por muy buenos cristianos, y que esta era su ley e no otra.
      El Adelantado mandó marchar con ellos, habiéndoles primero dado de comer e beber, cuando llegaba los diez, antes que los amarrasen, lo cual se hacía antes que los suyos, que se dice... que marchase con ellos en la vanguardia, e que a un tiro de ballesta de allí hallaría una raya que él haría con una gineta que llevaba en la mano, que era en un arenal, por donde habían de caminar al fuerte de San Agustín, que los degollasen a todos, e mando al que iba en la retaguardia hiciese lo mesmo, e ansí se hizo, dexándolos allí todos muertos; e se volvió aquella noche al amanecer al fuerte de San Agustín, porque era ya puesto el sol cuando estos murieron.


Gonzalo Solís. 
Pedro Menéndez de Avilés.