POR EL COLOR DE UNA CRUZ
“Volvió a porfiar en esto el
Capitán francés: desengañole el Adelantado, que si la tierra se juntaba con el
cielo, no había de hacer otra cosa más de lo que le tenía dicho; e ansí volvió
el Capitán francés a donde estaba su gente e dixo al Adelantado que con lo que
acordasen volvería luego, e ansí volvió dentro de media hora e metió en el
batel las banderas e hasta 60 arcabuces, e 20 pistoletes, e cantidad de espadas
e rodelas e algunas celadas e petos, e vínose a donde el Adelantado estaba, e
dixo que todos aquellos franceses se rendían a su misericordia, y entregole las
banderas e las armas: entonces mandó el Adelantado entrar 20 soldados en el
batel e que truxesen los franceses de diez en diez: el río era estrecho e fácil
de pasar; e mandó a Diego Florez de Valdés, Almirante de la armada, recibiese
las banderas e armas, e anduviese en el batel hacer pasar los franceses, que no
les hiciesen mal tratamiento los soldados, e apartose el Adelantado de la
marina, como dos tiros de arcabuz, detrás de un medano de arena, entre unas
mantas, donde la gente que en el batel venía, que pasaban los franceses, no lo
podían ver: entonces dixo al Capitán francés e a otros 8 franceses que con el
estaban:
--Señores, yo tengo
poca gente e no muy conoscida, e vosotros sois muchos, e andando sueltos, fácil
cosa os sería satisfaceros de nosotros, por la gente que os degollamos cuando
ganamos el fuerte, e ansí es menester que con las manos atrás amarradas,
marchéis de aquí a 4 leguas, donde yo tengo mi real.
Respondieron los
franceses que se hiciese ansí; é con los cordones de las mechas de los soldados
les amarraba las manos muy bien atrás, y los diez que venían en el batel no
veían a estos que les amarraban las manos, hasta dar con ellos, porque convino
hacerse ansí, a causa que los franceses que no habían pasado el río no lo
entendiesen y se escandalizasen, e ansí ataron 208 franceses, a los cuales
preguntó el Adelantado si había entre ellos algunos católicos que se quisiesen
confesar: ochos dellos dixeron que lo eran: sacólos de allí y metiólos en el
batel para que los llevasen a San Agustín: los otros respondieron que ellos
eran de la nueva religión, e se tenían por muy buenos cristianos, y que esta
era su ley e no otra.
El Adelantado mandó
marchar con ellos, habiéndoles primero dado de comer e beber, cuando llegaba
los diez, antes que los amarrasen, lo cual se hacía antes que los suyos, que se
dice... que marchase con ellos en la vanguardia, e que a un tiro de ballesta de
allí hallaría una raya que él haría con una gineta que llevaba en la mano, que
era en un arenal, por donde habían de caminar al fuerte de San Agustín, que los
degollasen a todos, e mando al que iba en la retaguardia hiciese lo mesmo, e
ansí se hizo, dexándolos allí todos muertos; e se volvió aquella noche al
amanecer al fuerte de San Agustín, porque era ya puesto el sol cuando estos
murieron.”