Mi lista de blogs

lunes, 18 de mayo de 2015

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL CIELO DE CEILÁN


        “Llegada a Ceilán, el cinco de noviembre a las doce y media del mediodía. A partir de las once se ven surgir en el este nubes azuladas, pico de brumas, masas más espesas que los vapores que se prolongan encima del horizonte. Este cielo del océano índico, bajo el monzón del nordeste, tiene un infinito número de planos. Al oeste, unas nubes espesas son verdaderamente azules, del azul índigo que debería tener el cielo puro de Extremo Oriente. Todo el contorno del mar es una franja sombría, y, por encima de ella, dividas como vedijas de lana diversificadas, penetradas de aire azul en sus intervalos, unas nubes violetas, púrpura, lechosas, rosas de aurora, recortadas, consteladas, deshojadas. Por encima de un mar gris, amarillo, verdusco, sombrío y terriblemente plomizo bajo el calor húmedo que pesa cada vez más. Después del almuerzo me encontré de nuevo con la misma aparición que en la isla de Minikoï: una línea de espuma contra una barrera amarilla de oro y, encima, el abanico enjuto y verde que se despliega sobre la cabeza de los cocoteros; más allá, unas masas verdes oscuras, como bañadas de vapor cálido, una verdura fuerte, húmeda y templada, hacia la cual avanza el Ville de la Ciotat.”


Marcel Schwob. Viaje a Samoa. Ediciones Folio.