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sábado, 15 de diciembre de 2018
jueves, 14 de diciembre de 2017
sábado, 18 de febrero de 2017
lunes, 20 de junio de 2016
OTRA BALSA EN EL AQUERONTE
LA SUERTE
“Cuando me encontré por primera vez con von Sternberg, no me sentí impresionada
en absoluto. Cuando se es joven y estúpida –cualidades que normalmente van
unidas—no se es sensible a los seres excepcionales. Le señalé que yo no era
fotogénica y le sugerí que se interesara por otra actriz. Los pocos papeles que
había interpretado en el cine me habían convencido de ello.
Aquel mismo día hice una prueba. También tenía que hacerla la
actriz Lucie Mannheim, a la que consideraban muy adecuada para interpretar el
papel. Esta conocida actriz quería interpretar un papel que no le convenía en
absoluto. Pero tenía un trasero ancho y prominente y, además de su talento como
actriz, la cualidad de haberse sabido ganar los favores del actor Emil
Jannings.
Jannings sentía debilidad por los traseros de las mujeres. A pesar
que entonces estaba un poco gorda porque aún no me había recuperado del parto,
jamás he tenido las nalgas prominentes. Todo mi cuerpo estaba lleno de
redondeces, salvo aquella parte. Yo consideraba que mis curvas eran agradables,
pero Emil Jannings no lo creía así.
Para que todos apreciaran su buena voluntad, von Sternberg hizo una
prueba a la protegida de Jannings encuadrando la parte más rolliza de su anatomía.
Luego me toco el turno a mí.
Yo no estaba preocupada porque me resultaba bastante indiferente
que me dieran o no el papel. Cuando me puse el vestido de lentejuelas, demasiado
estrecho, y cuando me rizaron el pelo con unas pinzas de hierro que lanzaban
nubes de vapor hacia el techo de la estancia, me sentí profundamente inerme y
desesperada.
Felizmente conseguí recuperarme y entré en el plató cuando me
llamaron.
Él, el hombre que en adelante iba a ver tan a menudo detrás de la cámara
y que aún era un desconocido para mí, el irremplazable e inolvidable Josef von
Sternberg, estaba allí. Me pidieron que me encaramara en el piano, al que
estaba sentado un pianista, que me enrollara una media en el tobillo y cantará
el tema que llevase preparado. Pero yo no había preparado ninguna canción. ¿Si
no iba a conseguir el papel para que llevar una partitura? ¿Para qué había ido allí
en realidad? La única respuesta es: porque me habían pedido que lo hiciera.”
Marlene
Dietrich. Marlene D. Ultramar
Editores.
martes, 22 de abril de 2014
OBITER DICTUM
«—¿Y Marlene? —le
pregunté.
—Aún no está decidida.
Los directivos de la UFA son tan necios que todavía no creen en el éxito de mi
película y tampoco en el de ella; ni siquiera se han aprovechado de la opción
que tenían en favor de la Dietrich.
Le conté a Von
Sternberg que ya me había sucedido algo parecido con Greta Garbo. Cuando en
1925 fui a ver en Berlín la película Bajo
la máscara del placer con Asta Nielsen, Werner Krauss y Greta Garbo, quedé
tan fascinada por esta mujer, que llevé al cine a Fanck y a Sokal para que la
vieran. Estaba entusiasmada con su exquisita belleza y convencida de que
llegaría a ser famosa en todo el mundo, pero ni Fanck ni Sokal le vieron nada
especial. »
Leni Riefenstahl.
domingo, 15 de enero de 2012
OBITER DICTUM
“El tren que debíamos tomar hacia Varsovia partía a media noche. Cybulski
se quedó con nosotros, se ocupó de que todo el grupo tuviera literas en el tren
y nos dejo, con la muerte en el alma, prometiéndonos que se reuniría con nosotros
cuando hubiera acabado la película.
Cuando el rodaje finalizó, Cybulski decidió tomar el mismo tren que
habíamos tomado nosotros, también a media noche. Pero como llego tarde, intentó
subir a él en marcha, cayó y murió atropellado por las ruedas de los bagres.
Aún hoy me entristece el recuerdo de la muerte incomprensible de
aquel gran hombre y artista. Jamás he visto a un actor capaz de interpretar sin
utilizar los ojos, y sé que nunca lo habrá.”
Marlene
Dietrich.
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