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miércoles, 2 de octubre de 2024

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


 

EL PEZ ARISTOCRÁTICO EN EL AGUA

«En la corte de Bonaparte se sentía como pez en el agua, y el general revolucionario aprendía de él los grandes nombres y las costumbres aristocráticas del Antiguo Régimen con el fin de hacerlos revivir y de darle, en la medida de lo posible, un aire de antigüedad a su nueva dinastía. Puesto que había adquirido la habilidad de tratar con gente poderosa, monsieur de Talleyrand era el hombre que podía serle más útil a Bonaparte. El rostro imperturbable, un silencio de hierro, la insolencia bien combinada con una cortesía imponente, todo estaba perfectamente calculado para someter a los que hacían más de la mitad del trabajo. El origen ilustre de monsieur de Talleyrand y sus nobles modales persuadían a los embajadores de que trataban con un gobierno decente, y el espíritu revolucionario, así revestido bajo las formas más civilizadas, conservaba todo su temible poder. Estos miramientos dejaron de ser necesarios cuando la fuerza lo conquistó todo, pero Bonaparte continuó tendiendo sus garras con cierta dulzura.»


Madame de Staël.

Diez años de destierro.

Penguin Clásicos.


domingo, 28 de enero de 2024

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE

 



EL GENEROSO Y SUS SOMBRAS


«Las proclamaciones de Bonaparte en Italia estaban orientadas a inspirar confianza en él. Reinaba en ellas un tono de nobleza y moderación que contrastaba con la afectación revolucionaria de los jefes civiles de Francia. El guerrero hablaba entonces como un magistrado y los magistrados se expresaban con violencia militar. Bonaparte no había aplicado aún las leyes bárbaras contra los emigrados. Se decía que amaba con pasión a su mujer, dotada de un carácter pleno de dulzura y bondad. En fin, nadie se había hecho jamás una idea tan falsa de un hombre como la que me hice yo entonces de Bonaparte, al que creí generoso y sensible.»


Madame de Staël.

Diez años de destierro.

Penguin Clásicos.


viernes, 14 de octubre de 2022

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




EL ALMA AUSTRIACA


«Los austriacos no saben hacerse querer por los pueblos extranjeros que tienen sometidos. Sin embargo, como gozan de espíritu de justicia, la administración interior de esta monarquía es en general equitativa. Sólo la política es inmoral, pero ellos conciben la justicia como amparo de una suerte de pedantería metódica que cuadra a la perfección con su carácter. Lo primero que hicieron al conquistar Venecia fue prohibir el carnaval, que era, por así decirlo, una institución, tanto tiempo hacía que se hablaba de él. Para gobernar una ciudad tan alegre el ministerio austriaco eligió a los hombres más rígidos de la monarquía. Por eso los pueblos del mediodía prefieren ser saqueados por los franceses a ser regentados por los austriacos. La República de Venecia añoraba con razón su antiguo gobierno, noble y próspero.»


Madame de Staël.

Diez años de destierro.

Penguin Clásicos.


viernes, 11 de junio de 2021

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE





EL TIRANO CORSO Y GABACHO


«Estaba yo en Ginebra, relacionándome por placer y por las circunstancias con la sociedad inglesa, cuando llegó la noticia de la declaración de la guerra. Enseguida se extendió el rumor de que iban a hacer prisioneros a los viajeros ingleses. Como no se había visto nada parecido en el derecho de los ciudadanos de ninguna nación, no lo creí, y mi convicción estuvo a punto de perjudicar a varios amigos; con todo, pudieron escapar. Hombres totalmente ajenos a la política, como lord Beverley, padre de once hijos, que volvía de Italia con su familia, y otras cien personas más que, con pasaporte francés, habían llegado a las universidades para participar en proyectos científicos o para instruirse, o que habían ido a los países del sur para curarse, y que viajaban, por tanto, al amparo de las leyes admitidas en todas las naciones, fueron arrestados y, desde hace diez años, languidecen en ciudades provincianas bajo las condiciones de vida más miserables que se pueda imaginar. Este hecho escandaloso no tuvo ninguna consecuencia. Apenas dos mil ingleses, en su mayoría nada belicistas, fueron víctimas de un tirano fantasioso que quería hacer sufrir a unos cuantos pobres individuos por el odio que sentía hacia la invencible nación a la que pertenecían.»


Madame de Staël.

Diez años de destierro.

Penguin Clásicos.


sábado, 4 de abril de 2020

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


 



EL GRAN DICTADOR


«No satisfecho con los decretos que garantizaban la autoridad suprema de Bonaparte; no satisfecho con la esclavitud a la que estaba sometida la prensa ni con los sofismas que continuamente aparecían en los periódicos y que cada mañana atacaban con mentiras al espíritu tanto de los que leían como de los que no lo hacían, es decir, de los que eran incapaces de reflexionar sobre un libro y se divertían con un folletín; no satisfecho, digo, con todas esas medidas destinadas a ofuscar el juicio del pueblo, se preocupó de la educación, esto es, de los medios para preparar a la generación que en el futuro le sería servil, como si no fuera suficiente para ello el ejemplo que les daban sus padres. La revolución, que raramente ha producido instituciones perdurables, fundó para tal fin una escuela politécnica de la que han salido la mayoría de los hombres íntegros e independientes sobre los que Francia puede todavía fundar su esperanza. Un consejero de Estado encargado de supervisar la educación aseguró que en el futuro sólo habrían mentes sensatas, es decir, en términos de hoy en día, hombres que supieran someterse a la fuerza y amoldarse en todos los aspectos a las maniobras del interés.»


Madame de Staël.

Diez años de destierro.

Penguin Clásicos.


domingo, 11 de diciembre de 2016

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE


 


EL CAMALEÓN


«En la corte de Bonaparte se sentía como pez en el agua, y el general revolucionario aprendía de él los grandes nombres y las costumbres aristocráticas del Antiguo Régimen con el fin de hacerlos revivir y de darle, en la medida de lo posible, un aire de antigüedad a su nueva dinastía. Puesto que había adquirido la habilidad de tratar con gente poderosa, monsieur de Talleyrand era el hombre que podía serle más útil a Bonaparte. El rostro imperturbable, un silencio de hierro, la insolencia bien combinada con una cortesía imponente, todo estaba perfectamente calculado para someter a los que hacían más de la mitad del trabajo. El origen ilustre de monsieur de Talleyrand y sus nobles modales persuadían a los embajadores de que trataban con un gobierno decente, y el espíritu revolucionario, así revestido bajo las formas más civilizadas, conservaba todo su temible poder. Estos miramientos dejaron de ser necesarios cuando la fuerza lo conquistó todo, pero Bonaparte continuó tendiendo sus garras con cierta dulzura.»


Madame de Staël.

Diez años de destierro.

Penguin Clásicos.


sábado, 23 de agosto de 2014

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE



LO INEVITABLE


«El estado de tranquilidad en que me encontraba se derrumbó cuando hallé sobre mi mesa dos cartas en las que se me comunicaba que mi padre estaba gravemente enfermo. Me ocultaron que el correo que las trajo era también portador de la noticia de su muerte. Partí, pues, con alguna esperanza, y la conservé a pesar de todas las circunstancias que deberían habérmela quitado. Cuando en Weimar descubrí la verdad, un sentimiento de terror indescriptible se sumó a mi desesperación. Me vi sin apoyo alguno en la tierra y forzada a sostener mi alma yo sola. Aún me quedaban en el mundo muchas cosas de gran valor, pero la tierna admiración que sentía por mi padre ejercía sobre mí una influencia sin igual. El dolor, el más grande de los profetas, me anunció que a partir de entonces mi corazón ya no sería feliz como lo había sido mientras aquel hombre de inconmensurable sensibilidad velaba por mi destino.»


Madame de Staël.

Diez años de destierro.

Penguin Clásicos.