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lunes, 28 de noviembre de 2022

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA


 


TUVE UN AMIGO EN MONTE ALTO


Su lamento, tristeza cincelada por locos centauros de lupanar, casi el rumor de una icónica batalla que tiene olor a rendición, proyecta sobre los débiles muros de mi memoria aullidos de suicidas, semillas de pesadumbre o imágenes delirantes de un lugar,

de un tiempo lacio,

de unas gentes parcas

y de una vida detonada por las fauces metalizadas del paso del tiempo y por la espuma ronca del caótico amanecer que no hace tanto llamábamos, confundidos por los salados salitres de las hormonas o por la culta estupidez, amistad…


Baldomero Dreira.

martes, 16 de noviembre de 2021

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




AMISTAD


                      Su lamento, tristeza cincelada por locos centauros de lupanar, casi el rumor de una icónica batalla que tiene olor a rendición, proyecta sobre los débiles muros de mi memoria aullidos suicidas, semillas de pesadumbre o imágenes delirantes de un lugar,
          de un tiempo lacio,
          de unas gentes parcas
y de una vida detonada por las fauces metalizadas del olvido y por la espuma ronca del caótico amanecer que no hace tanto llamábamos, confundidos por el salado salitre de las hormonas o por la culta estupidez, amistad…

Baldomero Dreira.


domingo, 15 de noviembre de 2020

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA






Ahora que este mustélido hambriento, atroz y diminuto, ávido y vulgar, inagotable, que recorre mis venas para engendrar, arrasar o devorar cada neurona de mi cerebro con incansable parsimonia os veo por primera vez, os veo sin el maquillaje de nuestra ruina, os veo grotescos, vanos e innecesarios, aunque intuyo el posible espejismo, la alucinación, tras ella, codiciosa cazadora, que se burla de nosotros vistiéndonos a todos con el mismo rostro cojitranco antes de arrojarnos a la escombrera del trapero con una sonrisa por despedida.


Baldomero Dreira.


sábado, 13 de abril de 2019

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





             “La Cepa, fogonazo en serrín y sepia, instante con aroma a vino dulce, renace al abrir un libro viejo por una página marcada por un papelillo de fumar.  Flotan los recuerdos como plumas de plomo en mis fosas nasales. Unas estanterías de madera literaria saciadas con el murmullo de conversaciones eléctricas nos cobijaba de la lluvia permanente y salada. Los techos altos cargados de humos azules, dragones alados, afirmaciones salvajes y equivocadas, versos deshojados y tardes de risas y aguardiente. De aquel cuadro relegado al trastero de las momias enjutas nada respira, nada, y casi nada permanece. A los amigos allí no llorados se los llevó un día la vida cercenada, el invierno imparable, la carcoma siempre incansable y el hastío bien cargado de sombras imposibles. Entonces los bares tenían un alma húmeda y nocturna, mirada femenina, dulce y mohosa. Hoy, en mis santorales, por desgracia, ya invisibles para ojos adolescentes, el olor de la bruma que repta desde la dársena claramente sueña con mundos que no me esperan.”


 Baldomero Dreira




domingo, 4 de noviembre de 2018

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA




CADÁVERES DEL HOTEL MEMORIA


Algunas veces, los cadáveres desvanecidos en un hotel de aquel lejano tiempo de cenizas atónitas retornan de su pudridero, desconcertados, para reclamarne la liquidación de madrugadas perezosas y amaneceres renqueantes por acantilados atronadores.

Ayer regresaron: lánguidos, grotescos, desmantelados e inconcebibles. Mi voluntad, cocodrilo lóbrego, niña extraviada por los polvorientos rumores que propaga la pólvora bastarda se llena de bandadas de vocablos encapotados por pájaros taciturnos; frases de un mar precoz y amenazante.

Ese paisaje de miradas acusadoras y días que nadie vivió es el puente que nunca cruzo, siempre quebrado, siempre ciego, siempre plomizo, siempre crónico, siempre atropellado, siempre esteril, siempre mudo, en las playas de tu cama siempre en penumbra. Siempre entre la nada.

                                                                Baldomero Dreira.

                                                           

miércoles, 22 de agosto de 2012

Y EL ÓBOLO BAJO LA LENGUA





Ayer el niño… el esclavo mudo y lisiado que limpia las letrinas de las heces que excretan los diccionarios francos alrededor de hogueras que dan vida a la noche que muere. Limo mis uñas y mis dientes pero nada detiene el hambre feroz que me consume…

Hoy el joven… el esclavo apaleado al que tortura una infancia borrada a golpes de carretera y sangre, telarañas oxidadas, polvo y penumbra, desprecio, castigo y soledad. También pienso… maldita tara familiar… urdo pelajes de venganza que se venden con facilidad…

Mañana el adulto… el esclavo elegido para degollar vuestro sueño, el propio, el ajeno y el suyo, al amanecer, en silencio, mañana, sí, porque el día elegido jamás se viste de nada para nadie por nada. Solo soy el mensajero. Los dientes en el mirar, el revolver cargado en el alma y el odio, descomunal, en la memoria del humo de un cigarro que bailotea mi amenaza...


Y soy libre… dicen. Dudo.

Baldomero Dreira