Ayer el niño… el esclavo mudo y
lisiado que limpia las letrinas de las heces que excretan los diccionarios
francos alrededor de hogueras que dan vida a la noche que muere. Limo mis uñas
y mis dientes pero nada detiene el hambre feroz que me consume…
Hoy el joven… el esclavo apaleado
al que tortura una infancia borrada a golpes de carretera y sangre, telarañas oxidadas,
polvo y penumbra, desprecio, castigo y soledad. También pienso… maldita tara
familiar… urdo pelajes de venganza que se venden con facilidad…
Mañana el adulto… el esclavo
elegido para degollar vuestro sueño, el propio, el ajeno y el suyo, al
amanecer, en silencio, mañana, sí, porque el día elegido jamás se viste de nada
para nadie por nada. Solo soy el mensajero. Los dientes en el mirar, el revolver
cargado en el alma y el odio, descomunal, en la memoria del humo de un cigarro
que bailotea mi amenaza...
Y soy libre… dicen. Dudo.
Baldomero Dreira