«La leyenda napoleónica, que comienza cincuenta años más tarde, cuando ya
se han podrido los diez millones de muertos, cuando ya están enterrados todos
los inválidos y aliviada Europa de las devastaciones, juzga, naturalmente, con
más severidad e injusticia a Fouché. Las leyendas históricas son siempre una
especie de "Hinterland" espiritual de la historia y exigen, como todo
"Hinterland", gratuitamente las virtudes que ellas mismas no tienen
que compartir: sacrificios ilimitados de vidas humanas, consagración absoluta a
la locura heroica, a la muerte heroica por causa extraña a la que ha de
tributar una absurda fidelidad.»
Stefan Zweig