CADÁVERES DEL HOTEL MEMORIA
Algunas veces, los cadáveres desvanecidos en un hotel de
aquel lejano tiempo de cenizas atónitas retornan de su pudridero, desconcertados,
para reclamarne la liquidación de madrugadas perezosas y amaneceres renqueantes
por acantilados atronadores.
Ayer regresaron: lánguidos, grotescos, desmantelados e
inconcebibles. Mi voluntad, cocodrilo lóbrego, niña extraviada por los
polvorientos rumores que propaga la pólvora bastarda se llena de bandadas de
vocablos encapotados por pájaros taciturnos; frases de un mar precoz y
amenazante.
Ese paisaje de miradas acusadoras y días que nadie vivió es
el puente que nunca cruzo, siempre quebrado, siempre ciego, siempre plomizo, siempre
crónico, siempre atropellado, siempre esteril, siempre mudo, en las playas de
tu cama siempre en penumbra. Siempre entre la nada.
Baldomero
Dreira.