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martes, 3 de junio de 2014

ALLÁ EN LAS INDIAS





EL TLAXTECA TLALHUICOLE


       “Otro día siguiente biene un mensajero a Monteçuma como tenían preso y a buen rrecaudo al Tlalhuicoles. E otro día binieron doze prençipales con el Tlalhuicole y luego le subieron al templo de Huitzilopochtli y començólo a rrodear el templo y la gran piedra degolladero y con él otros muchos tlaxcaltecas y todos abaxaron y subieron a la gran casa del rrey Monteçuma. Mandolo trar a donde estaua Monteçuma para beer tanta fortaleza tenía al que espantaua a los de Huexoçingo y, bístolo, dixo el Tlalhuicolee: "Señor, seáis bien hallado con ura rreal corte. Yo soi el otomi llamado Tlahuicolee. Me tengo por dichoso de beer bisto ura rreal prezençia y abeer rreconosçido ymperio tam baleroso y tan generoso emperador como bos sois, que agora lo acabo de beer y creer, que es más de lo que por a se trata". Díxole Monteçuma: "Seáis bien benido, que no baca de misterio, que no es cosa mugeril esto, usança es de guerra, oy por mí, mañana por ti. Descansad y sosegad. No tengáis pena". Mandóle dar de bestir todo tiguereado, como baliente soldado hera, y pañetes muy labrados y una beçolera de esmeralda y orexera de oro e le hizo gran cortesía Monteçuma, e luego le dio una diuisa que llaman quetzaltonameyutl, que es una plumería con un sol llano rrelumbrante como espexo. Y cada día lloraua acordándose de las mugeres tenía, diziendo: "¿Es posible, mugeres mías, que jamás os beré de mis ojos?" Oydolo Monteçuma, rresçibió mucha pesadumbre de ello, dixo: "¿Qué os paresçe de ello a bosotros? ¿Esto no es cobardía y afrenta grande? los canpos de Huexoçingo y Cholula y Tlaxcalam, ¿no murieron allá Yxtlilcueechahuac: y Mactlacuia, Macuil Macuilmalinal y el Çeçepatic y Quitzicuacua? ¿Estos no fueron tan balerosos como él y tan grandes prençipales no fueron? ¿Acordáronse de sus mugeres? Dezilde que es grande afrenta que da a la sangre yllustre. Dezilde que dize Monteçuma, que digo yo, se baya a su tierra, que es mi boluntad esta, que da afrenta su temor de morir a todos los barones prençipales mexicanos de esta corte, baya a beer a las que por ellas llora noche y día". tendídolo el Tlalhuicolee, no lloró más, ni habló, ni chiztó. Fuéronlo a dezir a Monteçuma e mandó a los calpixques que tanpoco le diesen de comer ni nada le dixesen, " se baya cada se quiera yr". Y como esto bido Tlahuicole, andaua de casa en casa pidiendo de comer y bisto el poco caso que dél se hazía e que tanpoco hallaua quien le diese de comer, fue a un cu alto de Tlatelulco y subido allá, despeñóse de allá y murió.”


Hernando Alvarado Tezozómoc. 
Crónica Mexicana.