EL TLAXTECA TLALHUICOLE
“Otro día siguiente biene un mensajero a Monteçuma como
tenían preso y a buen rrecaudo al Tlalhuicoles. E otro día binieron doze
prençipales con el Tlalhuicole y luego le subieron al templo de Huitzilopochtli
y començólo a rrodear el templo y la gran piedra degolladero y con él otros
muchos tlaxcaltecas y todos abaxaron y subieron a la gran casa del rrey
Monteçuma. Mandolo trar a donde estaua Monteçuma para beer tanta fortaleza
tenía al que espantaua a los de Huexoçingo y, bístolo, dixo el Tlalhuicolee: "Señor,
seáis bien hallado con ura rreal corte. Yo soi el otomi llamado Tlahuicolee. Me
tengo por dichoso de beer bisto ura rreal prezençia y abeer rreconosçido
ymperio tam baleroso y tan generoso emperador como bos sois, que agora lo acabo
de beer y creer, que es más de lo que por a se trata". Díxole Monteçuma:
"Seáis bien benido, que no baca de misterio, que no es cosa mugeril esto,
usança es de guerra, oy por mí, mañana por ti. Descansad y sosegad. No tengáis
pena". Mandóle dar de bestir todo tiguereado, como baliente soldado hera,
y pañetes muy labrados y una beçolera de esmeralda y orexera de oro e le hizo
gran cortesía Monteçuma, e luego le dio una diuisa que llaman
quetzaltonameyutl, que es una plumería con un sol llano rrelumbrante como
espexo. Y cada día lloraua acordándose de las mugeres tenía, diziendo:
"¿Es posible, mugeres mías, que jamás os beré de mis ojos?" Oydolo
Monteçuma, rresçibió mucha pesadumbre de ello, dixo: "¿Qué os paresçe de
ello a bosotros? ¿Esto no es cobardía y afrenta grande? los canpos de
Huexoçingo y Cholula y Tlaxcalam, ¿no murieron allá Yxtlilcueechahuac: y
Mactlacuia, Macuil Macuilmalinal y el Çeçepatic y Quitzicuacua? ¿Estos no
fueron tan balerosos como él y tan grandes prençipales no fueron? ¿Acordáronse
de sus mugeres? Dezilde que es grande afrenta que da a la sangre yllustre.
Dezilde que dize Monteçuma, que digo yo, se baya a su tierra, que es mi
boluntad esta, que da afrenta su temor de morir a todos los barones prençipales
mexicanos de esta corte, baya a beer a las que por ellas llora noche y
día". tendídolo el Tlalhuicolee, no lloró más, ni habló, ni chiztó.
Fuéronlo a dezir a Monteçuma e mandó a los calpixques que tanpoco le diesen de
comer ni nada le dixesen, " se baya cada se quiera yr". Y como esto
bido Tlahuicole, andaua de casa en casa pidiendo de comer y bisto el poco caso
que dél se hazía e que tanpoco hallaua quien le diese de comer, fue a un cu
alto de Tlatelulco y subido allá, despeñóse de allá y murió.”
Hernando Alvarado Tezozómoc.
Crónica Mexicana.
Crónica Mexicana.