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lunes, 28 de diciembre de 2020

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EL ILIMITADO TERROR DE LA TINTA


Y recuerdo con mayor nostalgia una especie de Mil y una noches de la naturaleza, un librote con el talón verde todo deshilachado, con las páginas grandes, largas, arrugadas, rojizas de humedad, muchas veces rotas por la mitad o sucias de tinta, pero que yo abría con la certeza de ver aparecer ante mí, siempre nueva, una ya conocida maravilla. Allí los pólipos gigantes, de redondos ojos crueles, surgían del mar para apoderarse de los grandes veleros del Pacífico; un joven alto, con la cabeza descubierta, arrodillado en la cima de un monte, producía sobre un obscuro cielo alemán su sombra enorme; por en medio de las altísimas y abruptas paredes de un valle español, estrecho y obscuro, pasaba un pequeño jinete, apenas iluminado por un rayo del alto cielo, todo atemorizado por aquel silencio de abismo; un tierno demiurgo chino, vestido solamente con un trapo en la cintura, con el escalpelo en una mano y el martillo en la otra, estaba terminando de hacer el mundo en medio del desorden de una rígida selva de estalactitas que surgían de la tierra: un fiero explorador, lleno de pieles, plantaba una gran bandera negra, agitada por el viento, en la punta extrema de un promontorio, frente al mar Polar, blanco, solitario y furioso… Y hojeando las páginas enrojecidas, aparecíanse de pronto, rostros atontados de naturales de la Polinesia, islas madrepóricas posadas sobre el mar como ligeros colchones; siniestros cometas amarillentos en el ilimitado terror del cielo negrísimo de tinta, y esqueletos de reptiles colosales…

Giovanni Papini.Un hombre acabado.Ediciones Calamo.