UN
ESTADO DE ANATOLIA
El imperio otomano,
como el romano antes que él, alcanzó su grandeza por el hecho de convertirse en
dueño de una península europea, pero terminó como éste siendo un estado de
Anatolia con una cabeza de puente estrechamente circunscrita en el lado europeo
de los estrechos que conectan el Mediterráneo con el mar Negro. El ghazi
Mustafá Kemal Ataturk erigió a propósito la capital del estado de la Anatolia
turca sucesor del imperio otomano en el corazón de este territorio que todavía
retenía, y que era la región en la que estaba su futuro. Fundó allí la nueva
capital, fuera de los límites del núcleo original noroccidental anatolio del
imperio otomano, a fin de significar que la nueva Turquía era el patrimonio
nacional común de toda aquella población con predominio turco, y fue una
consideración histórica la que lo llevó a efectuar este acto claro y
asombrosamente simbólico. La gran mayoría de la actual población turca de
Anatolia no es de origen osmanlí. Es descendiente de las poblaciones turcas de
los otros principados turcos anatolios que los turcos otomanos conquistaron en
los siglos XIV y XV con su mano izquierda, mientras con la derecha conquistaban
los pueblos no turcos del sureste de Europa. Durante menos de cinco centurias
los que no eran turcos anatolios osmanlíes fueron, como los griegos, búlgaros y
serbios, súbditos de los turcos osmanlíes. Es verdad que los turcos de Anatolia
fueron menos severamente castigados que sus compatriotas cristianos, ya que los
turcos anatolios son musulmanes sunitas, y en el imperio otomano la sunna había
sido la religión establecida. Sin embargo, bajo el régimen otomano imperial,
los turcos sunitas no habían gozado de más privilegio que sus correligionarios
árabes, kurdos, lazos y albaneses. El traslado de la capital de Estambul a
Ankara fue una señal para los turcos anatolios de que habían cesado de ser súbditos
otomanos y se habían convertido en ciudadanos de un estado turco nacional.
Arnold
Toynbee.
Ciudades
en marcha.
Alianza
Editorial.