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martes, 8 de diciembre de 2020

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE




UN ESTADO DE ANATOLIA



El imperio otomano, como el romano antes que él, alcanzó su grandeza por el hecho de convertirse en dueño de una península europea, pero terminó como éste siendo un estado de Anatolia con una cabeza de puente estrechamente circunscrita en el lado europeo de los estrechos que conectan el Mediterráneo con el mar Negro. El ghazi Mustafá Kemal Ataturk erigió a propósito la capital del estado de la Anatolia turca sucesor del imperio otomano en el corazón de este territorio que todavía retenía, y que era la región en la que estaba su futuro. Fundó allí la nueva capital, fuera de los límites del núcleo original noroccidental anatolio del imperio otomano, a fin de significar que la nueva Turquía era el patrimonio nacional común de toda aquella población con predominio turco, y fue una consideración histórica la que lo llevó a efectuar este acto claro y asombrosamente simbólico. La gran mayoría de la actual población turca de Anatolia no es de origen osmanlí. Es descendiente de las poblaciones turcas de los otros principados turcos anatolios que los turcos otomanos conquistaron en los siglos XIV y XV con su mano izquierda, mientras con la derecha conquistaban los pueblos no turcos del sureste de Europa. Durante menos de cinco centurias los que no eran turcos anatolios osmanlíes fueron, como los griegos, búlgaros y serbios, súbditos de los turcos osmanlíes. Es verdad que los turcos de Anatolia fueron menos severamente castigados que sus compatriotas cristianos, ya que los turcos anatolios son musulmanes sunitas, y en el imperio otomano la sunna había sido la religión establecida. Sin embargo, bajo el régimen otomano imperial, los turcos sunitas no habían gozado de más privilegio que sus correligionarios árabes, kurdos, lazos y albaneses. El traslado de la capital de Estambul a Ankara fue una señal para los turcos anatolios de que habían cesado de ser súbditos otomanos y se habían convertido en ciudadanos de un estado turco nacional.


Arnold Toynbee.
Ciudades en marcha.
Alianza Editorial.