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jueves, 17 de diciembre de 2020

OTRA BALSA EN EL AQUERONTE






EN LUGAR SAGRADO



«El juego por dinero es muy diferente de todas las demás diversiones del balneario. Aquí, junto al tapete verde, no se leen libros ni se entablan conversaciones superficiales ni se tejen calcetines como en los conciertos o en el jardín; tampoco hay nadie que bostece o se rasque el cuello. Aquí los reumáticos ni siquiera se sientan, se mantienen fatigosa y heroicamente en pie, sin miramientos para sus piernas que tanto cuidan en otras ocasiones. Aquí, en la sala de juego, no se hacen chistes ni se habla de enfermedades ni de Poincaré, tampoco se ríe, o casi nunca; la gente está seria y habla en susurros en torno a la mesa de juego, la voz del empleado suena ahogada y solemne, las monedas de plata tintinean con suavidad sobre el tapete, y sólo esto, este recogimiento y relativa discreción y dignidad, presta al juego desde mi punto de vista una incalculable ventaja sobre aquellas diversiones en las que la gente se muestra tan ruidosa, desaliñada e incontinente. En la sala de juego reina un ambiente serio de día festivo, y los huéspedes entran con algo de timidez, como en una iglesia, sólo se atreven a cuchichear y miran con respeto al caballero de frac. Y éste se comporta ejemplarmente, no como una persona, sino como el titular neutral de un cargo o una dignidad.»


Hermann Hesse.
En el balneario.
Editorial Bruguera