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sábado, 19 de septiembre de 2015

OBITER DICTUM






Y, en efecto; la mayor parte del tiempo estaba serio y cejijunto; hablaba muy poco hasta con los otros chicos; los cumplidos me daban fastidio; las caricias me causaban desprecio, y al tumulto desenfrenado de los compañeros de la edad más bella, prefería la soledad de los rincones más apartados de nuestra casa, pequeña, pobre y oscura. Era, en fin, lo que las señoras de sombrero llaman un «niño tímido» y las mujeres en cabeza «un sapo».

Giovanni Papini.