EL SUEÑO DE FULLER
“Conocí a Samuel Fuller cuando viajé a Hollywood en
1970. Teníamos el mismo agente y coincidimos en una fiesta que dio éste en su
casa en un cañón. Conversamos brevemente, pero por azares de las distancias en
Los Ángeles y el transporte siempre precario, él y su mujer alemana se
ofrecieron a llevarme a mi hotel. Al conocerlo me sorprendió las escasa
estatura de Fuller, la ausencia de esa truculencia exhibida en sus fotos y aun
en su breve aparición en Pierrot le Fou, donde Godard le hizo un homenaje
visual después de haberle dedicado su Made in USA antes.
Fuller,
en la vida, era un viejito amable a quien cualquier director de reparto hubiera
asignado enseguida el papel de sabio europeo en una película de espionaje
atómico de los años cincuenta. Durante el largo trayecto en su auto, pudimos
conversar. Quise llevar la conversación, casi un interrogatorio, al terreno del
cine, a pesar de que sabía su renuencia a discutir el tema.
--¿Cuál
es el momento que mejor recuerda en el cine?
Después
de un silencio que me hizo creer que no me había oído, con el ruido del motor y
el aire vibrando en el cañón, me dijo:
--Cuando
descubrí el cadáver de Jeanne Eagles, siendo un periodista novato.
Me
pareció sorprendente y al mismo tiempo esperado. No sabía que Fuller había
encontrado el cadáver de la belleza del cine silente que murió víctima de las
drogas, pero era característico que Fuller escogiera no un recuerdo
cinematográfico sino periodístico. Dejé esperar un rato para preguntarle por
sus proyectos, que son siempre el único futuro posible en Hollywood.
--No
tengo ninguno. Pero le voy a decir cuál es mi sueño. Sé que le va a parecer
raro. Lo que quiero es ser dueño de un periódico y dirigirlo.
No me
pareció raro habiendo visto sus películas y sabiendo que el proyecto en que
había hundido todo su dinero años antes había sido una película sobre un hombre
para quien su sueño –y su pesadilla—fue fundar y dirigir un diario. Sin embargo
las mejores películas de Fuller, aun las que tienen que ver con periódicos y
periodistas, están bien lejos del periodismo, ya que parecen hechas no para
hoy, como los periódicos, sino para mañana. En ese futuro se inscriben. Es así
como he visto la mayor parte de ellas: no en el hoy de su estreno sino en el
mañana de cines de clásicos, en retrospectivas y, unión de lo inmediato con lo
perdurable, en la televisión. Samuel Fuller, finalmente, ha alcanzado la salida
del laberinto de hacer películas en la posteridad del cine.”
Guillermo Cabrera Infante. Cine
o sardina. Círculo de Lectores.