«Es difícil
imaginar hasta qué punto se vivía entonces a la sombra de la poesía. Era una
pasión frenética, otro modo de ser, una bola de candela que andaba de su cuenta
por todas partes. Abríamos el periódico, aun en la sección económica o en la
página judicial, o leíamos el asiento del café en el fondo de la taza, y allí
estaba esperándonos la poesía para hacerse cargo de nuestros sueños. De modo
que para nosotros, los aborígenes de todas las provincias, Bogotá era la
capital del país y la sede del gobierno, pero sobre todo era la ciudad donde
vivían los poetas.»
Gabriel García Márquez.