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lunes, 1 de septiembre de 2014

ALLÁ EN LAS INDIAS






ÇAGOATEPAN


        “Aquel pueblo de Çagoatepan hallamos quemado hasta las mezquitas y casas de sus ídolos, y no hallamos en él gente ninguna ni nueva de las canoas que habían venido el río arriba. Hallose en él mucho maíz, mucho más granado que lo de atrás, y yuca y agies y buenos pastos para los caballos; porque en la ribera del río, que es muy hermosa, había muy buena yerba, y con este refrigerio se olvidó algo del trabajo pasado, aunque yo tuve siempre mucha pena por no saber de las canoas que había enviado el rio arriba; y andando mirando el pueblo, haIlé yo una saeta hincada en el suelo, donde conosci que las canoas habían llegado allí, porque todos los que venían en ellas eran ballesteros, y diome más pena creyendo que allí habían peleado con ellos, y habían muerto, pues no parecían; y en unas canoas pequeñas que por allí se hallaron, hice pasar de la otra parte del río, donde hallaron mucha copia de gente y labranzas, y andando por ellas, fueron a dar a una gran laguna, donde hallaron toda la gente del pueblo en canoas y en isletas; y en viendo a los cristianos, se vinieron a ellos muy seguros, y sin entender lo que decían me trujeron hasta treinta o cuarenta dellos; los cuales, después de haberles hablado, me dijeron que ellos habían quemado su pueblo por inducimiento de aquel señor de Çagoatepan, y se habían ido de él a aquellas lagunas por el terror que él les puso, y que después habían venido por allí ciertos cristianos de los de mi compañía en unas canoas, y con ellos algunos de los naturales de Iztapan; de los cuales habían sabido el buen tratamiento que yo a todos hacía, y que por eso se habían asegurado, y que los cristianos habían estado allí dos días esperándome, y como no venía, se habían ido el río arriba a otro pueblo que se llama Petenecte, y que con ellos se había ido un hermano del señor de aquel pueblo, con cuatro canoas cargadas de gente, para si en el otro pueblo Ies quisiesen hacer algún daño, ayudarlos, y que les habían dado mucho bastimento y todo lo que hubieron menester.


Hernán Cortés.
Cartas de relación.