Las atrocidades
cometidas por Pizarro y sus sucesores han llevado a idealizar la era incaica
como un monumento de paz, justicia social y racionalidad política, olvidando
que ese estado murió de su propia medicina, y que los españoles tuvieron --desde
el principio y hasta el extermino del último Inca— no solo a varios sino a
muchos aliados entre los pueblos oprimidos por la estirpe de Manco Capac.
Antonio Escohotado