“Si quiero acatar la ley de los
contrastes, que gobierna el orden moral y el orden físico, me veo obligado a
ubicar entre las mujeres peligrosas para los hombres de letras, a la mujer
honesta, a la literata y a la actriz; la mujer honesta, porque pertenece
necesariamente a dos hombres y es un mediocre pábulo para el alma despótica de
un poeta; la literata, porque es un hombre fallido; la actriz, porque está
barnizada de literatura y habla en "argot"; en fin, porque no es una
mujer en toda la acepción de la palabra, ya que el público le resulta algo más
preciososo que el amor.
(...)
Porque todos los verdaderos literatos
sienten horror por la literatura en determinados momentos, por eso, yo no
admito para ellos –almas libres y orgullosas, espíritus fatigados que siempre
necesitan reposar al séptimo día-, más que dos clases posibles de mujeres: las
bobas o las mujerzuelas, la olla casera o el amor. –Hermanos, ¿hay necesidad de
exponer las razones?”
Charles
Baudelaire.