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lunes, 9 de septiembre de 2019

OBITER DICTUM






«Lorenz: Cuando nos conocimos, nos encantaba jugar a los indios. Ya por entonces empezaba Karl a coger por los cuernos al toro del positivismo y del Círculo de Viena. Los demás éramos todavía unas criaturas. Cuando jugábamos a los indios, él era el «rostro pálido» al que los demás atábamos al árbol. ¡Y nunca se enfadaba! En fin, por lo que a Selma Lagerloef se refiere, Karl ha dicho ya —y con cuánta gracia, ¿verdad?— que ambos nos vimos influidos por ella; con la única diferencia de que él se enamoró de la autora… y yo de las ocas salvajes. Efectivamente, por lo que a mí respecta, fue aquél un momento decisivo. Si opté por las ocas salvajes fue porque desde un principio yo estaba convencido de que los animales también eran personas.

Popper: A mí me tenía impresionado Konrad. Era un jefe indio robusto y valeroso. Respecto al positivismo y al Círculo de Viena, sin embargo, tenía yo por entonces tan poca idea como él o como cualquier otro piel roja, o sea, ninguna. Selma Lagerloef me impresionó siempre mucho, pero lo que influyó especialmente sobre mí fue la historia del perro de caza Karr y el alce Pelo Gris.»

Karl Popper

Konrad Lorenz