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sábado, 14 de julio de 2012

ALLÁ EN LAS INDIAS




LA SUERTE DE CORTÉS


         “Diego Velázquez riñó a Cristóbal de Lagos, diciendo que soltara a Cortés por dineros y soborno, y procuró de sacarlo por engaño de sagrado, y aun por fuerza; mas Cortés entendía las palabras y resistía la fuerza; empero descuidose un día, y cogiéronle paseando delante la puerta de la iglesia, Juan Escudero, alguacil, y otros, y metiéronle en una nave so sota. Entonces favorecían muchos a Cortés, sintiendo pasión en el gobernador. Cortés, como se vio en la nave, desconfió de su libertad, y tuvo por cierto que lo enviarían a Santo Domingo o a España. Probó muchas veces a sacar el pie de la cadena, y tanto hizo, que lo sacó aunque con grandísimo dolor. Trocó luego aquella misma noche sus vestidos con el mozo que lo servía; salió por la bomba sin ser sentido; colose de presto por un lado del navío al esquife, y fuese con él; mas porque no le siguiesen, soltó el barco de otro navío que allí junto estaba. Era tanta la corriente de Macaguanigua, río de Barucoa, que no pudo entrar con el esquife, como remaba solo y cansado, ni aún supo tomar tierra, temiendo ahogarse si trabucaba el barco. Desnudose, y atose con un tocador sobre la cabeza ciertas escripturas que tenía, como escribano de ayuntamiento y oficial del tesorero, y que hacían contra Diego Velázquez; echose a la mar, y salió nadando a tierra. Fue a su casa, habló a Juan Xuárez, y metiose otra vez en la iglesia con armas.
Diego Velázquez envió a decir entonces a Cortés que lo pasado fuese pasado, y fuesen amigos como primero, para ir sobre ciertos isleños que andaban alzados. Cortés se casó con la Catalina Xuárez, porque lo había prometido y por vivir en paz, y no quiso hablar a Diego Velázquez en muchos días. Salió Diego Velázquez con mucha gente contra los alzados, y dijo Cortés a su cuñado Juan Xuárez que le sacase fuera de la ciudad una lanza y ballesta, y él salió de la iglesia en anocheciendo, y tomando la ballesta, se fue con el cuñado a una granja do estaba Diego Velázquez con solos sus criados, que los demás estaban aposentados en un lugar allí cerca, y aún no habían venido todos, como era la primera jornada. Llegó tarde, y a tiempo que miraba Diego Velázquez el libro de la despensa; llamó a la puerta, que abierta estaba, y dijo al que respondió cómo era Cortés, que quería hablar al señor gobernador, y tras esto entrose dentro. Diego Velázquez temió, por verle armado y a tal hora; rogole que cenase y descansase sin recelo. Él dijo que no venía sino a saber las quejas que de él tenía, y a satisfacerle y a ser su amigo y servidor. Tocáronse las manos por amigos, y después de muchas pláticas se acostaron juntos en una cama; donde los halló a la mañana Diego de Orellana, que fue a ver al gobernador y a decirle cómo se había ido Cortés. De esta manera tornó Cortés a la amistad que primero con Diego Velázquez, y se fue con él a la guerra, y después que volvió se pensó ahogar en la mar, porque viniendo de las bocas de Bani, de ver unos pastores e indios que traía en las minas a Barucoa, donde vivía, se le trastornó la canoa de noche a media legua de tierra y con tempestad; mas salió a nado, y a tino de una lumbre de pastores que cenaban junto a la mar: por semejantes peligros y rodeos corren su camino los muy excelentes varones, hasta llegar do les está guardada su buena dicha.”


Francisco López de Gomara. 
Historia de la conquista de México.