REGIONES DESCONOCIDAS
“Las
regiones desconocidas de la tierra; los paisajes aún no pisados; las nuevas
posibilidades del ser; los nuevos prodigios de la naturaleza… A ellos se dirige
desde antiguo la nostalgia de la humanidad, eternamente afanosa. Nuestra época
ha convertido esta tendencia, la más humana de todas, en una actividad
frenética. Como si hubiésemos entrado en una era de nuestra evolución en que la
impaciencia dirigiera el deseo de conocimientos. El hombre actual desea indagar
al mismo tiempo el secreto de su origen, caído en el olvido durante milenios, y
las posibilidades de su futuro desarrollo. Para sumergirse en las profundidades
desconocidas y ascender a alturas tales que le permitan tener una visión de lo
que hay más allá de su actual condición terrestre, recurre a la ayuda de todos
los medios técnicos de su época.
Sin embargo, mientras se cierra cada
vez más el cerco en torno a las regiones desconocidas de la tierra, mientras
las posibilidades de explorar nuevos parajes se reducen progresivamente, parece
como si la reputación del trabajo científico palideciera frente a la actitud
moderna de nuestro tiempo. Ya no cuenta el resultado alcanzado, sino el récord;
la meta no es ya el conocimiento, sino lo sensacional.
Los exploradores del polo, los
escaladores de las más altas cimas, los conquistadores de los más profundos
océanos, los descubridores de las selvas y los desiertos luchan entre sí,
compitiendo y superándose ¡para ser los primeros!—pues lo consideran la
recompensa más alta del saber--. Los antiguos, los verdaderos pioneros, se
apartan con razón de aquellos que sólo ven el éxito en la precedencia y sólo
busca la satisfacción en lo sensacional.
También yo penetré en lugares
desconocidos, emprendí trabajos de pionero y descubridor en el continente más
misterioso, en África. Y también escuché los tristes reproches de los
antiguos…”
Ladislaus Almásy. Nadadores en el desierto. Altair viajes.