DESGRACIA Y FORTUNA
Navegando
una carabela por nuestro mar Océano tuvo tan forzoso viento de levante y tan
continuo, que fue a parar en tierra no sabida ni puesta en el mapa o carta de
marear. Volvió de allá en muchos más días que fue; y cuando acá llegó no traía
más que al piloto y a otros tres o cuatro marineros, que, como venían enfermos
de hambre y de trabajo, se murieron dentro de poco tiempo en el puerto. He aquí
cómo se descubrieron las Indias por desdicha de quien primero las vio, pues
acabó la vida sin gozar de ellas y sin dejar, a lo menos sin haber memoria de
cómo se llamaba, ni de dónde era, ni qué año las halló. Bien que no fue culpa
suya, sino malicia de otros o envidia de la que llaman fortuna. Y no me maravillo
de las historias antiguas que cuenten hechos grandísimos por chicos o oscuros
principios, pues no sabemos quién de poco acá halló las Indias, que tan
señalada y nueva cosa es. Quedáranos siquiera el nombre de aquel piloto, pues
todo con la muerte fenece. Unos hacen andaluz a este piloto, que trataba en
Canaria y en la Madera cuando le aconteció aquella larga y mortal navegación;
otros vizcaíno, que contrataba en Inglaterra y Francia; y otros portugués, que
iba o venía de la Mina o India, lo cual cuadra mucho con el nombre que tomaron
y tienen aquellas nuevas tierras. También hay quien diga que aportó la carabela
a Portugal, y quien diga que a la Madera o a otra de las islas de los Azores;
empero ninguno afirma nada. Solamente concuerdan todos en que falleció aquel
piloto en casa de Cristóbal Colón, en cuyo poder quedaron las escrituras de la
carabela y la relación de todo aquel largo viaje, con la marca y altura de las
tierras nuevamente vistas y halladas.
Francisco
López de Gomara.
Historia
de la conquista de México.