EN UN BORODINO DISTINTO
«A bordo del Borodino solo viajaba el equipo de la película y la tripulación. Supe por el capitán que era insólito que el gobierno danés nos hubiese dado permiso para ir a Groenlandia. Ni siquiera los daneses obtenían la autorización, porque había que proteger a los esquimales. Después de tres días revelé mi secreto y les conté a mis amigos mi encuentro con Hitler. Como en Alemania, también aquí las opiniones estaban divididas; unos eran entusiastas, otros escépticos y la mayoría indiferentes. Hubo una gran emoción en cubierta en cuanto se avistaron las primeras ballenas. Sus aletas emergían en la popa del barco; pero más fuerte fue la impresión que nos causó el primer iceberg que desde el horizonte parecía dirigirse hacia nosotros. Este encuentro era más que una imagen insólita, ya que sentíamos que allí flotaba nuestra película. Entretanto, las noches se hacían cada vez más cortas y al final veíamos el sol tanto de día como de noche.»
Leni Riefenstahl.
Memorias.
Editorial Lumen.