EL PADRECITO LEÍA A CIEZA DE LEÓN?
«Mitimaes llaman a
los que son traspuestos de una tierra en otra. Y la primera manera o suerte de
mitimaes mandada poner por los Ingas era que, después que por ellos había sido
conquistada alguna provincia o atraída nuevamente a su servicio, tuvieron tal
orden para tenerla segura y para que con brevedad los naturales y vecinos de
ella supiesen cómo la habían de servir y de tener y para [que] desde luego
entendiesen los demás qué entendían y sabían sus vasallos de muchos tiempos, y
para que estuviesen pacíficos y quietos y no todas veces tuviesen aparejo de se
rebelar y si por caso se tratase de ello que hubiese quien lo estorbase,
trasmutaban de las tales provincias la cantidad de gente que de ella parecía convenir
que saliese; a los cuales mandaban pasar a poblar a otra tierra del temple y
manera de donde salían, si fría, si caliente, en donde les daban tierras y
campos y casas tanto y más como dejaron. Y de las tierras y provincias que de
tiempo largo tenían pacíficas y amigables y que habían conocido voluntad para
su servicio, mandaban salir otros tantos o más y entremeterlos en las tierras
nuevamente ganadas y entre los indios que acababan de sojuzgar, para que
deprendiesen [aprendiesen] de ellos las cosas arriba dichas y los impusiesen en
su buena orden y policía y para que, mediante este salir de unos y entrar de
otros, estuviese todo seguro con los gobernadores y delegados que se ponían,
según y como dijimos en los capítulos de atrás. Y conociendo los Ingas cuánto
se siente por todas las naciones dejar sus patrias y naturalezas propias,
porque con buen ánimo tomasen aquel desierto, es averiguado que honraban a
estos tales que se mudaban y que a muchos dieron brazaletes de oro y plata y
ropas de lana y de pluma, y mujeres, y eran privilegiados en otras cosas
muchas; y así, entre ellos había espías que siempre andaban escuchando lo que
los naturales hablaban o intentaban, de lo cual daban aviso a los delegados e
con priesa grande iban al Cuzco a informar de ello al Inga. Con esto todo
estaba seguro, y los mitimaes temían a los naturales y los naturales a los
mitimaes, y todos entendían en obedecer y servir llanamente. Y si en los unos o
en los otros había motines o tramas o juntas, hacíanse grandes castigos porque
los Ingas, algunos de ellos, fueron vengativos y castigaban sin templanza y con
gran crueldad. Para este efecto estaban puestos los unos mitimaes, de los
cuales sacaban muchos para ovejeros y rabadanes de los ganados de los Ingas y
del Sol y otros para roperos y otros para plateros y otros para canteros y para
labradores y para dibujar y esculpir y hacer bultos, en fin, para lo que más
los mandaban y de ellos se querían servir. Y también mandaban que de los
pueblos fuesen a ser mitimaes a la montaña de los Andes a sembrar maíz y criar
la coca y beneficiar los árboles de fruta y proveer con lo que faltaba en los
pueblos donde con los fríos y con las nieves no se pueden dar ni sembrar estas
cosas.»
Pedro
de Cieza de León.
Crónica
del Perú.