Alef
Como cualquier hijo
del hombre, también he entrado un día en la Casa del Placer. La Casa del Placer
es amplia y hospitalaria: en ella hay grandes toneles para los bebedores y
lechos para los indolentes.
En su interior se está a maravilla.
Pero en la Casa del
Placer hay una extraña costumbre, que no vi en parte alguna. El que consume el
vino, debe apurar también las heces; el que come el racimo, debe comer también
el escobajo, y el que ama a una mujer hasta devorar su carne, debe cargar
después toda la vida ya con su esqueleto.
Rafael
Cansinos Assens.