«Consideraba
muy interesante el estado de conciencia de la juventud, alimentada
con la literatura de postguerra procedente de Rusia. Se daba el caso
paradójico de que en familias burguesas, de abolengo monárquico,
los hijos militaban, no ya en el campo republicano, sino en el
socialista, y muy particularmente en el comunista. Era muy
significativo observar la biblioteca de cualquier joven estudiante,
llena de libros relativos a los llamados credos libertadores, a los
que no llegaba, a los que no podía llegar la censura de Prensa, el
arma más poderosa de que disponían los Gobiernos. Y así,
saturándose de lecturas de esa índole, la intelectualidad de la
nueva generación seguía su rumbo, adquiriendo un espíritu
incompatible con los sistemas de gobierno que podía ofrecerle un
régimen monárquico, por muy democrático que quisiera ser.»
Emilio
Mola.