«La mendicidad no es tan agresiva como en el sur, donde la insistencia
del vagabundo al menos implica un dejo de vitalidad. Aquí constituyen una
corporación de moribundos. Las esquinas, especialmente aquellas en las cuales
los extranjeros hacen sus negocios, están atestadas de harapos que funcionan de
cama para los mendigos y hacen de Moscú una guardia de enfermería al aire
libre. La limosna se organiza de otro modo cuando se trata de tranvías. Ciertas
líneas circulares tienen largas detenciones durante el trayecto. En esos
momentos los mendigos se suben al tranvía, o bien un niño se sitúa en un rincón
del coche y empieza a cantar. Luego colecta kopeks. Es muy raro que la gente
les dé algo. La mendicidad perdió su base más sólida: la conciencia colectiva»
Walter Benjamin.