EN GRANADA
“Cuando llega uno a España sediento de sol, de danza
y de canto, nada tan lúgubre como la sala de un cinematógrafo en el que la
lluvia nos obliga a refugiarnos. Cantos y danzas, en vano los hemos buscado
hasta Murcia. En Sevilla sin duda se encuentran aún; en Granada… Sí, me acuerdo
de que en el Albaicín , hace unos veinte años (nada desde entonces, ni
siquiera los cantos de Egipto, ha sabido tocar un lugar más secreto de mi
corazón): era, de noche, en una amplia sala de mesón, un chico gitano que
cantaba; un coro, a media voz, de hombres y mujeres, luego súbitas pausas,
cortaban ese canto jadeante, excesivo, doloroso, del chico, en el que se sentía
su alma, cada vez que se quedaba sin aliento, expirar. Hubiérase dicho un
primer esbozo de la última balada de Chopin; pero era algo que quedaba como al
margen de la música; no español, sino gitano, irreductiblemente… Para volver a
oír ese canto, ¡ah!, habría cruzado tres Españas. Pero huiré de Granada por
temor de no oírlo.”
André
Gide. Diarios.