«Yo, en mi calidad de
secretario de la delegación chilena, había sido invitado para llenar un hueco
en la mesa, como se acostumbra en la diplomacia con los secretarios de
embajada, cuyas variadas funciones pueden ser de jurista, de redactor de
discursos o sesudos informes, de traductor, de cicerone, de comensal número
catorce cuando una excusa intempestiva deja una mesa con fatídicos trece
asientos, de correveidile, de alcahuete, de chófer y de mozo de cuerda…»
Jorge
Edwards.